DURAO
BARROSO, EL DE LA FOTO DE LAS AZORES, AL CIELO EUROPEO
Artículo de Luis María ANSON, de la Real Academia Española,
en “La Razón” del 7-7-04
Con un
comentario a pie de título:
"¡OTAN, DE ENTRADA NO!", "¡NO A LA
GUERRA!","¡ASESINOS!"."!ZP, NO NOS
FALLES!" "¡TROPAS ESPAÑOLAS FUERA DE
IRAK!", "¡TROPAS MULTINACIONALES A IRAK!" ,"¡TROPAS
ESPAÑOLAS A AFGANISTAN!"
¡IROS A FREIR PUÑETAS!
(L. B.-B. 7-7-04, 11:00)
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Se callan como putas. Y además le votan. Pero bueno, ¿no fue Durao Barroso el más firme defensor de las tesis americanas
sobre Iraq? ¿No fue el anfitrión del encuentro de las Azores? ¿No estuvo
presente en la foto que resumía la firmeza de las potencias para liquidar al
dictador Sadam Husein?
¿Qué escándalo habría organizado el PSOE en la oposición si
el PP en el poder hubiera votado a favor de Durao
Barroso para presidir la comisión europea? La vociferación callejera,
Llamazares descamisado, las lesbianas en pelota picada con los pechos en
puntas, los gays desorbitados, Bardem
en delirio, Zapatero entre los agitadores, las calles tomadas, la protesta en
paroxismo... Durao Barroso, el gran partidario de la
guerra de Iraq, encumbrado a la presidencia ejecutiva europea. ¿Qué osadía! ¿Qué atentado contra
los derechos humanos! ¿Que
le juzguen, que le juzguen, que le acusen de atentar contra los derechos
humanos ante el Tribunal Penal Internacional, diría Carod Rovira, el reputado
negociador con Josu Ternera, ese hombre de Estado!
Pero ahora están en el poder. Durao
Barroso es el amigo portugués al que hay que apoyar aunque los cabroncetes
europeos hayan postergado a Javier Solana. Ahora hay que decir que sí al envío
de tropas a Asia, con grave riesgo de muertos entre nuestros soldados y
represalia terrorista en España. Hay que decir que sí a Durao
Barroso, anfitrión de la foto de las Azores. Hay que decir que sí a todo lo que
se dijo que no y puede traer ahora consecuencias negativas. Ah, la política,
esa vieja ramera que hace la calle siempre dispuesta a bajarse las bragas para
favorecer el trato si el cliente paga a buen precio los servicios de la
indignidad y la carne trémula.