ESPAÑA, DE NUEVO AISLADA
Artículo de FRANCISCO IGNACIO DE CÁCERES en “El Diario Montañés” del 11-6-04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Las elecciones se han hecho para elegir, y por
eso el derecho y el deber del elector consiste en votar. Esto, que es casi
perogrullesco, no es tan fácil cuando el objeto no está todo lo claro que
debería estar. De ahí la abstención prevista, aunque el CIS avance intenciones
de voto más bien increíbles. ¿Qué se juega en estas elecciones? O, más
exactamente, ¿qué nos jugamos los españoles? La misma pregunta implica la
respuesta: nos jugamos el porvenir de España en el momento en que varios errores
en cadena nos han dejado en una situación realmente complicada: aislados en
Europa, menospreciados por Estados Unidos y enfrentados a las amenazas del Norte
de Africa.
Europa no es propiamente una patria, sino un gran mercado donde se gana y se
pierde. Por ello, lo más importante es asegurar el mantenimiento de lo
conseguido por España en estos años, sus actuales niveles económico y social
-menos paro y más empleo: eso es política social, y lo demás es cuento- para que
España tenga más peso en las discusiones sobre porcentajes de decisión y niveles
de bloqueo. Desde los Tratados de Roma de 1957, Europa ha avanzado mucho, pero
apenas ha superado el nivel de mercado común porque le falta el imprescindible
aglutinante de un proyecto político. Para eso, dicen, está la Constitución
europea, pero esta no entra tampoco en lo profundo de la cuestión. A falta de
ideario político, lo que cuentan son los votos en el consejo de esta Sociedad
Anónima que llamamos Unión Europea, en la que Francia y Alemania apuestan por la
'Europa de dos velocidades', donde ellas encabezan la primera. Ceder a este
juego descarado, desbloqueando el 'no' de Aznar en Niza, ¿es «volver a Europa»?
En estas condiciones ¿pueden ser Francia y Alemania nuestras aliadas? ¿Hay que
elegir entre Europa y Estados Unidos, que son dos caras de la misma moneda y no
los encarnizados rivales como algunos pretenden? Por todo ello hay que votar el
día 13.
Repasemos lo sucedido durante los dos últimos meses. Un macroatentado mata a
casi 200 personas en Madrid. Las elecciones dan un vuelco y el candidato
socialista a presidente del Gobierno declara en su discurso de investidura -que
no es una mera charla de café- su intención de proceder a la retirada de las
fuerzas españolas de Irak el 30 de junio, si para entonces la ONU no ha resuelto
intervenir en el conflicto. Pero ZP no espera al plazo prometido por él mismo.
Por sorpresa, un domingo, anuncia la retirada inmediata. Es una bofetada no sólo
a Bush, sino a los Estados Unidos, como lo demuestra que también el candidato
demócrata en las próximas presidenciales, Kerry, le recomendase a ZP
reconsiderar la retirada. Y, ahora, la gran sorpresa: la ONU aprueba por
unanimidad la intervención de fuerzas extranjeras en Irak bajo su control...
Aunque el ridículo no mata, dicen, es un síntoma de nuestra actual devaluación
internacional. ¿Nos amenaza la cólera americana? Todos tranquilos, dice ese
genio de la diplomacia, que es Moratinos. Fue a Washington y volvió diciendo que
Powell cuenta con él -el amigo de Yaser Arafat- para mediar entre palestinos y
judíos, y que la ONU no iba a tomar ninguna resolución sobre Irak. Luego va ZP a
Londres y le tutea a Blair (el tuteo anglosajón consiste en llamarle al otro por
su nombre propio) dirigiéndose a él como «Tony», pero éste, fríamente, le
contesta llamándole «presidente» y se permite la ironía de decirle que eso de la
juventud se cura con los años: un circunloquio para llamarle inmaduro e
inexperto. Y de Gibraltar, ni hablar, por supuesto.
La torpe jugada española ha puesto en marcha un mecanismo implacable de
inversión de alianzas. Tengamos presente que del resultado del 14-M se alegraron
los separatistas vascos y catalanes, y los terroristas del Al-Qaeda (con apodos
como 'El tunecino' y 'El egipcio', pero todos marroquíes), pero también el rey
de Marruecos y el Gobierno francés, que no es socialista, en extraña mezcolanza
cuyo denominador común parece ser la satisfacción de ver disminuida a España: en
precipitada huida de Oriente, arrugada frente al terrorismo, cediendo posiciones
en Europa y enfrentada a Estados Unidos. España demuestra su debilidad con la
retirada de Irak -llevo clavada la imagen de ese valiente y leal legionario
haciendo la 'V' de la vergüenza, supongo, ya que no podía ser de la victoria- y
convence a Estados Unidos e Inglaterra de que somos un pueblo y un gobierno
analfabetos en política internacional y, en consecuencia, un aliado poco fiable
para encargarse de un área de tanta importancia estratégica como la nuestra.
No es que Bush esté molesto ni que Rumsfeld nos anuncie otro atentado de
Al-Qaeda para fastidiarnos, sino porque está bien informado. No es por venganza.
La política internacional es más fría que todo eso. Los americanos actúan en
consecuencia y no le van a dar a ZP una segunda oportunidad. Se la dan a
Marruecos y le venden aviones y armas sofisticadas que vuelcan a su favor el
equilibrio estratégico frente a España. Washington cuenta con Mohamed VI, un
musulmán pro-occidental, que necesita ayuda para tener a raya a sus
fundamentalistas. ¿De qué manera? Como siempre: halagando el orgullo
nacionalista de los marroquíes a costa de España. Primero fue Ifni; después, el
Sáhara y la 'marcha verde', por cierto, con logística americana. Ayer, Bush nos
cubrió las espaldas en Perejil, pero hoy no lo haría; ni en Ceuta y Melilla, ni
tampoco en Canarias, más cerca del Sáhara que de la Península, mientras continúa
la invasión silenciosa de los emigrantes marroquíes a través del Estrecho.
¿Y Francia y Alemania, nuestras recuperadas amigas? Ya lo hemos visto. El 60
aniversario del desembarco en Normandía ha sido la ocasión para un reencuentro
de Bush y Chirac, en presencia de Schröder (por primera vez un canciller alemán
en esta efemérides), para enterrar las diferencias surgidas por la guerra de
Irak. Con esta reconciliación y con los grandes intereses franceses en Marruecos
se cierra un círculo del que España queda excluida. Parece que nos hemos caído
entre dos sillas: Europa y los Estados Unidos. Ojalá nos equivoquemos.