ERC REFUERZA SU PODER ANTE MARAGALL

 

 Editorial de  “ABC” del 21/02/2004

 

SERÍA una demostración de optimismo asegurar que el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ha cerrado en falso la crisis abierta por Carod-Rovira, primero por su reunión con la cúpula de ETA y después por la formalización etarra de una tregua para no atentar sólo en Cataluña. Y sería una demostración de optimismo porque la crisis sigue abierta y ni siquiera ha habido un intento por tapar la sangría de crédito institucional y político que todo este asunto provoca primero a la sociedad catalana, después a la institución autonómica y en tercer lugar al PSOE. Si la solución consiste en promover al cargo de consejero jefe del Gobierno catalán al consejero de Enseñanza e introducir a un nuevo consejero (la republicana Marta Cid) para cubrir el hueco, resulta obvio que ERC no asume ninguna responsabilidad ni Maragall le pasa ninguna factura. Pero es que, además, Carod-Rovira refuerza su liderazgo y se especula ahora con un posible retorno del líder republicano al puesto de conseller en cap una vez pasen las elecciones europeas. La degradación institucional que eso supondría sería de un calado desconocido. A medida que van trascendiendo detalles de las consideraciones de ERC, de las actitudes del PSC y de las estrategias de los implicados frente a la crisis, la credibilidad del PSC y de su líder en Cataluña es menor y da consistencia a la tesis de que Maragall y su partido están dispuestos a mantenerse en el poder aún al precio de hundir al PSOE. Pero no es éste el principal problema. El efecto que esta crisis puede tener sobre las instituciones catalanas, la confianza económica y la actividad pública es mucho más importante que el mero cálculo electoral.

Carod-Rovira no ha explicado -ni siquiera a Maragall- de qué habló en seis horas de reunión con Josu Ternera y Mikel Antza. Carod-Rovira no ha dado cuentas de esa charla a ninguna institución, judicial o política, ya sea catalana o del conjunto de España. Carod-Rovira no ha pedido ni siquiera perdón por las graves consecuencias sociales y políticas de su irresponsabilidad. De hecho, Carod-Rovira se muestra cada día más insolente, engrandecido y mesiánico, como si el daño causado a Cataluña fuera inversamente proporcional a sus expectativas electorales. En la medida en que empieza a ser más clamorosa la petición de que pase a un segundo plano, el dirigente de ERC da pasos al frente que demuestran el verdadero contenido de sus ambiciones políticas. Todo ese discurso moderado de la doble identidad, de la no exclusión, del diálogo y la colaboración con el que ERC sedujo a una parte del electorado de CiU en la pasada campaña autonómica ha quedado en papel mojado, en mera coartada argumental para acceder al poder. Una vez ahí, ERC ni siquiera está dispuesta a sacrificar a un líder que ha causado el mayor daño posible desde un punto de vista político a la causa que dice defender: Cataluña. Arropado por sus colaboradores, instalado en el método asambleario y con la mirada puesta en las próximas elecciones generales, que plantea como un plebiscito, podría decirse que Carod-Rovira está amparado por el PSC y por un Maragall que rechaza cualquier solución plausible a la crisis.