11-M, EL PSOE Y EL GOBIERNO FALLAN

 

 Editorial de  “ABC” del 25/07/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

LA forma en la que se está desarrollando la Comisión parlamentaria que investiga los acontecimientos trágicos del 11 de marzo resulta, a una semana de su terminación, claramente decepcionante. Una primera objeción resulta evidente: el PSOE y el Gobierno, acompañados por sus socios, parecen haber logrado evitar que la Comisión emita un dictamen que alcance a la jornada de reflexión, el 13-M, durante la que se desarrollaron graves circunstancias, incompatibles con las normas y el espíritu democrático, y cuya peor expresión fue el acoso a las sedes del Partido Popular. Una segunda objeción: el veto a comparecencias de singular importancia, en particular la del ex secretario de Estado de Interior Ignacio Astarloa y las de directivos de medios de comunicación que tuvieron un cuestionable protagonismo en aquellos días aciagos. Tercera objeción: se está tratando de eludir la posibilidad de que el ex presidente José María Aznar comparezca, de modo que sean sólo los ex ministros Ángel Acebes, Eduardo Zaplana y Ana Palacio los que testifiquen, quizás para así zafarse de la proclamada disponibilidad de José Luis Rodríguez Zapatero a prestar declaración ante los comisionados si era requerido para ello. Cuarta objeción: se han propiciado comparecencias superfluas -al margen de su interés general, no ceñido a los hechos- y otras aviesas y contradictorias, entre ellas la de los actuales comisarios generales de Policía Científica e Información, que fueron acusados -de modo indirecto pero inequívoco- por el ex director general de la Policía de «desleales», sin que ambos hayan desmentido -el que calla otorga- la preparación de sus respectivas declaraciones ante la Comisión en aparente coordinación con el PSOE, circunstancia denunciada que el Gobierno no parece dispuesto a investigar. Quinta objeción: han aparecido nuevos hechos de relevancia -un vehículo en el que uno de los terroristas suicidas pudo haber huido tras la comisión de los atentados- sin que el Ministerio de Interior haya informado a la Comisión.

Estas objeciones que quebrantan los propósitos del PSOE y del Gobierno de atribuir al Ejecutivo de Aznar una colosal mentira que no aparece por parte alguna, junto con la literalidad de las declaraciones de mandos operativos -salvo la del comisario general, Miguel Ángel Santano- y las del director general de la Guardia Civil y la Policía y la del director del Centro Nacional de Inteligencia, acercan el resultado de la Comisión a una conclusión clara: el Gobierno no mintió -otra cosa fue su estrategia de comunicación, e incluso su obstinación-, y, en consecuencia, la acusación en contrario del PSOE resultó ser una tergiversación.

La casi seguridad de que ésa sea la percepción general ha hecho acumular a los socialistas tácticas de distracción -desde la virulencia de las responsabilidades por el accidente del Yakolev-42 hasta la filtración malévola e injusta del contrato del Ministerio de Asuntos Exteriores con el «lobby» que impulsó, entre otras misiones, la concesión de la medalla del Congreso de Estados Unidos a José María Aznar- que, sin embargo, no podrán evitar la decepción ante un «talante» y una «transparencia» que no se han hecho presentes en uno de los episodios más delicados de nuestra historia democrática. El PSOE y el Gobierno están «fallando» antes de lo que podían prever sus votantes.