EL GOBIERNO, EN EL LABERINTO DE IRAK

 

 Editorial de   “ABC” del 05/10/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

 

EL ministro de Defensa, José Bono, dejó ayer abierta la puerta a un posible envío de tropas españolas a Irak para dar cobertura a las elecciones de enero, siempre que lo pida la ONU y se apruebe en el Congreso de los Diputados. El anuncio de Bono resulta contradictorio y esconde, en su literalidad, una inversión de las razones que llevaron al Gobierno de Zapatero a retirar las tropas. El compromiso del programa del PSOE ante el 14-M era inequívoco: la presencia del contingente español sólo se mantendría si la comunidad internacional dotaba a la ONU de la «autoridad política necesaria», sin hacer mención alguna al control militar.

La resolución 1.546, aprobada el pasado 8 de junio, antes del plazo fijado por el Ejecutivo socialista, restauró de hecho la soberanía en Irak otorgando a Naciones Unidas un papel arbitral y a las potencias ocupantes, la condición de fuerza multinacional bajo su amparo, que ya le fue reconocida en la resolución 1.511 (apartados 13 y 25). Exactamente la exigencia que el PSOE planteaba en su programa electoral. Por tanto, el Gobierno, retirando las tropas, modificó la literalidad de su compromiso con los electores, tal vez porque Zapatero ya sabía el 18 de abril -cuando anunció su decisión de abandonar Irak- que era muy posible que la ONU supervisase la situación política antes del 30 de junio. Por eso elevó el listón de sus exigencias y pidió, a posteriori, el «control militar» de Naciones Unidas, a sabiendas de que era imposible, pues nunca en los últimos tiempos había ejercido por sí misma ese control. Lo que buscaba Zapatero era una coartada que diera cobertura a su estrategia de retirar las tropas a toda costa. Y no porque pensara que la situación iría a peor, sino porque conocía que Naciones Unidas tendría un papel relevante en el proceso de transición -como así ha sido- y ello le pondría en apuros para cumplir su objetivo de retirar al contingente español. Eso es lo que ocurrió entonces. España se salió del carril por el que circula la cooperación de los Estados con capacidad de influencia. Aquella decisión ha tenido efectos, más o menos visibles, en las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y otras naciones, hasta el punto de que nuestro país tuvo que recurrir con urgencia a compensar el desaire con el envío de un contingente militar a Afganistán, donde, al igual que en Irak, van a celebrarse elecciones en un clima de creciente inseguridad.

El ministro de Defensa anuncia ahora que si la ONU lo pidiera, y el Parlamento diera su visto bueno, podríamos volver a Irak. Pero, ¿cómo es posible volver sin invertir los argumentos con los que el Gobierno justificó la retirada? Si Bono invoca a la ONU -apenas días después de que Zapatero pidiera en Túnez la retirada total de las tropas aliadas- debería saber que Naciones Unidas le lleva pidiendo al Gobierno español que se implique en Irak desde el pasado 8 de junio, fecha en la que, con el voto favorable de España, se dictó una resolución, la ya citada 1.546, en la que literalmente se dice: «La presencia de la fuerza multinacional en Irak obedece a la solicitud del nuevo Gobierno provisional y, por consiguiente, reafirma la autorización de la fuerza multinacional bajo un mandato unificado...». Más aún: «Pide a los Estados miembros y a las organizaciones internacionales y regionales que presten asistencia a la fuerza multinacional, en particular con fuerzas militares, según se convenga con el Gobierno de Irak, para ayudar a satisfacer las necesidades del pueblo iraquí en materia de seguridad y estabilidad, de asistencia humanitaria y para la reconstrucción». ¿Qué más necesita el ministro de Defensa? ¿Espera acaso una nueva resolución más explícita que ésta.

El Gobierno de Zapatero cuenta con toda la legitimidad para tomar, en relación con el conflicto de Irak, la decisión que crea conveniente. Pero no puede, en ningún caso, utilizar las resoluciones de Naciones Unidas a conveniencia de parte.