CRISIS EN CIU

Editorial de "El Correo" del 27-9-02

El anuncio del ex secretario general de CiU, Pere Esteve, de su abandono de la militancia y todos los cargos que ocupa fue recibido ayer en el partido nacionalista catalán como una pésima noticia que puede afectar seriamente a su estrategia electoral. La renuncia de Esteve, militante de CDC y miembro de la dirección durante varios años, y explicada por él mismo en razón de su rechazo a la política de CiU, a la que acusa de subordinación al PP, abre una grave crisis en una formación en pleno recambio de liderazgo y a pocos meses de un duro combate electoral con los socialistas de Maragall.

Esteve, uno de los inspiradores de la Declaración de Barcelona, y genuino exponente del ala 'soberanista' del catalanismo político, sucedió a Miquel Roca al frente del partido y tuvo un protagonismo político importante hasta que Pujol optó por Artur Mas como su sucesor. Su posterior aparcamiento en el Parlamento de Estrasburgo hacía presagiar que su estrella ya no volvería a brillar. Por ello, tras manifestar sin éxito su deseo de que los pactos de gobernabilidad catalanes se consiguieran con Esquerra Republicana y no con los populares, ha decidido abandonar.

CiU mantiene una larga tradición de cooperación con los sucesivos ejecutivos del Estado, sobre todo en el período 1993-2000, en el que el PSOE y el PP gobernaron en minoría sucesivamente. Asimismo, es ya larga la colaboración PP-CiU en el Gobierno de Cataluña. Y Esteve, curiosamente, nunca manifestó grandes objeciones a estas políticas en tanto fue secretario general de su partido. Sí, en cambio, tras haber sido relevado de la secretaría general y designado Mas como delfín de Pujol. Es difícil, en estas circunstancias, no intuir que tan súbito arrebato de puritanismo ideológico tenga algo que ver con la frustración producida por su postergación. La marcha de Pere Esteve pone una vez más a CiU ante la encrucijada de optar por un nacionalismo pragmático y moderado como oferta electoral o dejarse tentar por el recurso al victimismo y al esencialismo. El órdago del ex secretario general no debería influir en los herederos de Pujol, que parecían haber apostado por la vía de la colaboración en la gobernabilidad de España y de Cataluña.