SÁENZ DE SANTAMARÍA

  Artículo de Alfredo Abián,  Director Adjunto, en “La Vanguardia” del   27.08.2003

Con un muy breve comentario al final:

 ¡GRACIAS! (L. B.-B.)

José Antonio Sáenz de Santamaría ha muerto en medio de la indiferencia oficial. En realidad, su deceso civil se produjo hace más de una década, cuando algunos decidieron ventilar el averno antiterrorista. El teniente general no se cansaba de repetir que este tipo de lucha orilla tanto la legalidad que, cuando la traspasa, la llaman “guerra sucia”. Un abominable eufemismo que sugiere que hay guerras limpias. Santamaría tuvo hasta ocho ministros de Interior: de Fraga a Belloch. Vio de todo: centenares de funerales y hasta golpes de Estado que contribuyó a desmantelar. Pero, sobre todo, siempre coexistió con la “guerra sucia”: en la transición de UCD y con los primeros gobiernos socialistas, etapas amenazadas por sables y sepelios. El general ha muerto en las cloacas del Estado, aunque antes ha comprobado el pedernal de la nueva doctrina antiterrorista mundial. Todo empezó cuando Bush fue interrogado sobre Bin Laden, seis días después del 11-S: “Quiero justicia. Hay un cartel en el Viejo Oeste que dice: vivo o muerto”, dijo. Poco después fue Aznar quien contestaba a una pregunta sobre si el megaterrorista saudí y ETA eran lo mismo: “Absolutamente”, respondió el presidente, para quien tampoco existe diferencia alguna entre dinamitar la sede de la ONU en Bagdad y un cuartel de la Guardia Civil en Vic. Richard Meyers puede dormir tranquilo; nadie en España pedirá ahora la extradición del jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense por la “guerra sucia” contra Al Qaeda e Iraq.

 MUY BREVE COMENTARIO:

 ¡GRACIAS! (L. B.-B., 28-8-03)

 

La muerte del General Sáenz de Santamaría no debe pasar desapercibida para los demócratas españoles y para los ciudadanos en general. A él y a otros leales militares como Gutiérrez Mellado les debemos mucho los españoles. Ellos aguantaron a pie firme, con lealtad al pueblo español y al Rey, los tiempos más duros del terrorismo y de los intentos ultras por dar marcha atrás de nuevo hacia el franquismo. Su recuerdo debe quedar inscrito asociado con sentimientos de agradecimiento en nuestra memoria. ¡Gracias! (L. B.-B., 28-8-03.)