EL BNG EN SU LABERINTO
Artículo de PEDRO ARIAS VEIRA en “La Voz de Galicia” del 07.09.2003
EL primer BNG dirigido por los
radicales de la UPG partió con un reducido respaldo electoral. Sólo tres
diputados en 1981 que se reducirían a uno en la siguiente convocatoria debido a
los excesos de sus líderes. Ese único diputado fue Beiras, que venía a su vez de
experimentar un serio revés en las primeras generales, cuando su partido, el
PSG, no alcanzara representación parlamentaria. El acuerdo Beiras-UPG en 1985
fue un pacto de debilidades, una promesa de imagen junto a una organización
minoritaria. Al principio no funcionó, esa convocatoria fue el gran momento del
nacionalismo moderado de González Mariñas, que acabaría frustrado por
desavenencias internas. La travesía en el desierto continuó en las municipales
de 1987; ni con Beiras se recuperaba el BNG. Y en esto llegó don Manuel. Las
autonómicas de 1989 fueron las primeras de Fraga, un candidato polarizador de
alternativas electorales. Con grandes afinidades y equivalentes rechazos,
facilitó que los más opuestos a su figura vieran en la opción más radical un
contrapeso a lo que entendían como una involución, un retorno al pasado. A
partir de entonces comenzó la larga marcha ascendente de Beiras y el BNG.
La crisis del
PSOE fue otro factor imprescindible para su éxito. Enfangado en la corrupción,
en el terrorismo de Estado y el desvarío económico; y dividido en su
organización gallega, dejó un vacío abismal en la oposición gallega que el BNG
iría ocupando con absoluta predictibilidad. Hasta que en septiembre del 2001,
poco antes de las autonómicas, apareció Bin Laden y su ataque terrorista a EE.
UU. En un contexto tan crítico el voto polarizado y radicalizado podría traer
consecuencias inesperadas. El PP sufrió una inflexión electoral, pero también el
BNG. Por vez primera los grandes adversarios, Fraga y Beiras, perdieron votos.
El desconcierto se apoderó de sus formaciones y pactaron una provisional luna de
miel en la fragilidad política. El Prestige la rompió, el BNG propició la
Plataforma Nunca Máis y creyó recuperar la senda perdida. Pero en las
municipales Beiras apareció desautorizado por la bicefalia con Anxo Quintana. El
tándem no funcionó y el bajo perfil de los candidatos locales y la deficiente
gestión de las alcaldías, provocó su más grave crisis urbana.
Los tiempos han
cambiado y exigen medidas de difícil encaje para el BNG. La elección de Rajoy
anuncia una renovación del PP gallego o la era postfraga. No contará ya con esa
baza. Tampoco con alcaldías estrellas urbanas. La economía funciona y el
nacionalismo se ha convertido en España en un factor desestabilizador. Queda la
nueva crisis del PSOE, pero con matices. Y el BNG está en el laberinto de la
indefinición de su propia oferta, la que nunca ha explicitado ni puesto en
práctica con éxito. Apoyándose sólo en la crítica, ha postergado la tarea de
formular alternativas convincentes capaces de superar los aciertos de sus
competidores. Es su asignatura pendiente, la clave de su encrucijada.