DOTES, CAÑAS, ROMANCES Y CALADEROS: APROXIMACION A LA BIOGRAFIA RECIENTE DEL PSOE.

Artículo de Luis Bouza-Brey del 18-6-03.

 

El PSOE está sufriendo una nueva crisis derivada de la estrategia seguida durante la guerra de Irak, de su intento de anticipar el acceso al poder antes de la maduración de las condiciones para ello, de la pérdida consiguiente de apoyos potenciales, y de la emergencia consecuente en su interior de incoherencias y contradicciones. Todo ello debilita la necesaria construcción de una hegemonía que le permita gobernar la sociedad española.

Los dirigentes del PSOE están cometiendo error tras error, como consecuencia de desenfoques reiterados sobre la estrategia, las alianzas, y las políticas a seguir.

Lo expresaré con una analogía: si el PSOE desperdicia su dote y su tiempo corriendo alocado de aquí para allá, dando caña sin ton ni son , y entablando romances efímeros motivados por la erótica del poder, perderá una gran parte de los caladeros de los que dispone en su territorio, y la totalidad de los viveros potenciales del “macizo de la raza”.

 

LA DOTE Y LOS CALADEROS

 

El PSOE ocupó desde comienzos de la transición una posición en el sistema político derivada de haberse convertido, por tradición histórica, en referente de la izquierda española. Pero además, recibió amplios apoyos por su realismo y modernidad, que le transformó en una alternativa verosímil para liderar la transición, una vez que se manifestó el fracaso de la UCD en la construcción de  la democracia.

Pero al cabo de los años, y después de haber realizado el gran objetivo de construir y estabilizar la democracia, comenzaron a manifestarse dos fenómenos en el interior del PSOE derivados de su propio éxito: en primer lugar, los “cien años de honradez” se vinieron abajo como consecuencia de la aparición de fenómenos de corrupción individual derivados de haberse construido como un partido de aluvión en crecimiento vertiginoso, y de la creación por parte de sus dirigentes de un sistema de financiación demencial, “corruptífero” ---no encuentro otro término, disculpen---.

En segundo lugar, el éxito en la consolidación de la democracia y en la estabilización de la economía hicieron emerger en su interior nuevas metas y expectativas que cuajaron en un radicalismo inconsistente, en una búsqueda de antiguas certezas y fórmulas residuales y obsoletas, derivadas de la tradición izquierdista e inaplicables a finales del siglo XX.

En síntesis, el aluvión, la corrupción  y el radicalismo inconsistente y residual acabaron con la hegemonía del PSOE, que no fue capaz de reelaborarse y reconstruirse para dirigir el paso siguiente a la consolidación de la democracia: la construcción de una democracia de calidad y una sociedad y economía de vanguardia entre las sociedades avanzadas del mundo posindustrial.

El PSOE se estancó en actitudes políticas congeladas de primeros de los ochenta, se dividió entre “renovadores de la nada” e izquierdistas retóricos, se empantanó en el inmovilismo, la corrupción y la incapacidad para elaborar un nuevo modelo de desarrollo y terminó por perder el poder frente a una derecha renovada aunque carente de escrúpulos en los métodos para alcanzar el poder.

 

A fin de seguir el hilo de esta reflexión, intentaré bucear ahora en las infraestructuras profundas de nuestra cultura política, procurando extraer esquemas y conclusiones, sin utilizar grandes instrumentos metodológicos ni datos empíricos elaborados, de los que no dispongo ni creo que existan. Utilizaré para ello la intuición empírica y la percepción inmediata de nuestra realidad social.

 

A principios de los años sesenta Ridruejo utilizaba la expresión de “el macizo de la raza” para describir el gran bloque social conservador español que constituía la base y el sustento de la hegemonía de la derecha. Latifundistas del sur y el centro meridional de España; campesinado medio del centro septentional y el Norte; clase media tradicional de todo el país; burguesía comercial e industrial autóctona; grupos funcionales como militares, policías, funcionarios y sacerdotes… todo este conglomerado constituía por aquellos años el “macizo de la raza”. A esta España tradicional, del orden, la frugalidad y la autocontención, el catolicismo, la aceptación de las jerarquías existentes, la unidad uniformadora y el miedo a la libertad, se oponía la España reformadora, laica, hedonista, democrática y pluralista.

Por aquella época ---principios de los años sesenta--- se temía que a cualquier españolito, en el futuro, alguna de las dos Españas volviera a “helarle el corazón”.

 

Desde entonces ha llovido en abundancia, y las cosas han salido mucho mejor de lo que todos esperaban: las dos Españas se han fundido en la democracia y ha emergido un nuevo y amplísimo “macizo de la raza” heterogéneo y moderno, situado entre el tres y el siete de la escala ideológica de las encuestas, y que constituye el “caladero” de la hegemonía a partir del cual se edifica el gobierno democrático de España.

 

                               EI                  I               CI              C            CD              D                    ED     

                                0        1         2          3           4          5         6          7          8          9          10

 

 

 

Ese “macizo de la raza” está constituido básicamente por tres componentes actitudinales: el reformismo social, el liberalismo y el conservadurismo.

 

Pues bien, permítanme dar rienda suelta a la intuición: el PSOE tiene que marcarse como objetivo el  no fomentar la abstención del reformismo social --- como sucedió en las elecciones del 2000--- y ganar el apoyo de un sector amplio o la totalidad del liberalismo hacia políticas reformistas e igualitarias. Ha de tratar de construir una fórmula ideológica que haga comprender a este amplio sector del electorado que es preferible para la sociedad española un modelo de sociedad basado en la gobernación de las fuerzas de la economía de mercado hacia la solidaridad, la cohesión ---social y territorial---y la igualdad. Y todo ello, con eficacia, sin despilfarro, ni corrupción, ni desestabilización de los equilibrios de la economía por usos desmesurados del sector público.

El PSOE debe gobernar desde la izquierda  ---con cohesión, solidaridad e igualdad--- pero construyendo su hegemonía a fin de  conseguir apoyos en el centro-izquierda y sectores del centro. ¿Cómo conseguirlo?

A mi juicio, la fórmula es: Pluralismo constitucional,cosmopolitismo y europeísmo; más (+) cohesión social y territorial derivadas del gobierno de la globalización y del capitalismo con criterios políticos superiores a los del mercado; más (+) servicios públicos y políticas sociales y medioambientales amplios y eficaces.

 

LA CAÑA Y EL ROMANCE  EFIMERO

 

Pero conseguir elaborar y realizar esta fórmula exige trabajo, paciencia y criterios claros, sin pretender basarse en letanías residuales, ni intentar acelerar irrealísticamente los ritmos, ni elaborar estrategias y alianzas que dañan la construcción paciente de la hegemonía, al alejarse del centro, caer en la demagogía o el oportunismo, y fomentar la abstención. Pues todo ello debilita el proyecto propio y autónomo por la búsqueda de pactos con una izquierda desaforada y residual que puede incluso poner en peligro la estabilidad y la democracia. Recuerden los acontecimientos de los últimos meses: la persecución de los líderes y miembros del PP, los ataques a sus sedes, y el comportamiento totalitario, desaforado y burdo de algunos sectores sociales “progresistas”.

El PSOE no puede dejar un vacío en el centro, ni aliarse con los residuales ni los antisistema. Debe ganar votos en el centro, evitar la abstención de los socialreformistas y absorber votos de IU. Si hace todo esto, con políticas sociales, medioambientales y culturales, los jóvenes antisistema dejarán de crecer y de salirse hacia el margen.

 

Desde el punto de vista estrictamente electoral, el PP tiene la ventaja de haber unificado a toda la derecha. El PSOE debe intentar hacer lo mismo en la izquierda, sin perder su proyecto autónomo. En mi opinión, ahí está el secreto, que exige codos, paciencia, criterios claros y persistencia.

 

En síntesis, el PSOE debe hacer una política constructiva que convenza al pueblo español de que es un partido consistente, con una alternativa coherente, que no se limita a dar caña al Gobierno en todo y por cualquier cosa, y que no se va a dejar enredar en un romance efímero con IU y los antisistema por puro oportunismo y ansias de poder.