ZAPATERO NO CONCRETA

 

 Editorial de   “ABC” del 12/05/2004

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

En su primera intervención ante el Senado, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reprodujo el discurso sobre la reforma constitucional ya anunciada en el debate de investidura y reiteró las mismas apelaciones al consenso necesario para su aprobación. Sin embargo, no hubo concreción de procedimientos, ni de contenidos, ni de plazos para convertir al Senado en cámara de representación territorial, para equiparar al hombre y a la mujer en el orden sucesorio y para incluir en el texto constitucional una mención «federalizante» de cada Comunidad Autónoma. Así que las razones por las que no se deben rechazar de plano, en el momento actual, estas reformas son las mismas que impiden al PP comprometer su apoyo. La trascendencia de estas iniciativas ya merecía una oferta más concreta por el presidente del Gobierno, y no sólo porque exigirán procedimientos largos y complejos, sino también porque el único socio imprescindible para Zapatero es el PP, sin el cual no hay reforma constitucional posible. Y el PP no va a acudir sin más al llamamiento del presidente sólo por la melodía de su discurso. Por el contrario, el presidente del Gobierno se está recreando excesivamente en la corrección formal de su discurso sobre el consenso y el diálogo, eficaz ante la opinión pública, muy cómodo para él mismo, pero inútil para la acción política que dice pretender, orientada a una ilusoria -quizá premeditadamente ilusoria- conciliación del PP con partidos soberanistas y republicanos que no sienten ningún aprecio por la Constitución.

Sabiendo que la reforma constitucional exige el acuerdo con el PP, el diálogo con los populares es prioritario, no necesariamente urgente, para fijar de antemano tanto el objetivo final como los límites infranqueables por el afán de consenso con otras fuerzas minoritarias. De esta manera, quedaría claro que el consenso no es sinónimo de unanimidad y que el PSOE prefiere el pacto con el PP sobre la revisión de la Constitución -y sobre cualquier cuestión de Estado- antes que dejar de abordarla por las exigencias de nacionalistas y republicanos. Tan importante como saber qué es lo que se está dispuesto a pactar es determinar qué es lo que nunca será objeto de negociación. Por eso, no hay claridad en las propuestas del presidente del Gobierno. Antes bien, Rodríguez Zapatero parece más preocupado por aplazar el momento en que tendrá que recabar el apoyo concreto del PP, pero ese momento llegará si quiere cumplir sus promesas. Teniendo en cuenta sus acuerdos en el Gobierno catalán y de investidura, la negociación con el PP será una encrucijada para su proyecto político.