EUROPA Y AMÉRICA DEBEN PERMANECER UNIDAS

 

Carta a la opinión pública de J. M. AZNAR, J. M. DURÃO BARROSO, S. BERLUSCONI, T. BLAIR, P. MEDGYESSY, L. MILLER, A. F. RASMUSSEN Y V. HAVEL, en "El País" del 30-1-03

 

José María Aznar, presidente del Gobierno español; Jose-Manuel Durão Barroso, primer ministro portugués; Silvio Berlusconi, primer ministro italiano; Tony Blair, primer ministro británico; Peter Medgyessy, primer ministro húngaro; Leszek Miller, primer ministro polaco, Anders Fogh Rasmussen, primer ministro danés y Vaclav Havel, presidente de la República Checa.

El vínculo que une a los Estados Unidos y a Europa son los valores que compartimos: la democracia, la libertad individual, los derechos humanos y el Estado de derecho. Quienes zarparon de Europa y ayudaron a crear lo que ahora son los Estados Unidos de América llevaron con ellos estos valores al otro lado del Atlántico. Hoy estos valores están más amenazados que nunca. Los ataques del 11 de septiembre nos enseñaron hasta dónde están dispuestos a llegar los terroristas, los enemigos de estos valores comunes, en su afán de destruirlos. Estas atrocidades fueron un ataque contra todos. La reacción de los Gobiernos y de los pueblos de Europa y Norteamérica, defendiendo con firmeza estos principios, mostró la fuerza de nuestras convicciones. Hoy más que nunca el vínculo transatlántico es una garantía de nuestra libertad.

La relación entre Europa y los Estados Unidos ha sobrevivido al paso del tiempo. Gracias al valor, la generosidad y la visión de futuro de los norteamericanos, Europa se libró de las dos formas de tiranía que han devastado nuestro continente en el siglo XX: el nacionalsocialismo y el comunismo. Gracias también a la continua cooperación entre Europa y los Estados Unidos hemos podido garantizar la paz y la libertad en nuestro continente. La relación transatlántica no debe convertirse en una víctima de los constantes intentos del actual régimen iraquí de amenazar la seguridad mundial.

En el mundo de hoy, más que en ningún otro momento, es vital que preservemos esa unidad y cohesión. Sabemos que el éxito en la lucha cotidiana contra el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva exige que todos los países para los que la libertad es el bien más preciado mantengamos una determinación sin fisuras y una firme cohesión internacional.

El régimen de Irak y sus armas de destrucción masiva representan una amenaza clara para la seguridad mundial. Así lo han reconocido expresamente las Naciones Unidas. Todos estamos obligados por la Resolución 1.441 del Consejo de Seguridad, aprobada por unanimidad. Desde entonces, en la Cumbre de la OTAN de Praga y en el Consejo Europeo de Copenhague, los europeos hemos reafirmado nuestro apoyo a la Resolución 1.441, nuestro deseo de proseguir por el camino de la ONU y nuestro apoyo a su Consejo de Seguridad.

Hemos enviado así un mensaje claro, firme e inequívoco de liberar al mundo del peligro que supone la posesión por parte de Sadam Husein de armas de destrucción masiva. Debemos permanecer unidos insistiendo en el desarme del régimen iraquí. La solidaridad, cohesión y determinación de la comunidad internacional constituyen nuestra mejor esperanza de conseguirlo de forma pacífica. Nuestra fuerza está en la unidad.

La combinación de armas de destrucción masiva y terrorismo supone una amenaza de consecuencias incalculables. Todos debemos sentirnos preocupados. La Resolución 1.441 es la última oportunidad que tiene Sadam Husein de desarmarse por medios pacíficos. En sus manos está impedir una confrontación mayor. Por desgracia, los inspectores de armas de la ONU han confirmado que Sadam Husein sigue manteniendo la misma actitud de siempre: engaño, rechazo e incumplimiento de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Europa no tiene nada en contra del pueblo iraquí. De hecho, es la primera víctima del actual régimen brutal. Nuestro objetivo es salvaguardar la paz y la seguridad mundiales asegurando que este régimen entrega sus armas de destrucción masiva. Nuestros Gobiernos comparten una misma responsabilidad: plantar cara a esta amenaza. Si no lo hacemos seremos negligentes con nuestros propios ciudadanos y con el mundo.

La Carta de las Naciones Unidas encomienda al Consejo de Seguridad la tarea de preservar la paz y la seguridad internacionales. Para ello es esencial que el Consejo de Seguridad mantenga su credibilidad a través de la eficacia plena de sus Resoluciones. No podemos tolerar que un dictador viole sistemáticamente estas Resoluciones. Si éstas no se cumplen la credibilidad del Consejo desaparece y, por tanto, la paz mundial se verá afectada. Estamos convencidos de que el Consejo de Seguridad sabrá hacer frente a sus responsabilidades.