DONDE ZAPATERO DICE QUE “LA PATRIA ES EL FUTURO”, COMO PANACEA “PARA EUSKADI Y PARA ESPAÑA”
Artículo de Antonio Casado en “El Confidencial.com” del 15-9-04
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Después de
escribir que Zapatero malogró una oportunidad de proclamarse tan patriota y tan
español como su compañero, el socialista Rodríguez Ibarra, sin perjuicio de
haberle reprochado luego su frenesí verbal, he recibido numerosos correos
electrónicos de lectores. Más o menos vienen a decir que el presidente extremeño
es un bocazas y que el patriotismo no se proclama.
Puede que tengan razón, pero me inquieta que siempre lo proclamen los mismos, y
no me refiero a Ibarra, a Bono, a Mariano Rajoy, ni siquiera a Aznar, que en paz
descanse (políticamente hablando, se entiende), sino a quienes se exaltan en
nombre de otras patrias distintas a la española pero en el mismo solar. Merecen
alguna explicación tantos comunicantes que nos honran con el seguimiento diario
de El Confidencial.
Sabemos que Zapatero está por quitarle hierro a los excesos que se despachan en
el llamado debate territorial. En la imaginación y acaso en la voluntad de
quienes los cometen (Arzalluz, Carod, Maragall, Ibarra...) y de quienes los
escuchamos, dichos excesos pueden parecer precursores de una especie de “guerra
de las patrias”.
Sabemos también que la doctrina del presidente del Gobierno, seguramente
inspirada en el “republicanismo” de Philip Petit, un profesor irlandés que
enseña en Australia –más le cundiría volver a Victoria Camps, que está más a
mano-, se resume en su sentencia del otro día en Bilbao: “La patria es el
futuro”.
El presidente nos ha salido agnóstico también en materia de patriotismo. Sería
perfecto si los nacionalistas históricamente empotrados en España, aunque ahora
no se sienten españoles, abrazaran semejante doctrina con racional y
“republicana” convicción. Lo ideal para construir entre todos un futuro mejor
sin volver a plantearse ni en sueños que España es una patria de patrias donde
la integridad del territorio común o la soberanía nacional única son conceptos
revisables.
Pero no es el caso. Zapatero apela al futuro como coartada para rebajar el
debate mientras otros plantean horizontes segregacionistas y, naturalmente, se
entregan al cultivo emocional de un sentimiento de pertenencia. Y no parece que
sea la razón sino el instinto el desencadenante de la caza del españolista en
torno a un símbolo (el árbol de Guernica, el monumento a Casanova, la senyera,
la ikurriña, els segadors o el Eusko Gudariak).
No les oímos decir que “la patria es el futuro” o que ya vale de sueños
románticos de reciente y forzada elaboración. Lo ha dicho Zapatero para que lo
oigan los socialistas vascos, pero mucho me temo que en las filas del PNV, o en
las de ERC, o en las de Batasuna, no están por apuntarse a una patria resuelta
en el desenlace de un proceso de reorientación firmado por todos en el mismo
territorio y en la unidad forjada en la fecunda pluralidad de 1492.
“Será bueno para Euskadi y bueno para España”, decía Zapatero en Bilbao. Otro
sobresalto, donde se descubre que el lenguaje proyecta sistemas de pensamiento
con su rango de firmeza ideológica. O debilidad, en su caso. Al menos en algo
tan simple como distinguir entre la parte y el todo.