NO APRENDEREMOS

Artículo de JOSEBA ARREGI en "El Correo" del 18-12-02

ETA ha vuelto a matar. Ha asesinado a un guardia civil que cumplía su obligación. Ha dejado herido a otro. Es tanta la presión que ejerce sobre la mayoría de nosotros el convencimiento de que ETA es invencible, o es tanto, al parecer, el deseo, la voluntad, la quimera o el interés de que ETA no acabe gracias a la labor policial, que durante las últimas semanas se especulaba en voz alta sobre una tregua tácita de ETA. Incluso había quienes pedían que se entendiera bien la forma de hablar de ETA al no cometer atentados: como invitación al diálogo. Cualquier cosa con tal de no pensar que la no actividad de ETA pudiera deberse a la labor policial.

Pero no aprenderemos nunca. Porque ETA cuando mejor y más claro habla es cuando mata. También tiene la virtud, desgraciada para todos nosotros, de decir su verdad subjetiva cuando habla y escribe comunicados: ETA dice lo que piensa, y hace lo que dice. Pero sus comunicados se prestan a interpretación. Y aunque también hay quienes se ponen a interpretar sus acciones, sus asesinatos, ETA pone bien claramente de manifiesto que lo que quiere es lo que siempre ha querido: una sociedad vasca homogeneizada en su sentimiento de pertenencia, y a partir de ahí, una sociedad sin diferencias, unificada, constituida como nación soberana, cerrada sobre sí misma y sometida a la fiscalización de ETA.

Y cuando se quiere algo así matando, no hay términos intermedios, no hay negociación posible, nada está abierto al diálogo que exige cesión de razón, de voluntad, de metas, de planteamientos. ETA habla cuando mata, y dice que o todo o nada. Lo acababa de decir en el último comunicado criticando la propuesta de Ibarretxe. Lo hace ahora aún de forma más clara matando.

Dicen algunos que ETA ha aprendido del maestro Mao Tse Tung que lo más importante para el terrorista es engañar al enemigo. En este sentido ETA lo ha tenido muy fácil: con qué poco esfuerzo por su parte nos dejamos engañar. Nos dice una y otra vez lo que es y lo que quiere, y nosotros empeñados en ver otra cosa, en entender otra cosa. Por progresismo, por razones éticas, por ampliar el consenso, porque sobre la derrota policial de ETA no se puede construir la sociedad vasca, porque ETA responde a un conflicto político. Todo menos ver la realidad de ETA cuando mata.

No aprenderemos nunca. ETA responde a un planteamiento totalitario en el que se mezclan el nacionalismo radical, el marxismo y el nihilismo de quien cree que puede construir la historia desde cero, siendo la misma ETA el punto absoluto de comienzo. ETA ha transformado el marxismo hasta hacerlo irreconocible. ETA se ha apropiado del nacionalismo y lo ha hecho también irreconocible. Lo único que no ha cambiado ETA es el nihilismo.

Pero no queremos aprender. Y el nacionalismo no quiere aprender: que el nacionalismo se tiene que reformular desde la distancia radical para con ETA. Que si ETA quiere una sociedad homogénea en el sentimiento de pertenencia exclusivo a la nación vasca, que si ETA quiere impedir la consolidación de las instituciones estatutarias, que si ETA quiere destruir el Estatuo de Gernika y sus instituciones, es precisamente todo eso lo que hay que defender. Del enemigo el consejo. ETA nos indica dónde está el interés de todos lo que no somos ETA. Y la defensa del Estatuto y de sus instituciones es la derrota de ETA. Cualquier otra cosa significa que ETA no ha sido derrotada.

A estas alturas de la historia debiéramos haber aprendido que con ETA sólo vale su derrota. Una derrota que incluya también tomar conciencia de cuántas victorias parciales le hemos concedido ya: en el lenguaje, en la fijación de agenda, en los temas que discutimos, en la anormalidad que hemos permitido que se vaya instalando en casi todos los ámbitos de la vida social y política vasca.

El día 22 de diciembre está convocada una manifestación para decir 'ETA kanpora'. Después del asesinato del guardia civil Antonio Molina Martín ya nadie puede sentirse tentado de no acudir a esa manifestación. Como tampoco nadie puede ceder a la tentación de utilizar la manifestación para algo distinto a proclamar la necesidad de acabar con ETA.

No estaría nada mal que la manifestación del día 22 fuera un punto inicial para recuperar, probablemente con muchas dificultades, la perdida unidad democrática frente a ETA. Desde que se perdió muchas son las piedras que como obstáculos insalvables se han ido poniendo en el camino de recuperar esa unidad.

Y sin embargo la derrota de ETA exige recuperar la unidad de todos los demócratas contra ETA. Porque ETA puede ser derrotada. Para ello hacen falta, sin embargo, que se cumplan tres condiciones: seguir mejorando la labor policial, su coordinación, su profesionalidad; recomponer la unidad de todos los partidos democráticos contra ETA; deslegitimar los planteamientos de ETA en su conjunto. Cada uno tendrá que saber en cuál de las tres condiciones radica su responsabilidad mayor.