LA OPERACIÓN «PINZA» CONTRA YASER ARAFAT

 

 Informe de  J. CIERCO, corresponsal en Gaza,  en  “ABC” del 25/07/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

GAZA. El pasado sábado, Ahmed Qurea, alias Abu Alá, daba una vuelta de tuerca inesperada y presentaba su dimisión como primer ministro palestino. Se ponía así punto y seguido a un proceso que ha tenido posteriores consecuencias, pero que alcanzaba su momento más decisivo con la renuncia del, todavía hoy, jefe del Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.

Ese proceso no fue fruto tan solo del secuestro de dos altos funcionarios de la seguridad palestina en Gaza ni de la retención durante unas horas de cuatro cooperantes franceses.

Ese proceso, según distintas fuentes consultadas en Gaza y en Ramala, nació semanas antes y fue urdido sin prisa, pero sin pausa, por muchos actores que, a la postre, han coincidido en el mismo destino y viajan de la mano en el tren que conduce a la última estación en la trayectoria política y militar de Yaser Arafat.

Nada, en efecto, ha sucedido por casualidad en Gaza ni en Cisjordania. Hace poco más de dos semanas, Marc Otte,se reunió en Jerusalén con diplomáticos occidentales acreditados en la Ciudad Santa y dejó sobre la mesa un mensaje claro: «Ha llegado el momento de decirle a Arafat que ya no confiamos en él para llevar a cabo las reformas y sí en Abu Alá». El mensaje, por supuesto, le llegó al «rais». Mucho antes, al primer ministro palestino.

El testigo fue recogido además por otro enviado especial, en este caso, el de la ONU, el noruego Terje Roed-Larsen, acusado casi siempre por Tel Aviv de ser demasiado amigo de los palestinos.

Informe oficial

Pues bien, el 7 de julio, Roed-Larsen presentaba un informe oficial en la sede las Naciones Unidas en Nueva York en el que retiraba la confianza de su organización a Arafat y le acusaba de ser el responsable de la crítica situación política en Gaza y Cisjordania por no ceder parte de sus poderes a Abu Alá, no acceder a llevar a cabo las reformas y poner en cuarentena la modernización de los aparatos de seguridad.

Acto y seguido, se sucedieron los acontecimientos en la Franja mediterránea, secuestros, manifestaciones, dimisiones, nombramientos corregidos y protestas, mientras se desarrollaban unas elecciones locales en el seno de Al Fatah en las que los representantes de las nuevas generaciones, aupadas pro Dahlan, salían por la puerta grande frente a los llamados «tunecinos». Conocidos los primeros resultados, por ejemplo del distrito de Rimal, Arafat ordenó aparcar los comicios hasta nueva orden.

El caos, la anarquía, el desgobierno que se han observado estos días en los Territorios Palestinos, sometidos todavía, conviene recordarlo, a la ocupación de Israel, no son nuevos.

Vienen de muchos meses atrás.Que se lo pregunten los desconfiados a los habitantes de Nablus o de Yenín, por ejemplo. Sin embargo, ese caos, esa anarquía, ese desgobierno, sumados a la sempiterna corrupción, a la profunda crisis económica, a la tozuda e ilegal ocupación militar fueron enarbolados por Abu Alá para presentar su dimisión, rechazada por el «rais»

Abu Alá no estaba solo, para su órdago contaba con el apoyo (unos más en la sombra que otros) de varios miembros de su Gobierno. Por encima de todos el ministro de Finanzas, Salam Fayad. También destacados representantes del anterior Ejecutivo palestino y aliados hoy de Dahlan se sumaron a la estrategia, con el ex jefe del Gobierno, Abu Mazen, y su ex ministro de Información, Nabil Amr, tiroteado más tarde en su casa de Ramala, a la cabeza.

Consciente de que su apoyo en Gaza es importante, pero de su relativa soledad en Cisjordania, Mohamed Dahlan, y ha presumido también de ello ante visitas diplomáticas occidentales de postín, ha entablado contacto, Tel Aviv ha sido muy permisivo por la cuenta que le trae, con el encarcelado jefe de la Intifada y hombre fuerte en Ramala, Marwán Barghuti, quien no habría hecho ascos a su estrategia.

Freno para Dahlan

Sin embargo, Barghuti puso freno al ímpetu de Dahlan, quien ni siquiera tras repartir importantes sumas de dinero entre jóvenes miembros de Al Fatah, tal y como le han confirmado a ABC fuentes muy fiables, logró movilizar en la protesta a los cuadros de Cisjordania.

Muchos cabos internos atados. Los externos los tiene Dahlan bien agarrados hace tiempo. Por ejemplo en EE. UU., donde se reunió con la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rize. También en Europa, ahí están los continuos contactos mantenidos con diversos ministros de Asuntos Exteriores, sobre todo con su amigo Moratinos con quien se ha citado de nuevo esta semana en El Cairo.

Bien asidos asimismo los de Egipto, actor clave en el proceso de la descolonización israelí de Gaza. El general Omar Suleiman, jefe de los servicios de Inteligencia egipcios, se ha reunido en los últimos meses en distintas ocasiones con Arafat en la «mukata» de Ramala para instarle a reorganizar su aparato de seguridad. Paso imprescindible para el control posterior de la Franja.

El «rais» le ha dado largas hasta que El Cairo se ha cansado. Ya se lo había advertido. O jugaba la mano con la baraja egipcia o repartiría otras cartas a distintos invitados. Y ahí aparece otra vez el nombre de Dahlan.

Los cabos atados, la «Operación Pinza» contra Arafat, diseñada para recoger sus frutos a medio plazo, no de manera inmediata, ya está lanzada. Detrás de la barrera, dos estrellas invitadas miran, ven y callan por ahora. En un tendido, Israel. En el otro, Hamás. Su palabra, postrera, valdrá importantes trofeos.