JUGAR CON ETA

 

 Artículo de FRANCESC DE CARRERAS   en “La Vanguardia” del  19/02/2004

Estaba más que previsto: el asunto Carod no estaba cerrado. En efecto, quedaba un enigma que, harto ya de pedírselo sin conseguir nada, Maragall quiso, acertadamente, hacer público el domingo pasado en Tarragona: ¿de qué habían tratado ETA y Carod en las seis horas que duró su entrevista?

Carod ha demostrado hasta la saciedad que no es un político de gobierno, sino un simple agitador de masas. Aun anteayer se negó a contar al presidente de la Generalitat lo que sabía. Maragall, con gran sentido de lo que es un Estado y de lo que es el terrorismo, se lo exigía para hacerlo saber a las autoridades competentes en la materia, es decir, al Gobierno español. Carod, que da la impresión de no haber entendido todavía el lío que ha armado, dijo unas horas antes de la entrevista con Maragall que sólo hablaría de este tema ante el pueblo de Catalunya. Para ello había convertido su candidatura en las próximas elecciones legislativas en un plebiscito sobre su persona. Pero jugar con ETA no es una frivolidad: uno debe atenerse a las consecuencias.

El comunicado de ETA, hecho público ayer, pretende dar respuesta a la pregunta que Carod se ha negado a contestar. ETA ha dicho implícitamente que allí se trató de plantear una tregua de sus actividades armadas sólo en Catalunya, no en el resto de España.

Hay pocos motivos para creer a ETA. Desgraciadamente sabemos cómo utiliza a las personas: extorsiona, asesina, difama, miente. Considera a las personas como simples instrumentos para conseguir sus fines: ETA es puro fascismo, como casi todos sabemos desde hace tiempo y Carod quizás comienza a descubrir. Pero ETA ha dicho lo que más daño podía hacerle: una tregua sólo en Catalunya. Precisamente aquello que Carod les propuso hace unos años en un artículo publicado en el diario “Avui”: “Si queréis atacar a España, situaros bien en el mapa”. En otras palabras: Catalunya no es España, si queréis atacar a España no os equivoquéis de objetivo. Repugnante, moralmente repugnante. Si esto fue de lo que trataron lo sabrá Carod. Pero como se ha negado a revelar el contenido de su entrevista, la sospecha es legítima. Tras tanto misterio, sólo algo es cierto: una ETA acorralada, cada vez más aislada tras la ilegalización de Batasuna y los cambios en la dirección del PNV, una ETA quizás más débil que nunca, ha vuelto a condicionar la política española por culpa de una persona. No por culpa de su partido, menos todavía de su Gobierno, de las fuerzas políticas que lo componen y de su presidente, todos ellos convertidos en claras víctimas propiciatorias de este maldito embrollo. Y esta persona sigue sin aceptar asumir a fondo sus responsabilidades. ¿Hasta cuándo?

Carod debe entender sólo una cosa: que él es, objetivamente, el único responsable de todo el asunto, aunque por incompetencia no hubiera previsto las consecuencias de su acción. Es responsable porque entrevistarse con ETA revela una ineptitud de tal calibre que lo descalifica como gobernante por falta de sensatez y mínima prudencia. Es responsable porque tomó la decisión de entrevistarse con la banda sin haber consultado siquiera –ni notificado posteriormente– a los compañeros de la dirección de su partido. Es responsable porque sabía que formaba parte de un Gobierno, nada menos que en calidad de conseller en cap, al que comprometía seriamente. Es responsable porque ha sido desleal con el presidente de este Gobierno, precisamente el presidente de una institución, la Generalitat, que es el máximo órgano político del único país, Catalunya, del que se reconoce miembro.

Todas estas responsabilidades, hace unas semanas, sólo podían conducirle a una decisión: asumir sus culpas. Pero no lo hizo, o lo hizo sólo en parte, en una pequeña parte que él consideró como simplemente formal, ignorante quizás de la importancia de las formas. Pero no asumió el error de fondo, que era el peor: haber dado aire, presencia pública, relieve político, a la banda terrorista. Y siguió en sus trece: decidió encabezar la candidatura de Esquerra a las elecciones generales para ser plebiscitado por el pueblo. Peligroso político el que se sale del grupo y pretende establecer una relación directa con los electores. Hay ejemplos en el siglo XX que no hace falta nombrar.

Después ha adquirido nuevas responsabilidades. La primera, no dar cuenta a quien debía de sus conversaciones con los dirigentes terroristas. Así no se combate el terrorismo, por más que proclame su respeto por las víctimas. La segunda, dar ocasión a que sus interlocutores en Perpiñán aprovecharan toda su cadena de errores para enfrentar, con el comunicado de ayer, al pueblo catalán con el resto de España. Porque ésta es, como ayer dijo claramente Maragall, la finalidad de la farsa que ofrecieron los mamarrachos encapuchados que leyeron el comunicado de ETA.

Son demasiadas responsabilidades, Carod, como para que aún dudes sobre lo que debes hacer. Sólo tienes una salida para salvar a tu partido, a tu Gobierno, para devolver el respeto a unas instituciones. Te equivocaste, probablemente no estabas preparado para la responsabilidad a la que habías accedido. Pero seguro recuerdas unos versos de Espriu, el poema XLV de “La pell de brau”: “A vegades és necessari i forçós que un home mori per un poble, però mai no ha de morir tot un poble per un home sol”. Quizás te inspire en la decisión que debes tomar por haber querido jugar con ETA.

FRANCESC DE CARRERAS, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB