¿POR
QUÉ SE EQUIVOCÓ TANTO EL GOBIERNO CON EL 'PRESTIGE'?
Artículo
de Antón
Costas en
"El País de Cataluña" del 13-1-03
Antón
Costas es catedrático de Política Económica de la UB.
Con un muy breve comentario al final (L. B.-B.)
A
estas alturas del caso Prestige ya
pocos dudan de que los gobiernos de José María Aznar y de Manuel Fraga
cometieron importantes errores y han mostrado graves carencias políticas, tanto
al decidir qué hacer con el barco como a la hora de asumir responsabilidades y
liderar la respuesta social y política necesaria para mitigar las consecuencias
medioambientales y económicas de la marea negra. A lo largo de las últimas
semanas en Galicia me he encontrado con militantes o votantes de toda la vida
del PP que, en privado, manifiestan sorpresa y decepción por la actitud de
ambos gobiernos. Las mentiras de Manuel Fraga, que negó de forma vehemente y
reiterada que estuviese de cacería en el momento en que había que tomar las
primeras decisiones, y su incomprensible retraso en implicarse personalmente en
la tragedia social que significaba la marea negra serán muy difíciles de
olvidar y perdonar, no ya por sus opositores, sino por muchos de sus
partidarios. Esas mentiras, más que los errores que todos estaban dispuestos a
disculpar, han hecho un enorme daño a su imagen de político honesto y
trabajador, y serán un pesado lastre en el final de su vida política. Amenazan
con convertir su presencia en una negra sombra en pena arrastrándose por los
lugares de Galicia que visite en los próximos meses.
Algo
parecido se puede decir de José María Aznar y de los principales ministros
implicados en el caso. Con la notable excepción del de Medio Ambiente, Jaume
Matas, al que en Galicia no se le acusa de nada, sencillamente porque se
desconoce su existencia. La práctica ausencia de los responsables del Gobierno
del Estado en el teatro de los hechos y su pánico a bajar a la arena de las
playas e implicarse en la tragedia como hicieron los representantes de la Casa
Real es para mí algo incomprensible. Como lo es su incapacidad para percibir la
importancia de esa marea social que se ha puesto en marcha en Galicia, de forma
paralela a cómo avanzaba hacia sus costas la marea negra, y que pienso que
tendrá importantes consecuencias políticas.
Pero
más que intentar entrever esas consecuencias, aquí y ahora me interesa
comprender las razones de la actitud evasiva del Gobierno. Resulta cuando menos
sorprendente que unos políticos "populares" hayan sido tan
insensibles a las preocupaciones de la opinión pública. Pienso que es
importante identificar esas causas, porque sólo así será posible extraer
lecciones útiles para enfocar los problemas actuales en Galicia y adoptar
decisiones para evitar, o cuando menos mitigar, situaciones similares en el
futuro.
Una
explicación consiste en atribuir esos errores a la ideología de laissez
faire y a la política de mercado que defiende y practica el Gobierno de
Aznar. Es verdad que un exceso de celo privatizador y reductor del sector
público puede contribuir a explicar esa imagen tercermundista de que ni un solo
barco de los que se dedican a recoger el vertido en la zona de hundimiento sea
español. Pero no creo que sea ésa la causa. Se puede ser liberal, practicar una
política de mercado y a la vez disponer de barcos para hacer frente a
contingencias de este tipo, como ocurre en otros países. Tengo para mí que la
explicación no está en la ideología, sino en ciertas actitudes y
comportamientos que muestran algunos de nuestros políticos populares.
El
Gobierno no ha sabido responder a la emergencia del Prestige
y a sus consecuencias porque, en lenguaje coloquial y castizo, van sobrados.
Están prendados de sí mismos y han llegado a convencerse de que España ha ido
bien sencillamente porque ellos están en el gobierno ("el milagro soy
yo", dijo en una ocasión Aznar cuando le preguntaron sobre el buen
comportamiento de la economía). Tienen la creencia de que son el Gobierno
elegido y todo les saldrá bien porque la Providencia está al quite. De ahí que
Cascos crea que puede llevar el barco adonde le parezca y hacerlo navegar
remolcado miles de millas sin que pase nada. Además muchos de ellos creen que
esto de la defensa del medio ambiente es cosa de cuatro ecologistas chalados y
que la imagen del cormorán cubierto de chapapote es una argucia de la oposición
para desgastar al Gobierno. La combinación de ese ego excesivo con la
insensibilidad ecológica permite entender mejor las causas de los errores y de
la falta de reflejos del Gobierno. Si no cambia esta conducta, seguirá
cometiendo errores políticos importantes. El siguiente puede ser esa carta que
pretende enviar a todos los españoles en la que se acusa del desastre al
capitán y se denuncia la deslealtad de la oposición. Sólo recurriendo a
sentimientos freudianos es posible explicar ese intento infantil de culpar a la
oposición y pedir su dimisión. Sería un esperpento que ni el mismo Valle-Inclán
podría haberse imaginado. Veo las caravanas de Nunca Máis
delante de La Moncloa entregando sacos llenos de cartas rechazadas y manchadas
de chapapote. ¡Vaya imagen internacional! El ir sobrados y esa falta de
sensibilidad ecológica están también impidiendo a los populares percibir la
marea social que se ha puesto en marcha en Galicia y sus consecuencias
políticas a medio plazo. Una marea social que va más allá de las
manifestaciones de la plataforma Nunca Máis. Resulta
revelador observar la transformación que están experimentando los medios de
comunicación gallegos. Acostumbrado durante años a ver el servilismo y la
dependencia política de la mayoría de los medios de comunicación de mi tierra,
constituye ahora una agradable sorpresa comprobar que una parte significativa
de la prensa gallega ha redescubierto su función crítica y ha asumido un
compromiso con la información veraz. Seguramente una actitud distinta no
hubiese sido aceptada por sus lectores, como sucedió con la información de los
medios de comunicación públicos. Pero, en cualquier caso, es algo que espero
que haya venido para quedarse. Galicia no será la misma después del caso
Prestige.
MUY BREVE COMENTARIO (L. B.-B.)
Quizá el fallo principal, el factor más significativo en la
incapacidad del Gobierno para percibir la realidad, se derive del atasco que
han creado en el sistema político. No tienen antenas para percibir la realidad,
han copado directa o indirectamente ---mediante una red de periodistas
afines--- la casi totalidad de los medios de comunicación, y por ello, no hacen
más que percibir nubes de incienso procedentes de la sociedad. Aznar y su
Gobierno parecen encontrarse en el portal de Belén recibiendo oro, incienso y
mirra de TVE, TV2, A3, Via Digital, ABC, El Mundo, la
Razón, COPE, Onda Cero, RNE, y parece que ahora, hasta Tele5, recién comprada
para el bloque gubernamental. Funcionan aparte, Canal Digital ---que la mayoría
no ve por ser de pago---, el País, el Periódico ---de ámbito catalán---, a
medio camino "La Vanguardia", otros periódicos de ámbito local
y la SER.
Así que, aún con un marco de libertades, se han monopolizado los
medios de comunicación casi como en el franquismo. España ha pasado de ser uno
de los países con medios de comunicación más pluralistas a uno de los más
opacos. Eso hay que agradecérselo a este gobierno. Pero terminarán pagándolo:
aumentarán sus errores.