ETA SE OFRECE AL PNV

 

 Editorial de  “ABC” del 12.05.2003

 

 

El ciclo histórico se repite y ante una ETA acorralada y debilitada como nunca antes había estado, el PNV se presta nuevamente a reengancharla en un proceso de decisiones tácticas que conduzca a consolidar su hegemonía y evitar la derrota pura e incondicional de la banda terrorista. Según publica hoy ABC, un nuevo pacto entre ETA y el PNV es lo que se deduce de la documentación incautada por los servicios de información a la banda, con datos sobre las negociaciones mantenidas por destacados dirigentes del partido de Arzalluz con miembros de HB, del sindicalismo abertzale y de la dirección de ETA. Este proceso negociador explicaría el cambio de tono que ha empleado la banda etarra en su último comunicado en relación con el proceso soberanista de Ibarretxe. El comunicado, publicado ayer por el diario «Gara», después de criticar rutinariamente a PNV y EA, no sólo omite cualquier crítica al plan de libre asociación del lendakari sino que asume la consulta popular que se contempla en dicho plan. Ya no es, como dijo ETA en el comunicado del Aberri Eguna, un «pacto por la dependencia con el enemigo», sino un «motivo de alegría y no puede dejarse a un lado sin más».

Desde las elecciones autonómicas de 2001, los centros de decisión real del nacionalismo no han hecho otra cosa que allanar el terreno para nuevos acuerdos estratégicos con ETA. Los sindicatos nacionalistas -LAB y ELA/STV- han vuelto a la unidad política y sindical, promoviendo, como antes del pacto de Estella, la masa crítica necesaria para dar naturalidad a la reagrupación del nacionalismo. Por su parte, el lendakari anunciaba hace pocas semanas que se avecinaban «grandes acontecimientos», quizá ligados a su misteriosa convicción de que la consulta soberanista se haría sin violencia. Finalmente, el nacionalismo gobernante ha mantenido a Batasuna en los ayuntamientos e instituciones bajo su control, se ha opuesto a las leyes contra el punto final que amparaba a los cómplices de ETA y ha deslegitimado, con discursos y hechos, las decisiones de los Tribunales de Justicia. ETA se ofrece al PNV en el momento de su máxima debilidad y al partido de Arzalluz le interesa tomar la participación que la banda tiene en el mundo nacionalista, evitando su derrota incondicional y manteniendo la paz como precio de la soberanía. Este sería otra vez el fondo del acuerdo con ETA.

ANTE esta expectativa, la memoria histórica colectiva y la responsabilidad moral del Estado deben conformar una respuesta sin concesiones a nuevos espejismos de paz y de eufemismos. Sería una irresponsabilidad imperdonable que el consenso existente en materia antiterrorista y sobre la respuesta al PNV se viera afectado por estas especulaciones entre nacionalistas. Al día siguiente de las elecciones del 13 de mayo de 2001, ABC publicó un editorial con el título «La última oportunidad del PNV». En dicho editorial se decía que «si el PNV se lo propone, el nacionalismo radical puede quedar recluido en la más absoluta marginación social, política e institucional». Y finalizaba con la siguiente reflexión: «El PNV tiene en su mano conducir el Gobierno de la Comunidad vasca por un camino de cordura o mantenerlo en la discordia permanente. Depende de que proponga o no combatir a ETA hasta derrotarla. Nunca tendrá un oportunidad tan clara». Pasados dos años, el PNV ha quemado sus últimos restos de crédito político. Tenía en su mano liberarse del pasado de Lizarra, despojar de expectativas a una izquierda proetarra duramente castigada en las urnas y oponer a ETA sus amplios recursos policiales.

LA opción elegida por el nacionalismo fue la contraria, a pesar de que ETA ha seguido matando. Y si ETA se ofrece al PNV para pactar tregua por referéndum, no es por la persuasión del plan de Ibarretxe, si no por la política de firmeza del Gobierno, el acuerdo de Estado con el PSOE, la eficacia policial, la acción judicial y la cooperación internacional. En estas condiciones, el anuncio de una nueva tregua no merecerá ni una pausa, menos aún un cambio de criterio, en el empeño de derrotar a ETA. Se ha demostrado a la sociedad española que para ganar la paz no hacen falta más concesiones al nacionalismo ni guardar velas esperando el último guiño de los terroristas. Si el Estado ha llegado por fin a las puertas de la banda etarra es porque ha tomado la iniciativa y su obligación es llevarla hasta sus últimas consecuencias.