POR QUÉ KERRY PUEDE GANAR

 

 Artículo de DARÍO VALCÁRCEL  en  “ABC” del 26/10/04

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

 

POSIBLEMENTE sea mejor para Estados Unidos que John Kerry gane la elección del 2 de noviembre. No pocos conservadores americanos y europeos creen que Kerry podrá rehacer el prestigio de Estados Unidos, su honor, su deseo de contar con los antiguos aliados. Estas tres bazas -prestigio, honor, aliados- son necesarias para Estados Unidos. Queremos escribir estas notas con prudencia: pero lo cierto es que George W. Bush ha deshonrado el nombre de Estados Unidos. Los soldados americanos fueron a luchar contra Hitler: muchos quedaron en los cementerios europeos. De 1942 a 1945 cayeron 294.000 soldados norteamericanos, en buena parte por luchar contra la tortura a gran escala. Ahora, en escala más modesta, son los soldados americanos los que, por orden de sus superiores, torturan en Guantánamo y en Abu Graibh. Algo extraño ha ocurrido.

Las Torres Gemelas fueron derribadas por los hombres de Bin Laden. Dos años después saltaron por los aires cuatro trenes en Madrid. La invasión de Irak sigue, sin embargo, sin explicarse: Bush, desde luego, no lo ha explicado. Derriban las Torres y él ataca a Irak. ¿Qué tiene que ver? Se dice que hay datos no publicables detrás de esta guerra: expulsión de las tropas americanas de sus bases saudíes, intento de establecer una plataforma en Oriente Próximo, obtención de petróleo... Pero América y el mundo siguen en la opacidad. Algunos iraquíes han muerto en la tortura. Cuando se pregunta a Bush sobre este punto hace un gesto raro, sonrisa casi imperceptible, no sé de qué me habla, otra pregunta por favor...

Ante problemas como Oriente Próximo, China, Corea del Norte, Kerry es un conservador para muchos europeos. Es un moderado en materia fiscal, en defensa del empleo, en sanidad pública, en extensión de la enseñanza... Presentar a Kerry, como ha hecho Bush, como a un izquierdista radical es entrar en el mundo de la fantasía. Para entender a Kerry hay que analizar algunas políticas de Bush. Por ejemplo su gestion económica. O el aislamiento de Estados Unidos. O el evangelismo de los newborn christians.

William Pfaff, ensayista americano, ha explicado cómo, desde hace 30 años, una franja de Estados Unidos se desliza hacia la veneración al dinero. Todos amamos con pasión al dinero. Pero el amor obsesivo de GWB ha dado, además, muy pobres resultados. Recordemos: desde el crack de 1929, el único presidente que ha perdido más de un millón de empleos,1.6 millones, ha sido el segundo Bush. Heredó unas cuentas más que saneadas de Clinton, con casi 240.000 millones de dólares de superávit, que ha convertido en un déficit de 420.000 millones. ¿La economía ha crecido? Poco y desordenadamente para los parámetros americanos. De otro modo se hubiera creado empleo. Para el americano medio, los costes de la escolaridad han subido un 35 por ciento; los de la protección social, más de un 63 por ciento. Entre tanto, cinco millones de ciudadanos han perdido toda ayuda del estado. Los ingresos de las familias han retrocedido en los cuatro últimos años. El balance va aparejado a una rebaja de impuestos al 1 por ciento de los ciudadanos más ricos, con ingresos de más de 200.000 dólares/año (sin esa rebaja se hubiera protegido el sistema de jubilaciones hasta 2075). Las inversiones han caído alarmantemente. También las exportaciones. No hablemos hoy de la torpeza energética de Bush, con EE.UU. pendiente sobre todo del petróleo y el carbón.

Segundo: ¿Por qué Estados Unidos es hoy un país aislado? Colin Powell ha peleado contra muchas decisiones de Bush tenazmente, con pocos resultados. América controla hoy el 20 por ciento del PIB mundial. Pero sólo tiene el 4.5 por ciento de la población. ¿Cómo va a mantenerse frente a gran parte de ese 95,5 por ciento? América se ha mantenido como hegemón cuando ha puesto al tablero su inteligencia, su energía y su imaginación. La fuerza militar siempre ha sido, desde 1940, su último recurso. Todavía hoy un 41 por ciento de las inversiones exteriores americanas están en Europa. China, la UE, Japón, India, Brasil, se convertirán quizá un día en grandes potencias. Algunas equilibrarán a América, pero pasarán décadas hasta que, aisladamente, puedan hablar a Washington de igual a igual. Existen sin embargo las alianzas. Por esa razón Franklin Roosevelt y Harry Truman crearon la ONU y las instituciones multilaterales de Bretton Woods, otra herencia americana que Bush ha comprometido gravemente.

¿Por qué se ha lanzado Bush a esta guerra, inexplicada, misteriosa, útil sobre todo para los terroristas? Meses después de que Bin Laden derribara Las Torres, Bush se equivocó de medio a medio. Su mesurado, excelente discurso al Congreso, octubre de 2001, preparado por buenos asesores, fue sólo eso, un discurso. Pronto todo empezó a cambiar.

Por casualidades del destino, el mundo es más inseguro, mucho más inseguro, desde la captura de Sadam. Bin Laden y otros cientos de Bin Laden siguen libres y extienden sus ataques contra nosotros. Samuel Berger lo ha expuesto con claridad: hay que aislar a los terroristas en vez de aislar a los Estados Unidos. En España,un buen conocedor de la sociedad americana, Fernando Delage, ha explicado cómo Bush ha acabado por hacer añicos la sabia combinación de energía intelectual, capacidad diplomática y tecnología militar que desde hace más de medio siglo guió la política de Washington. Desgraciadamente, hoy Irak nos enseña cómo un ejercito ultramoderno puede bloquearse hasta devenir inútil ante unos guerrilleros con kalashnikov.

Sí, por raro que parezca, las ideas siguen gobernando a los pueblos. Lo que separa a Kerry de Bush quizá radique ahí. Kerry parece creer en la fuerza de las ideas. Suele ser entonces, al hablar de las ideas, cuando los neoconservadores, a uno u otro lado del Atlántico, denuncian el rencor, es el rencor, a nuestros enemigos sólo los mueve el rencor... ¿No habíamos oído ya antes, hace 40 ó 50 años, a un monocorde orador ferrolano, eso de los eternos rencorosos? En fin, dejemos esto. En el siglo XXI, los gobernantes tienden a interiorizar sus creencias. Aunque parece claro que algo intransferible como la fe no puede ser fuente directa de decisiones legislativas, tampoco de sentencias judiciales ni de actos de gobierno. La fe es un misterio personal, que afecta a unos seres humanos y deja indiferentes a otros. Utilizar las religiones como arma política, como arma de guerra, es a veces un caso de trastorno mental, otras veces un caso de desvergüenza. En el tercer debate, el presidente acababa así: «La religión está anclada en mí (...) Rezo mucho (...) Creo que Dios quiere que todo el mundo sea libre y esto tiene un impacto en mi política exterior. En Afganistán por ejemplo creo que la libertad es un don del Todopoderoso». Esa mezcla de evangelismo y cara dura tuvo una réplica respetuosa de su oponente, el católico John Kerry: «El presidente y yo discrepamos sobre la expresión que damos a nuestra fe».

La elección del 2 de noviembre, en su enorme complejidad, permanece abierta. Los hombres de Bush están en el poder y tratarán, sin duda, de manipular los censos y máquinas electorales en diez o doce estados claves. Pero no es probable que las gentes de Kerry dejen hacer. En esta elección, más que nunca en los últimos cien años, el voto es silencioso, cauteloso. La inscripción en el registro electoral es inusitadamente alta. Con todos sus defectos, atacada por sus enemigos interiores, en situación de peligro, Estados Unidos es hoy, a la altura de 2004, al cabo de doscientos veintitantos años, una gran democracia.