MARAGALL LLAMA A ANDALUCÍA

 

 Artículo de César ALONSO DE LOS RÍOS  en  “ABC” del 10/08/04

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Pasqual Maragall ha desarrollado «in extenso» su idea de la España plural, plurinacional y a la carta en un seminario de El Escorial. Y ¿qué se puede concluir de sus palabras? Que su misión histórica es la de llevar a cabo lo que Jordi Pujol no consiguió en veinte años porque o no quiso o no pudo recurrir a la que para él es la clave de esta conversión del Estado y que no es otra sino la voluntad de Andalucía. Así que su diferencia con el convergente reside en que él traslada la responsabilidad de la misión histórica de integrar los diversos territorios (ya se trate de nacionalidades, regiones o archipiélagos) en un conjunto cómodo para todos. Si Andalucía no asume esta misión -dice Maragall-, habrá negado la capacidad para la diversidad, se habrá opuesto a ella, y, de ese modo, será la responsable de que retrocedamos al funesto conformismo de la era Pujol.

Yo siempre he pensado que el drama de los políticos nacionalistas catalanes viene de su personalidad hamletiana en el sentido de que son incapaces tanto de separarse de España como de renunciar a la independencia. Esta duda exasperante, este vivir morboso entre los deseos y la realidad, este vivir desviviéndose que no tiene que ver con el de un místico sino con el de un contable. Pero Pasqual Maragall ni siquiera da la talla del que se desgarra en función de la cuenta de resultados: traslada su problema a otros, en este caso, a Andalucía, así en abstracto. Ella será la culpable si no pone su peso en el platillo catalán frente al unitarismo de los españolistas. Al tiempo -¡qué pillín!- halaga al Sur al hacer recaer la tarea sobre sus espaldas: Andalucía puede reclamar el título de «nacionalidad», ya que tiene una cultura suficientemente fuerte para reclamarlo.

MARAGALL pretende resolver sus aspiraciones «nacionales» gracias a la intervención de otro «territorio». Esto no está en Gellner ni en ninguno de los Historiadores de los nacionalismos. Hablando coloquialmente, es una frescura. Hasta ahora los nacionalistas catalanes se habían querido aprovechar del terrorismo vasco como punta de los otros nacionalismos. ETA va con el machete abriéndose camino en la selva y detrás vienen Ibarretxe, Pujol, Beiras... Ahora Maragall propone que los vascos ensayen una fórmula euroregional, una superación fáctica de los Pirineos paralela a la que él va a intentar al poner una delegación en Perpiñán y al traer el agua del Ródano...

CON esta mezcolanza de pillería, arbitrismo y calculada confusión, Maragall salta por encima de lo que puedan opinar los franceses desde Le Pen a los trotskistas; asimila la voluntad de Andalucía a la del socialismo andaluz; da por supuesto que «el resto» de «los terrirorios» estén por la labor de considerarse partes de esta cuarta nación o nacionalidad española.

Pero, ¿por qué tanto arbitrismo y tanta arbitrariedad? Sencillamente porque Pasqual Maragall, al igual que todos los nacionalistas catalanes, es consciente de que Cataluña ya no es lo que fue, ya no es la locomotora de la economía española como en otros tiempos y, por tanto, ni siquiera puede permitirse el lujo de desgarrarse hamletianamente entre su aspiración a la independencia y sus intereses económicos. En el pasado hubo argumentos para despegarse del «lastre» que representaba el «resto» (en realidad era un mercado cautivo que explicó su desarrollo). Ahora ni eso. Por esa razón Maragall recurre a Andalucía. Por eso quiere que Chaves repita con Zapatero a escala nacional la fórmula que él ha ensayado con el charnego Montilla a escala catalana.