EL ASALTO

 

 

  Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS en “ABC” del 28.09.2003

El mismo Ibarretxe que el viernes presentó el proyecto de un Estado vasco independiente, cometiendo así la mayor agresión que puede concebirse contra la Constitución, había sido alabado pocos días antes por haber asistido a los actos conmemorativos de aquélla. ¿Por qué Zapatero calificó ese gesto de Ibarretxe como de «gran trascendencia histórica» cuando sabía que se trataba de una exhibición hipócrita ya que el día 26 iba a presentar su plan separatista? ¿A quién quiso engañar Zapatero? y ¿por qué hay gentes que tienen que justificar siempre a los nacionalistas incluso en momentos de graves agresiones a la Nación española y a la convivencia?

Este episodio es muy expresivo de lo que han sido las relaciones entre los partidos estatales y los nacionalistas durante este cuarto de siglo y las que -me temo- van a seguir siendo en el futuro a pesar de todo. La experiencia me dice que los socialistas y comunistas no van a cambiar de actitud. Desde la promulgación del Estatuto de Guernica hasta hoy en que los nacionalistas ya la dan por muerto (Otegi dixit), la actitud de la izquierda ha sido de cesión, de entreguismo. Con la excepción de algunos como Redondo, la izquierda ha concedido siempre un plus de legitimidad a los nacionalistas y no ha sido capaz de imaginar un País Vasco sin la hegemonía de los nacionalistas. Por todo eso hemos llegado a este punto. Y por errores tan graves como considerar democráticos a los nacionalistas y distinguir entre ellos según el papel que conceden a la violencia. El hecho es que el proceso que arrancó con la concesión del Estatuto de Guernica no ha servido para aplacar las exigencias nacionalistas y afianzar el Estado sino que ha sido utilizado para debilitarlo, liquidar el imaginario colectivo español e inventar otro a la medida del odio. Los 25 años de Estatuto han servido para preparar el asalto al Estado.

En todo este tiempo los llamados constitucionalistas fueron aceptando el proceso hasta el pacto de Estella, es decir, hasta el momento en que los nacionalistas no pudieron seguir representando la ficción de moderados y violentos, institucionalistas y partidarios del terror y aún después seguimos asistiendo a pactos como los de Álava entre el PSOE y el PNV... en vísperas de la presentación del plan separatista. Y ciertos medios periodísticos siguen pidiendo «diálogo».

Se dice que este Plan es inviable porque tiene enfrente al Estado de Derecho. Pero ¿hay alguien que puede creer esto cuando ve a Otegi, al ilegalizado Otegi, en el Parlamento vasco? ¿Se les puede pedir a los ciudadanos españoles que tengan confianza en el Estado de Derecho cuando ven en qué queda la Ley de Partidos y asisten a esta humillación institucional?

Pero si la presencia de Otegi en el Parlamento vasco es ominosa, ¿qué decir de la exhibición de debilidad de los constitucionalistas a la hora de formular sus argumentos en contra del Plan? En vez de acudir a la idea de Nación como expresión de la voluntad de todos los españoles y a la aplicación de los medios que dota la Constitución al Gobierno para hacerla respetar, se recurre a argumentos técnicos, a posibles recursos jurídicos a argumentos anecdóticos relacionados con la inviabilidad económica de un Estado vasco independiente o la imposibilidad de su incorporación a la Unión Europea... Como señalaría un escolástico, demasiados y demasiado variados los argumentos para que no se desconfíe de ellos tratándose de una causa tan clara.

Los nacionalistas «nos» conocen bien. Tienen el tiempo a su favor. Y una estrategia clara. Han matado el Estatuto de Guernica y van a jugar con la independencia «como si» ya la tuvieran. Esperan la división de los contrarios y el apoyo de otros nacionalistas. Están en el poder y, como digo, tienen a su favor el tiempo, el que necesita su programa máximo. Si les dejamos.