LOS DOS SOCIALISMOS

 

  Artículo de Amando De Miguel  en “La Razón” del 28.09.2003

 

El PSOE siempre ha sido la resultante entre dos vectores socialistas. Hace tres cuartos de siglo estaba la oposición entre un socialismo de cátedra (Julián Besteiro, Fernando de los Ríos) y otro de barricada (Largo Caballero, el Lenin español). Los primeros admiraban a F. D. Roosevelt y secretamente a Mussolini. Los segundos tenían un claro modelo en la URSS. La guerra civil se perdió para los republicanos por el desastre que supuso la alianza entre el socialismo de barricada y el comunismo.
   La historia se repite como farsa, al menos en la Federación Socialista Madrileña. Pugnan los dos socialismos, el de cátedra (las hermanas Alberdi, López Guerra) y el sindicalista (no en el sentido anarquista del término). El primero persigue la igualdad; se orienta hacia el modelo escandinavo; lástima que ahora haya estado en crisis. El segundo se ha quedado sin modelo, desaparecida la URSS y reducidos sus vasallos a juguetes cómicos. Al no poder orientarse con un modelo positivo, a ese socialismo solo le queda el envés, la parte negativa, el antiamericanismo. Esa facción vendría representada por Rafael Simancas, Matilde Fernández y Ruth Porta. Lo que les mueve no es tanto la consecución de la igualdad como el estímulo del resentimiento de clase. Búsquese el tirón biográfico, la madre. La madre de Simancas, analfabeta, por increíble que pueda parecer. ¿Es que su hijo no ha podido dedicar un verano a enseñar las letras a su madre? La madre de Matilde, de humildísimo origen. La madre de Ruth, asociada toda su vida a Eva Duarte de Perón. Recordemos lo que decía Evita de las joyas: las llevaba como símbolo de que pertenecían a los descamisados. Esa veta justicialista está presente en el tono lastimero y resentido de los discursos de Rafael Simancas, Matilde Fernández o Ruth Porta. Ese factor común es más distinguible que el anecdótico guerrismo. Después de todo, los hermanos Guerra son los grandes resentidos. La facción descamisada tiene que aliarse fatalmente con Izquierda Unida. Se reproduce el frente popular (en el sentido tradicional) de 1936. Lo fundamental es hoy dirigirse contra los Estados Unidos.
   ¿Qué pasa con Zapatero? He aquí el enigma. ¿Es leonés es don Inda o don Francisco Largo? Empezó siendo uno y acaba por convertirse en su contrario. La «oposición tranquila» va cediendo ante la oposición resentida. Se ha contagiado de Felipe González el odio visceral a Aznar, de algunos congéneres vascos y catalanes el odio intelectual a España. Ese último contagio resulta inverosímil y absurdo pero la llama ya ha prendido. También es un remedo de 1936. Por cierto, esa fecha fascina a Zapatero, el gran desenterrador. ¿Por qué no medra el socialismo de cátedra? Muy sencillo, porque las conquistas del Estado de bienestar las ha conservado, y aun mejorado, el Partido Popular. No se puede pedir mucha más igualdad que no esté contenida en los programas del PP.