ZAPATERO EN LA BARRERA, AZNAR EN EL BURLADERO

 

ROBERTO L. BLANCO VALDÉS en “La Voz de Galicia” del 02.07.2003

 

 

ZAPATERO tenía el lunes dos alternativas: una buena y una mala. Incomprensiblemente optó por la peor e hizo el debate que convenía a su adversario. Si el lance hubiera sido taurino y no parlamentario, podría decirse que Zapatero se empeñó en torear en la barrera (el lugar más peligroso de la plaza) mientras Aznar se cuidaba de tener siempre a mano un burladero en el que protegerse de las ocasionales embestidas del líder socialista. Y no se puede torear a un gran marrajo metido en la barrera.

El presidente abrió el duelo como era de esperar: describiendo Disneylandia. Todo va bien, todo es perfecto...y lo que ni es perfecto ni va bien o es culpa de los elementos (el Prestige ), o consecuencia de la fatalidad (los accidentes) o responsabilidad del Partido Socialista (la crisis de Madrid). Cuando Aznar se bajó de la tribuna, la trampa estaba colocada y sólo faltaba que Zapatero mordiera el anzuelo convirtiendo Disneylandia en Infernilandia . Y lo mordió.

Los 44 minutos que duró su discurso de replica al de Aznar fueron así una sucesión de acusaciones de autoritarismo, incompetencias y mentiras, donde lo obvio se mezclaba con lo difícil de creer, sin que se pudiera distinguir qué es lo que el líder socialista considera al día de hoy importante y secundario, y qué remedios tiene pensados para que todo lo que a su juicio marcha mal (es decir, todo) mejore en el futuro.

Zapatero podía haber intentando desmontar el panorama idílico pintado por Aznar: ello hubiera exigido aceptar que sobre lo que va bien no hay que discutir y centrarse, por tanto, en lo que va mal a todas luces. Pero no: el dirigente socialista decidió ir picando un poco en cada cosa, dejando a Aznar la ocasión de entrar en tromba contra él en la primera de sus réplicas, y cerrándose ya la posibilidad de contrarreplicar sobre todo lo apuntado cuando le toco el turno de intentarlo. En ese momento Zapatero no tenía tiempo para elegir entre lo importante y lo accesorio y, ya perdido, se lanzó a hablar de la reforma del Senado. ¡A estas alturas!

Y mientras Zapatero hablaba de ese tema apasionante, cerca de allí, en la Asamblea de Madrid se preparaba la culminación de una de las más sucias operaciones contra la democracia producidas en España. Todo sin que Aznar se dignara dar ni una sola explicación no ya sobre las implicaciones de su partido en el golpe de mano de Madrid, sino siquiera sobre el juicio que le merecía esa nueva convocatoria electoral forzada sólo para que el PP pueda ganar lo que perdió. ¿Dónde estaba Aznar mientras Zapatero hablaba ya de todo...y de nada al mismo tiempo? Pues en el burladero. ¡Y nunca mejor dicho!