RAJOY, CUIÑA Y EL «PRESTIGE»
Editorial de “ABC” del 23-9-04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Son las «vísperas orensanas», una semana de tensiones permanentes en el PP
apenas quince días antes del Congreso nacional del partido. La ya casi
inevitable escisión de los «rurales» de José Luis Baltar es un ataque directo al
candidato del partido a la reelección, Manuel Fraga, no tanto por la reciente
remodelación del gabinete autónomo, por más que ésta sea la excusa oficiosa,
sino por el cada vez más palpable acercamiento del presidente de la Xunta, un
político que siempre jugó su papel de «personaje diferencial», a la dirección
nacional del partido.
Todo empezó con la marea negra provocada por el «Prestige», los momentos
políticos más difíciles del fundador del PP -bombas de Palomares incluidas-, la
primera vez que se vio superada su proverbial capacidad de reacción. Entonces
José María Aznar acudió solícito al rescate con un Plan Galicia destinado a
dinamizar la economía de la Comunidad.
Pero no fue un respaldo gratuito. El titular del Gobierno gallego tuvo que
ofrecer la cabeza de su «delfín», el entonces consejero de Política Territorial,
Xosé Cuiña, que había encabezado una rebelión contra la evidente parálisis del
Gobierno en las primeras jornadas del mayor desastre ecológico sufrido por la
Comunidad.
La solución a la crisis auspició un acercamiento de Fraga a Mariano Rajoy, que
volvió a sus orígenes después de dejar Galicia escaldado para dedicarse a la
menos estresante política nacional, simultáneo al alejamiento del sector rural
del partido. El cambio de alianzas incomodó a los «barones» provinciales, y
singularmente a un José Luis Baltar que se ha negado a poner pacíficamente sus
barbas a remojar.
Los «rurales» vieron en el ex-conselleiro al mártir -silencioso, pero mártir al
fin y al cabo- que necesitaban para reivindicar su poder interno y consideraron
que la sucesión de Manuel Fraga era la última posibilidad de lograr un
reconocimiento tangible en puestos de Gobierno autónomo, de su carácter de
garantes del granero de votos del PP, ante el creciente desembarco propiciado
desde la dirección nacional del partido de dirigentes como Ana Pastor, Alberto
Núñez Feijóo, María José Cimadevila o Pilar Rojo.
El fracaso de sus expectativas les ha llevado a apuntar con todas sus baterías a
un Manuel Fraga que, al decidir sucederse a sí mismo con el apoyo de Rajoy, ha
truncado definitivamente sus aspiraciones.