EQUILIBRIOS Y TALANTE EN EL CONGRESO DEL PSOE

 

 Editorial de   “ABC” del 05/07/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

SI el congreso del PSOE se juzga únicamente según el discurso de Rodríguez Zapatero, podría calificarse como repertorio de buenos propósitos y talantes positivos. Si nos atenemos, en cambio, a la lucha declarada por las cuotas de poder en el aparato, estamos en presencia de un nuevo y significativo episodio del complejo equilibrio entre las fuerzas que sustentan al partido del Gobierno. El reelegido secretario general ha conseguido esta vez sumar apoyos en sectores que eran muy reacios ante su liderazgo, con lo que sale del cónclave fortalecido. Del 96 por ciento de apoyos de ayer a los siete votos que le dieron el triunfo en el anterior congreso hay una notabilísima diferencia.

Ni siquiera el jarro de agua tibia de las elecciones europeas ha enfriado la euforia de quienes se encuentran hoy en día ante una situación difícil de imaginar hace pocos meses. Así pues, gana Rodríguez Zapatero, se refuerza José Blanco como secretario de organización y el equipo de los vencedores ocupa los puestos de mando sin brusquedad, pero con firmeza.

Pero la política democrática exige también de los líderes un discurso atractivo, coherente y bien trabado. El déficit del líder socialista en este terreno no termina de mitigarse. A estas alturas, saben a muy poco la frase de apariencia ingeniosa y la apelación continua a las buenas maneras. Suena bien, pero no dice nada, la prioridad que atribuye al ciudadano sobre el interés partidista. Porque lo cierto es que a los pocos meses de Gobierno el diálogo prometido no encuentra traducción positiva en sectores tan relevantes como la Justicia, las relaciones con la Iglesia, la televisión pública o, según las primeras impresiones, la propia comisión de investigación sobre el 11-M. Zapatero no logra despejar la preocupación generalizada sobre el modelo de organización territorial. La hipoteca que suponen Maragall y una buena parte del PSC no invita ciertamente al optimismo. A su vez, Esquerra Republicana ha celebrado también su congreso y es de agradecer que no pretenda ocultar sus intenciones. En este contexto, la opinión pública sigue esperando con impaciencia un pronunciamiento claro del presidente del Gobierno. Tampoco ha sido en esta oportunidad y se aleja la esperanza de que Zapatero tenga en su mente una política que no consista en eludir el problema a base de prosopopeya.

Por lo demás, la costumbre de rectificar las primeras intenciones llega también al ámbito del partido. No estaba prevista la presencia de ministros en la Ejecutiva y al final resulta que aparecen tres. Tampoco iban a ser miembros los «barones» territoriales y ahí están otros tres en la lista definitiva. Compromisos y componendas que reflejan la realidad compleja que se oculta tras los discursos cargados de palabras llenas de corrección política. Llama la atención, por último, la escasa presencia en el Congreso de invitados internacionales de relieve. El socialismo democrático gobierna en Alemania y en el Reino Unido, gana posiciones electorales en Francia y, sin embargo, los partidos afines han estado ausentes en el momento de gloria de sus conmilitones españoles. Quizá sea exagerado suponer que se trata de una prueba de la levedad de Zapatero en política internacional, en la que ha situado a España en «tierra de nadie» en muy pocos meses. Es, en todo caso, un dato significativo sobre todo por el contraste con otros tiempos y con otros protagonistas.