¿QUIÉN HABLÓ DE FIN DE CICLO?

 

 

  Artículo de CÉSAR ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 03.07.2003

Hay que saber poco de política -y de la vida- para pensar que tiene que abandonar La Moncloa un partido que ha hecho subir a casi diecisiete millones el número de inscritos en la Seguridad Social; que está consiguiendo el pleno empleo técnico en algunas regiones (las no gobernadas, obviamente, por los socialistas) y que mantiene el crecimiento económico por encima de la media europea.

Dada esta holgura material, tan sólo podría el PSOE desplazar de La Moncloa al PP en el caso de que un problema de gran envergadura «política» exigiera la gobernación de aquél. Y existe, en efecto, ese problema, pero no es al PSOE al que reclama sino al PP. Hablo del Plan de Ibarretxe y de la amenaza que éste representa para la unidad de España y para la convivencia.

En las vísperas de esta gran prueba, el PSOE ni siquiera se está enterando de las preocupaciones que acongojan a la ciudadanía. No se da cuenta de que el cuerpo nacional español, como le ocurriría a cualquier otro, está estremecido porque ni siquiera sabe qué tipo de medidas tendrá que tomar el Gobierno para que la respuesta sea eficaz. Zapatero et alii no son conscientes de que en una situación como ésta surgen en la sociedad sentimientos de legítima defensa, de supervivencia... Es el instinto lógico de unas gentes que se sienten negadas y perseguidas y que temen serlo más en el caso de que se produzca la ruptura del Estado. ¿Y qué dice la dirección del PSOE en tal situación? Que el PP dramatiza para ganar votos. No que Ibarretxe crea el drama sino que Aznar lo aprovecha. Esto es lo que se les ocurre decir a los socialistas en estos días previos al desafío mayor que va a tener el Estado democrático hasta la fecha. Zapatero se dedica a ironizar estúpidamente sobre lo que él califica de exageraciones y obsesiones de Aznar, y para conjurar el peligro sigue hablando de la necesidad de responder a las exigencias del «pluralismo» español. Sólo un político mezcla de zoquete y traidorzuelo, menesteroso a la vez de inteligencia y probidad, puede seguir hablando a estas alturas sobre la-diversidad-de-los-pueblos-y-las-culturas-de-España. Como si todavía estuviéramos con la pancarta de la autodeterminación a comienzos de la democracia.

Volviendo a la cuestión del fin del ciclo político del PP, ¿acaso pueden pensar los socialistas en llegar a La Moncloa defraudando a la gran mayoría de los españoles en problema tan principal (el que más de todos)?

Para que pueda hablarse del fin de un ciclo político no sólo se tiene que dar como condición que el partido gobernante demuestre su incapacidad para resolver los problemas de forma razonable sino que el partido aspirante aparezca como una alternativa también razonable. Sin embargo los dirigentes del PSOE han hecho y hacen todo lo indecible para que la Nación no confíe en ellos. Se diría que, al tiempo que aspiran al poder -y de qué modo-, ponen todos los medios para no llegar a él. El propio Zapatero se comporta como un enemigo político de sí mismo, de forma inconsciente y gozosa, como quien se lanza a un viaje abismal y onírico. Pero, ¿acaso los asesores de Zapatero, sus intelectuales orgánicos y aquellos empresarios que necesitan al PSOE como referente político han podido llegar a pensar que éste iba a superar la suerte de Borrell y Almunia?

Sólo el resentimiento colectivo puede explicar que se haya llegado a pensar en el fin del ciclo del PP y en el comienzo de otro liderado por Zapatero.