SEGUIRÁN ASESINANDO
Artículo de Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “La Razón” del 05/10/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
La vía para debilitar a Eta no era la de las
concesiones de UCD, la de la amnistía, los indultos, los extrañamientos, el
indecente pasteleo, los entierros vergonzantes de las víctimas a las cinco de la
madrugada, la negociación a hurtadillas, la decisión de que la Guardia Civil
disparara con bolas de goma a los etarras para no hacerles pupa. Suárez, Martín
Villa, Rosón habían sido fascistas y para que no les recordaran el vergonzoso
pasado se hincaron de hinojos y establecieron una política de debilidad y de
acomplejamiento que robusteció extraordinariamente a la banda y que, en
definitiva, condujo al intento de golpe de Estado del 23-F porque la mayoría de
los asesinados eran militares.
La vía para debilitar a Eta tampoco era la del crimen de Estado, los
escuadrones de la muerte, el siniestro Gal. Felipe González se equivocó y la
banda terrorista salió robustecida por los que, sin duda con la mejor de las
intenciones, marginaron el Estado de Derecho.
La vía para fragilizar a Eta es la social, como ocurrió tras el asesinato de
Miguel Ángel Blanco. Es la política con la alianza antiterrorista de los grandes
partidos y el entendimiento con Francia. Es la jurídica con la deslegalización
de Batasuna, la dispersión de presos, la detención de los cómplices de los
etarras, el endurecimiento de las penas. Es, en fin, la policial, con la
persecución desde la ley y sin salirse nunca de la ley, de los terroristas,
desarticulando la kale borroka y rastreando a las alimañas hasta sus
madrigueras, sin concesiones ni debilidades ni negociaciones ni actitudes
progres comprensivas.
¿Quiere decir esto que Eta está liquidada o lo estará en poco tiempo? Pues
no. Eta es una banda mafiosa engranada ya en una maquinaria internacional de
delincuencia organizada y narcotráfico. Llegará el día, si se hace una política
inteligente, en que se desintegrará porque nada dura indefinidamente. Pero hasta
entonces seguirá asesinando, aunque lo haga ya con menos eficacia. Hace meses
que Eta no mata pero no porque no lo haya intentado. Los últimos atentados le
fallaron, y entre ellos el que, con una furgoneta de 500 kilos de explosivos,
poco antes del 11-M, un comando enloquecido había proyectado volar La Razón y
los edificios colindantes a nuestro periódico. Ante la banda terrorista no se
puede bajar un segundo la guardia. Eta es una sangre sin fin que se derrama.