EL IDIOTA MORAL ANDA SUELTO


Artículo de JOSÉ MARÍA CALLEJA en "La Voz de Galicia" del 23-10-02.


EL clamor de la manifestación de San Sebastián ha dejado perplejos a los nacionalistas vascos, ha desbordado a los que matan y, sobre todo, ha servido como revulsivo para los miles de vascos que en su vida diaria se sienten apestados y sometidos a la clandestinidad por el único y xenófobo pensamiento nacionalista. Ni los más optimistas, entre los que me cuento, pensábamos que la manifestación iba a ser tan concurrida. Deseábamos que hubiera un ambiente amable, que reclamáramos valores de progreso, pero sin empujar; ansiábamos que San Sebastián se convirtiera en una zona de libertad -como decíamos en tiempos de la dictadura-, pero convencidos de que las expresiones de libertad no siempre se miden al peso -y menos aún cuando existe el peso pesado de las balas-, nos dábamos por satisfechos con que unas decenas de miles de vascos volviéramos a pisar las calles nuevamente de lo que fue San Sebastián ensangrentada y en una hermosa plaza liberada detenernos a llorar por los ausentes, con permiso de Pablo Milanés y Salvador Allende.

El caso es que allí estuvimos todos los que somos dignos de merecer la libertad en Euskadi. Perdónenme la posible petulancia, pero es que ya estamos hartos de estar apestados, aherrojados, zaheridos y clandestinizados, cuando no asesinados o mutilados, por defender lo obvio. Cuando pase el tiempo, cuando se acabe la dictadura nacionalista, cuando la fase terminal del terrorismo -realmente existente ahora-, sea percibida por todos, serán muchos los que quieran apuntarse y decir: yo estuve allí; lo cierto es que estuvimos los que estuvimos, ni uno más. De hecho ya ocurrió en tiempos de Franco, si todos los que dicen que lucharon contra él lo hubieran hecho de verdad, el dictador no se nos hubiera muerto en la cama.

El idiota moral anda suelto. El mester de progresía, que reprocha a las gentes del Gobierno actual no haber luchado contra Franco, exhibe ahora un justificante para explicar su inasistencia a la manifestación de ¡Basta Ya! No es obligatorio, dicen, manifestarse contra ETA, contra la dictadura de la muerte, contra el nacionalismo obligatorio, a favor del ámbito de libertad que garantiza la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de Gernika. Pero sí es obligatorio haberse manifestado contra otra dictadura nacionalista, la de Franco. Lo patético es que el idiota moral, ambulante por definición, no se manifestó ni entonces ni ahora.

La manifestación de ¡Basta Ya! tenía sabor de transición. Gritos de los setenta, músicas de Paco Ibáñez, mezcolanza de banderas y símbolos y una organización milimetrada. Frente a este despliegue de generosidad y buen rollo, el matón xenófobo Joseba Eguibar sólo vio odio, él, que es un ser odiante; Izquierda Hundida, dice que no sirvió para nada y Zapatero, con su inasistencia, perdió una ocasión de oro de estar con los socialistas que más sufren en España y, de paso, emerger como candidato sólido a la presidencia del Gobierno.

En la manifestación del 19 de Octubre, cuando empezó a cambiar la dirección del viento, estuvimos los que estuvimos, ni uno menos, pero ni uno más. Como contra la dictadura, como en el Mayo francés. Si seguimos en esta línea tenaz, más pronto que tarde, la realidad se hará evidente para todos y el régimen nacionalista empezará su cuenta atrás.