MI EXPERIENCIA IPAD

Luis Bouza-Brey, 6-1-12

 

Este verano me compré un iPad: me atraía la claridad de su pantalla e imágenes, me informé de que con él se podía navegar por internet, que podía utilizarse como e-book, y por su sencillez me pareció cómodo de manejar.

Debo advertir que mi biografía informática es Ms-dos y Windows, de manera que hasta este  momento no había usado nunca la galaxia Apple.

Pero desde agosto me he quedado enganchado al iPad: suelo empezar a trabajar de madrugada, muy temprano, sin levantarme hasta las nueve más o menos, a fin de trabajar descansado, sin forzar cervicales ni lumbares, que son ya puntos débiles de mi anatomía después de años intensos de contacto permanente con el PC. Pero con el iPad, después de tres o cuatro horas de trabajo intenso y tumbado, me levanto fresco y dispuesto a continuar con el ordenador de sobremesa o el portátil durante el resto del día, leyendo o escribiendo.

El ipad es cómodo porque es una tablet ligera con la que, mediante movimientos de dedos, sin ratón ni otros utensilios añadidos, puedes hacer todas las operaciones informáticas: desplazarte por la red, leer y escribir correo, organizar la información en directorios y ficheros, leer libros y anotarlos y realizar todo un conjunto de operaciones numerosísimas, utilizando las aplicaciones de la Apple Store disponibles gratuitamente o a un precio bajo.

Por otra parte, el iPad es rápido, y puedes conectarlo a una red wifi a partir del Adsl del que dispones para el ordenador de sobremesa.

No obstante, cuando comencé a usarlo me encontré algo bloqueado, incomunicado, sin un procedimiento fácil para trasladar mi trabajo al resto de ordenadores, debido a que el sistema Apple es un sistema de archivos de programa, por el cual cada programa crea archivos que sólo pueden ser utilizados desde el mismo programa, además de que no puedes penetrar en la entrañas del sistema, para copiar, mover o borrar archivos desde un sistema general para toda la información que almacena. Este fue un hándicap al principio, pero finalmente aprendí a “comunicarme” hacia el exterior y desde el exterior, mediante el almacenamiento “en nube”, con Dropbox o SugarSync, o más tarde, mediante el sistema iCloud en la “nube” creado por Apple hace dos meses.

En la actualidad tengo resuelto ese problema, básicamente mediante varios programas muy útiles: con Atomic web Browser cabalgo por internet, con QuickOffice creo ficheros Word, con SugarSync sincronizo instantánea y automáticamente los ficheros creados con el directorio que desee de mi ordenador de sobremesa, y con iAnnotatePDF o GoodReader leo y anoto los libros y documentos que escaneo con Omnipage o descargo desde el ordenador de sobremesa.

También, de vez en cuando, utilizo Pages, un procesador de texto de Apple muy útil para crear ficheros con formato Word, PDF o Pages, así como también, intermitentemente, utilizo Keynote o Bento, o Numbers, para crear presentaciones, bases de datos u hojas de cálculo.

Complemento el elenco de programas más usados con IthoughtsHD como programa para crear esquemas de ideas, y Notability como mecanismo de almacenamiento ---incluso verbal--- de notas. A ello se puede añadir la enorme cantidad de agendas y calendarios existente en la Apple Store.

La ventaja de todos estos programas es que los puedes descargar instantáneamente desde la Apple Store por un precio muy barato, actualizándolos gratuitamente con frecuencia. Por ello, aunque el precio de iPad es caro, los programas son numerosísimos y baratos, por lo que puedes actuar con enorme eficacia a muy bajo precio global.

En fin, estoy verdaderamente satisfecho de mi experiencia Ipad: es el ordenador con el que trabajo más intensamente, logro una alta eficacia informática con él y resulta cómodo y divertido. El único inconveniente que le encuentro es que el teclado virtual hace algo lenta la corrección y selección de textos, pues carece de las flechas de dirección de los teclados reales, aunque siempre se puede conectar un teclado externo al ipad, cuando se quiere trabajar con mayor rapidez. Pero entonces aparece el inconveniente de que tienes que manejar físicamente no sólo el ipad, sino también el teclado, y eso te exige posturas más tradicionales de trabajo.

Para concluir, les informo de que existen dos modelos de iPad, uno con conexión solamente wifi y el otro con conexión directa a internet mediante tarjeta, aunque en este caso tienes que abonarte a un suministrador de conexión a internet específico y abonar la cantidad correspondiente, mediante tarifa plana o limitada. Igualmente, existen diversos modelos de iPad por su capacidad de almacenamiento, cuyo precio varía creo que en doscientos euros desde el de menor al de mayor capacidad. Si alguien desea adquirir el iPad, le recomendaría que hiciera el esfuerzo económico de comprar el de mayor capacidad, a fin de evitar la falta de espacio que puede sobrevenir de la carga del aparato con canciones, vídeos, documentos y programas.

En fin, recomiendo el iPad como herramienta de trabajo útil, práctica y eficaz.