UNAS GOTAS DE ACÍBAR

Artículo de ÁLVARO DELGADO-GAL en "ABC" del 18-2-03

LAS manifestaciones del sábado evidenciaron, de forma impresionante, lo desesperadamente impopular que es la causa de una intervención armada en Irak. En las manifestaciones se corean consignas, se baten palmas, y se ingresa en fervores colectivos que son incompatibles con un análisis sosegado de las cosas. Era predecible que esto fuera a ocurrir el sábado, y la predicción se confirmó con rotundidad. La posible intervención se transmudó en un ataque directo al pueblo irakí - a Sadam se le vitupera en los compases iniciales de los discursos. Luego se desvanece, como si su persona y las penalidades que inflige al pueblo irakí constituyeran una anécdota-; el papel de la ONU y la legalidad internacional, quebradizo pero importante, quedó igualmente en suspenso; y para los móviles de los USA se encontraron explicaciones sencillas. En el mejor de los casos, el petróleo. En el peor, el sadismo jaquetón. En las líneas que siguen, no argumentaré en términos morales. Me limitaré a llamar la atención sobre algunos puntos desagradables, aunque insoslayables.

1. Conviene que advirtamos qué impulsa, en estos momentos, la política de Washington. Por dos motivos. Primero, para comprender qué harán, probablemente, los norteamericanos. Segundo, para comprender qué nos va a pasar en vista de lo que finalmente hagan. Punto a recordar: el asunto no gira, principalmente, en torno del petróleo. Hasta el 2001, los petroleros presionaron para que se levantaran las sanciones a Sadam. El propio Cheney, proveniente de la compañía petrolera Halliburton, había buscado en tiempos el levantamiento de las sanciones. Aunque favorable a éstas a título individual, las combatió por razones corporativas. Ítem más: ningún agente económico racional se metería en el fregado de esta guerra peligrosísima, pensando en la ganga del petróleo. Lo último no excluye, claro está, que no se especule luego con el crudo, y hasta se cometan fealdades considerables en su nombre. Pero éste es otro asunto.

¿Qué hay entonces detrás de la actitud americana? Recomiendo la lectura del excelente artículo que sobre Paul Wolfowitz publicó Le Monde el 30 de enero -L´ obsession de Paul Wolfowitz-. Wolfowitz es el duro entre los duros en el equipo de Bush. No es un petrolero, sino un intelectual y un scholar especializado en Oriente Medio -ha sido decano de la SAIS en la John Hopkins-. Y está persuadido... de que Sadam fue el propulsor del ataque a las dos torres.

Que tenga esta persuasión no significa que esté en lo cierto. Pero sí demuestra qué es lo urgente para Washington en este instante: desmontar al que, desde su perspectiva, es agente número uno en la organización del terrorismo. A ello se suma una segunda urgencia: destruir a Sadam antes de que se haga con armamento nuclear, o algo parejamente peligroso, y se convierta en una presencia intratable en una zona explosiva. Wolfowitz, por cierto, auspicia la creación de un Estado Palestino y la democratización de los países del Golfo.

2. Estas preocupaciones máximas han determinado a los USA, salvo sorpresas de última hora, a intervenir, incluso unilateralmente. La resolución 1441 fue una oportunidad que se le concedió a Colin Powell para comprometer a las otras naciones en la invasión y reconstrucción de Irak. La cosa, de momento, no le está saliendo bien al Secretario de Estado. Blix, en su informe penúltimo, afirmó, literalmente, que no parecía que Sadam se estuviese desarmando, y que, desde luego, no estaba prestando la colaboración activa que la ONU le exigía. De acuerdo con las previsiones de Powell, se debería haber procedido ya contra Sadam. Francia, sin embargo, inició una maniobra envolvente, retrasó los trámites, y forzó el segundo informe Blix. Éste, en sustancia, no difiere del anterior, pero por el tono, más que por sus contenidos, ha debilitado la posición de los intervencionistas. La opinión de Francia, en este momento, es que la 1441 es compatible con la prolongación de las inspecciones. La de los USA, la contraria -y creo que más correcta-. Pero estas discusiones, en el fondo, son bizantinas, puesto que las cuestiones que se dirimen detrás de las palabras, son otras. La tesis norteamericana es que la clave de bóveda está en que Sadam no es fiable. En vista de que no lo es, la única alternativa es sacarlo de la pista. Agrego dos argumentos complementarios. El primero lo apronta Pollack, autor del libro acaso más sólido publicado hasta la fecha sobre la crisis -The Threatening Storm, Random House-. Según Pollack, casi todos los armamentos químicos y biológicos de Sadam son de uso dual. Pueden pasar, de una aplicación civil, a otra militar. El que comience por desconfiar de Sadam, no se quedará satisfecho con los informes de los inspectores. El segundo argumento lo ha expuesto Khidhir Hamza, antiguo director jefe del programa nuclear de Sadam, en un artículo terrorífico publicado recientemente en el Wall Street Journal -The Inspections Dodge, 11-2-. Según Hamza, el rearme de Sadam se está produciendo a gran escala, y por razones que en parte reiteran las de Pollack, no es técnicamente detectable por los inspectores.

3. Resumiendo: por razones debatibles, aunque no estúpidas, los USA han decidido, o parece que han decidido, intervenir, caiga quien caiga. Si prospera una nueva resolución, la intervención sería quizá multilateral. Si no, unilateral. ¿Qué significa esto?

En unas semanas vertiginosas, nos ha sido dado percibir lo que en esos montajes fotográficos que comprimen en segundos el crecimiento y muerte de una flor: un posible nuevo orden mundial. El desmarque francés, y la carta de los ocho, han fracturado Europa según dos líneas de sutura: dentro de la Unión, y respecto de su futura ala oriental. El encasquillamiento de la OTAN, de ir a mayores, liquidaría a esta última. Y tendríamos, en el peor de los escenarios, una guerra unilateral americana, el desahucio de la ONU -junto al de la OTAN- y... una Europa que habría expresado, dramáticamente, su independencia respecto de los USA. Pero que carece, no menos dramáticamente, de una defensa alternativa.

Aproximemos más el foco. En un editorial brutal -Wither Nato?, 13-2-, The New Republic condensaba la visión de los halcones: Europa es un carga muerta, resulta estratégicamente obsolescente, y está sobredimensionada por la presencia con veto de países como Francia en el Consejo de Seguridad -también obsolescente-. De modo... que ahí se las compongan ellos. Imaginemos que estas ideas se ejecutan. ¿Piensa alguien, seriamente, que una Europa dividida, sin liderazgo, y que ha dado muestras históricas de inoperancia -la más reciente, en los Balcanes-, se precipitaría a asumir los sacrificios que exige dotarse de una defensa? Yo no lo pienso. Yo creo que muchos países europeos no perderían un instante en llegar a un acuerdo con los USA. Y que saltaría por los aires el proyecto de unión política. Ese temor lo tienen incluso los franceses. En otro editorial revelador --Pacifisme allemand, 14-2-, Le Monde expresaba una congoja enteramente racional: ¿de qué podría servirle a Francia una Alemania cuya vocación pacifista la aboca a ser una Gran Suiza? Cabe añadir: ¿cómo no iban, en circunstancias parejas, a alinearse con los USA los países del Este?

Termino. Michael Ignatieff ha escrito que Europa es posbélica. Pero declararse posbélico es muy raro. Es como declararse poslaboral. Yo no podré ser poslaboral si alguien no me mantiene. Por lo mismo, no podré ser posbélico si alguien no me defiende. Europa ha ingresado en un momento de altas emociones, no siempre sintonizadas con la realidad. Ésta, al cabo, será sorprendente. Y mucho de lo que he dicho aquí, afortunadamente ocioso.