CUESTIÓN DE VALORES

 

 Editorial de   “ABC” del 13/05/2004

  

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Las más que necesarias excusas del presidente Bush por las vejaciones perpetradas por sus tropas en la cárcel de Abu Ghraib fueron transmitidas al mundo árabe en sendas entrevistas televisivas difundidas por cadenas regionales y en un discurso ante el Rey Abdalá II de Jordania. Ante él dijo que «siento la humillación sufrida por los prisioneros iraquíes y sus familias. Siento igualmente que la gente que ha visto esas imágenes no entendió la verdadera naturaleza y el corazón de América». Cierto. Mas el problema está ahora en la diferencia de valores manifestada por hechos paralelos acaecidos en los últimos meses y días. A finales de marzo un grupo de norteamericanos cayó en una emboscada en Faluya. Los cuatro fueron asesinados y sus cuerpos mutilados y lo que quedó de ellos colgado de un puente. Ante las cámaras de televisión, quienes perpetraron esa barbarie cantaron y bailaron para demostrar su alegría por la hazaña. La decapitación del rehén norteamericano de la que se informa en esta misma página fue igualmente perpetrada ante una cámara de vídeo y difundida al mundo en la red como motivo de orgullo.

¿Por qué se da esta abismal discrepancia de valores entre uno y otro bando? La Santa Sede, con razón, ha difundido su severa valoración de los actos perpetrados por soldados norteamericanos. ¿Cuántos muftis u otras autoridades islámicas han salido a denunciar con fuerza siquiera similar estos bárbaros crímenes cometidos al grito de «Dios es grande»? Su dios, claro, el de los demás no es ni grande ni pequeño. Simplemente no tenemos derecho a creer en Dios por no hacerlo a la manera que ellos dictan.

El reto de Irak se agranda. Hay quienes creen que se está demostrando que fue un error plantear la guerra. Más bien el error fue cómo se planteó. Porque el fondo del problema queda claro que está ahí. Y después del 11-S algunos no querían enterarse. Ni después del 11-M.