¿AHORA SE SENTARÁN?

 

  Artículo de ROBERTO BLANCO VALDÉS  en “La Voz de Galicia” del 09.07.2003

 

LA TENTACIÓN es la de gritar «a buenas horas, mangas verdes». Pero, gente pacífica, optaremos por el más moderado «es mejor tarde que nunca». Sí, aunque tarde -con veintitantos años de retraso- el Consejo de Europa, a través de su Comisión contra el racismo y la intolerancia, ha reconocido lo que en España es un clamor: su inquietud «por la existencia de un nacionalismo agresivo en el País Vaco, donde una parte importante de la población no nacionalista es objeto de exclusión social y de amenazas, en algunos casos con violencia que se cobra víctimas mortales». Para ser precisos: en cerca de mil casos. Tantos, que el adverbio algunos utilizado por la Comisión llega a ser casi ofensivo.

Como ofensivo es, sin ningún género de dudas, el desconocimiento -que sólo de la insolidaridad puede nacer- del drama inmenso que vive el País Vasco desde que ETA comenzará a enlosar con sangre y sufrimiento su camino hacia el infierno.

Anasagasti decía el otro día en el Congreso que la convivencia en el País Vasco se había deteriorado como nunca. Es ese un argumento que solemos escuchar. Pero no es cierto. La verdad es, muy por el contrario, que los actos de violencia callejera y los atentados terroristas, sin cuya completa eliminación no es posible convivencia alguna digna de tal nombre, han disminuido hasta cotas desconocidas hasta ahora.

¿Por qué, pues, parece verosímil la afirmación de Anasagasti? Pues porque se ha incrementado la tensión entre el mundo nacionalista y el no nacionalista como consecuencia de un hecho que ha supuesto un giro radical en la vida política de Euskadi: que las víctimas han dicho ¡basta ya!. Sí, han dicho se acabó el vivir amenazados cuando todo el mundo sabe quién es el que amenaza y quién se beneficia del ambiente que las amenazas acaban generando. Se acabó el tolerar la chulería de los matones que se reúnen en lugares conocidos, mientras sus víctimas malviven casi en la clandestinidad.

¿O es que nadie se acuerda ya de cuando en el País Vasco los familiares de las víctimas enterraban a sus muertos sin hacer ruido, no fuera a ser que los amigos de los criminales acabasen enfadándose?

En el País Vasco se ha producido al fin una revolución tranquila que ha terminado por romper la costra de silencio que había permitido que allí ocurriesen cosas inconcebibles en cualquier sociedad libre y democrática. Es eso, y no la supuesta política antinacionalista del PSOE y el Partido Popular, lo que ha generado una tensión, la de la libertad, que intenta hacerse sitio en medio del silencio generado por el miedo. No está mal que el Consejo de Europa, aunque sea con tantos años de retraso, lo reconozca claramente.