¿QUÉ DEFENSA PARA QUÉ EUROPA?

 

La nueva UE habrá de reforzar su autonomía militar ante EEUU a pesar del Reino Unido si quiere ser un centro de poder del mundo

 

  Artículo de Josep Borrell, diputado del PSC-PSOE por Barcelona, en “El Periódico” del 07.05.2003



Durante la guerra fría estaba clara cual era la amenaza para la Europa democrática y su defensa se confundía con la de EEUU. Pero desde entonces europeos y estadounidenses han seguido un largo camino de divergencias cuya última etapa ha sido la propuesta que Francia, Alemania, Bélgica y Luxemburgo acaban de hacer en su reunión de Bruselas para crear un pilar europeo dentro de la OTAN.
El Gobierno y los parlamentarios del PP han descalificado esa iniciativa por su insuficiente dimensión europea y su irrelevancia estratégica, haciendo jocosas referencias a la trascendencia de la banda de música que Luxemburgo podría aportar a la petite armée (en relación a la grande armée con la que Napoleón invadió Rusia). EEUU y el Reino Unido, los otros dos componentes del "trío de las Azores", también han manifestado sus recelos.

¿POR QUÉ? ¿Qué es lo que proponen unos y por qué se oponen otros? Si nos atenemos a los textos de anteriores acuerdos del Consejo Europeo no hay razones para el escándalo. En junio de 1999, cuando, después de demostrarse la impotencia europea, las bombas de la OTAN caían sobre Kosovo, los jefes de estado y de gobierno acordaron que "la UE debe tener capacidad de actuar de forma autónoma, respaldada por una fuerza militar creíble, la capacidad para usarla de forma rápida y eficaz, para responder a crisis internacionales, sin perjuicio de las actuaciones de la OTAN". Este texto, suscrito también por Aznar, es prácticamente el mismo que Chirac y Blair acordaron en la cumbre de Saint Maló (diciembre de 1998), por el que el Reino Unido revisaba su tradicional oposición a una capacidad militar europea.
La iniciativa tomada por los cuatro países en Bruselas es absolutamente compatible con estos acuerdos. El problema es que al llevarlos a la práctica surge permanentemente el problema de la relación con la OTAN y el papel crecientemente dominante de EEUU en esa organización. Digan lo que digan esos acuerdos, la realidad es que para el Reino Unido la OTAN es la única organización capaz de asegurar la defensa colectiva de Europa, tanto ahora como durante la guerra fría, aunque el enemigo ya no sea el mismo y a veces no sepamos quién es.
Al Reino Unido ya le parece bien que la UE mejore su capacidad de intervención militar, a ver si así Alemania, que gasta en defensa el 1% de su PIB, comparte el esfuerzo de los contribuyentes británicos, que pagan más del 2,5% del suyo. Pero en ningún caso entrando en competición con la Alianza Atlántica y sin cuestionar el partenariado estratégico con EEUU. Tan sólo en estas condiciones apoya la creación de una fuerza de reacción rápida de 60.000 hombres, decidida en 1999, pero que todavía no es operativa.
Tras el 11-S, Afganistán e Irak queda claro para algunos europeos que la OTAN está constituida por una superpotencia y otros 18 países que no son consultados ni utilizados. Para EEUU la paz en el mundo se confunde con su propia seguridad, y para conseguirla da preferencia a las soluciones militares frente a las políticas y las lleva a cabo mediante coaliciones diseñadas para cada misión. A esta situación no es ajeno el que la UE gaste en defensa la mitad que EEUU con una eficacia 10 veces menor.

EUROPA, EN cambio, no puede concebir su seguridad sino en un mundo multipolar en el que las exigencias de esa seguridad sean conciliables con la de los demás. Y aquí es donde las diferencias entre la Europa carolingia de Chirac y la Europa atlantista de Blair se han manifestado de forma tajante. Los de Bruselas defienden un mundo multipolar en el que Europa juegue un papel propio, no necesariamente opuesto, pero sí autónomo, del de EEUU. Es una vieja ambición gaullista que resurge del brazo con Alemania.
El Reino Unido no quiere un mundo multipolar, y Blair no puede decirlo más claro. Lo considera hasta peligroso porque sería una vuelta al viejo equilibrio entre imperios. Quiere un mundo unipolar, el de las democracias liberales, donde EEUU y Europa estén juntos frente a los fundamentalistas y terroristas. Tampoco hay nada nuevo, Churchill ya nos advirtió que si Inglaterra tuviese que escoger entre el continente y el Atlántico escogería lo segundo.
Un gobierno socialista español debiera asumir la opción que hoy encabezan Francia y Alemania. Pero Blair es el más proeuropeísta de todos los líderes británicos conocidos y previsibles, aunque su idea de Europa no coincida con la de los grandes países continentales y no es seguro, después de la ampliación, cuál será mayoritaria. Este interrogante es el que da toda su dimensión histórica a los trabajos de la Convención Europea.