EQUILIBRIO INESTABLE
Artículo de Enrique Curiel en “La Razón” del
13/06/2004
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un breve comentario
al final:
DESENFOQUE, EXTRAVIO Y DESPLOME (L. B.-B., 14-6-04, 00:30)
La resolución 1546
aprobada por unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU no nos traslada al
mejor de los mundos posibles pero permite abrir con cautela una puerta para
buscar una salida del caos al que nos llevaron los «amigos de las Azores». Tras
el desastre de Aznar en España y el naufragio electoral de Blair conocido ayer,
George W. Bush no ha tenido más remedio que acudir a las Naciones Unidas para
intentar frenar la sangría de votos que la aventura iraquí les está costando de
cara a las elecciones de noviembre en los EE UU. Efectivamente, como han
declarado oficiosamente líderes políticos europeos, la resolución 1546 ofrece a
Bush una forma de retirada de Bagdad sin humillación y con menor coste
político.
España ha votado favorablemente la resolución tras participar
en el logro del consenso final. Ha sido un acierto. Frente a las críticas
desequilibradas y desaforadas del Partido Popular en relación con nuestro pretendido
«aislamiento internacional», ¬«traidorzuelos», nos ha llamado Jaime Mayor
Oreja¬, tengo para mí que nada le hubiera gustado más a José María Aznar que
haber podido suscribir una declaración similar en la ONU antes de la hecatombe
del 13 de marzo. España ha recuperado la «centralidad» perdida en la política
europea y en el escenario internacional y, además de reencontrarnos con
Alemania y Francia, la nueva política exterior nos ha permitido recuperar el
diálogo con los países latinoamericanos y con el mundo árabe.
Pero, ¿la resolución 1546 resuelve todos los problemas y
despeja el camino? ¿Es el final de la teoría de la «guerra preventiva»?
¿Significa el regreso de Washington al multilateralismo? ¿Es creíble el
proyecto reformista sobre Oriente Medio defendido por Bush? No lo creo. Es
verdad que el texto de la resolución resulta ambiguo, y que en algunos extremos
¬como el referido a la capacidad del gobierno provisional iraquí para negociar
con el mando estadounidense las operaciones militares «sensibles»¬ el resultado
es inquietante. Puede ocurrir cualquier cosa. El camino de la pacificación
puede prosperar o puede fracasar. Nadie lo sabe. Pero parece evidente que desde
la fecha de hoy hasta la celebración de las elecciones presidenciales en los EE
UU se abre una «ventana» política que es preciso utilizar con habilidad e
inteligencia para llevar a la Administración Bush a unas posiciones de difícil
retorno. El margen de maniobra de la Casa Blanca hasta el mes de noviembre será
tan escaso como resulten los márgenes electorales que le separan de los
demócratas. Bush está débil. La retirada de las tropas españolas de Iraq, la
vergüenza de las torturas y el descenso del presidente en los sondeos de
opinión, explican el regreso de la Casa Blanca a la ONU. La diplomacia europea
debe adoptar iniciativas estratégicas, exigir el cumplimiento del calendario de
la resolución 1546, obligar a Sharon a retornar a la mesa de negociaciones
sobre la «hoja de ruta» y frenar los ataques del ejército israelí contra los palestinos.
De momento, los «neocon» están perdiendo y Europa tiene una oportunidad.
BREVE
COMENTARIO: DESENFOQUE, EXTRAVIO Y DESPLOME (L. B.-B., 14-6-04, 00:30)
Quizá yo tendría que decir lo mismo que Savater hace
unos dos años: ¡Perdonen las molestias! Perdonen las molestias porque me estoy
haciendo reiterativo en la denuncia de los errores del PSOE actual, pero el
peligro es muy elevado y no hay suficiente gente que sea consciente de
ello. Así que vuelta a empezar, manos a la obra.
Les diré de lo que no se trata: no se trata de
actuar por fobias o sectarismos, sino de analizar los problemas y buscar
soluciones a ellos. Por consiguiente, no se trata de arrinconar a Bush, sino de
hacer avanzar al pueblo iraquí y a todo el Oriente Medio. No se trata de que
“ganen los nuestros”, sino de que gane la libertad y pierdan sus enemigos,
aunque la victoria la protagonicen los adversarios.
No se trata de obligar a Sharon a retornar a la mesa
de las negociaciones, sino de poner en marcha la hoja de ruta bloqueada por la
corrupción y la falta de voluntad de Arafat para detener el terrorismo
islámico. No se trata de frenar los ataques del ejército israelí, sino de
detener la violencia de ambos bandos en el conflicto.
No se trata, en general, de anclarse en la política
exterior de los años ochenta, aunque el mundo haya cambiado desde entonces,
sino de crear una nueva política exterior adecuada para la nueva situación
internacional.
No se trata de mentir, hacer demagogia o populismo y
recurrir a mandangas pseudoprogresistas para ganar las elecciones, sino de
tener un proyecto realista, viable, maduro y de izquierdas para el país y el
mundo exterior.
No se trata de derrotar a Aznar o al PP buscando
alianzas contrarias a los principios socialistas o a la unidad del país, sino
de hacer prevalecer las ideas de igualdad y solidaridad en España y el resto
del mundo, aunque lleve tiempo. No se trata de ganar cuanto antes al precio que
sea, sino de ganar bien cuando corresponda. Porque no se trata de dejarse
llevar por los impulsos más inmediatos de la opinión pública y alimentarlos,
sino de orientar al pueblo y educarlo, dirigiendo el país hacias metas
realistas y al nivel de los tiempos.
No se trata, en resumen, de impulsar el deterioro de
la democracia española o de la situación internacional al moverse por impulsos
oportunistas, o falta de criterio, o inercias ideológicas, o demagogia. Porque
cuando eso sucede, cuando el enfoque que se hace de la realidad y las metas es
falsario e irresponsable, lo que se consigue es debilitar la democracia,
extraviar el rumbo y, más pronto que tarde, hacer daño al país y a uno mismo, o
a los valores que uno dice defender, al menos.