LOS LÍMITES DEL PP

 

 Editorial de  “El Correo” del 18/09/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Los presidentes de comunidades autónomas y regionales del PP se reunieron ayer con la cúpula de su partido en el Monasterio de Yuso, en la localidad riojana de San Millán de la Cogolla, para aprobar un documento ideológico que establece la posición del partido ante las reformas institucionales que se preparan y en el que critican con dureza el que el Ejecutivo haya abierto, en su opinión, el «debate territorial» con la «única justificación de mantenerse en el Gobierno, aun a costa de poner en peligro la estabilidad institucional». El PP ha fijado con claridad el terreno de juego en que está decidido a permanecer -la unidad de España, la igualdad de todos los españoles, la vigencia de la Constitución, el mantenimiento del Estado autonómico y el fortalecimiento de los vínculos de solidaridad-, como límites para abordar un proceso reformador al que no se niega. El propio Mariano Rajoy ha resumido muy claramente estas condiciones mediante el concepto del 'doble consenso'; el de las cámaras respectivas de cada comunidad -que también reclama el Ejecutivo- y el del Parlamento español, para el que, por supuesto, habrá que contar con los dos grandes partidos estatales. Rajoy ha recordado, y con razón, que ésta ha sido una norma 'no escrita' en permanente vigor durante todo el desarrollo institucional desde la aprobación de la Constitución.

El PP es consciente de que también en las comunidades autónomas en las que gobierna ha calado la idea de que, más de dos décadas después del arranque del proceso autonómico, ha llegado la hora de proceder a su actualización, corrigiendo las disfunciones que se han detectado e introduciendo las mejoras que la propia experiencia aconseje. El nuevo líder del PP prefiere así contribuir -con realismo- a pilotar el proceso en lugar de correr el riesgo de que sus líderes territoriales vayan cediendo a la fuerza de los acontecimientos y a la seducción del Gobierno central, que dispone de la poderosa herramienta de los Presupuestos del Estado. Paradójicamente, el pragmatismo de Rajoy beneficiará también a Rodríguez Zapatero, ya que la moderación del PP podrá servirle de contrapeso ante sus correligionarios o aliados más extremos y reivindicativos. Es muy tranquilizador que el nuevo PP no se encastille en inmovilismos estériles y acepte participar plenamente en los debates sobre la modernización del Estado. Ello le proporcionará no sólo capacidad de iniciativa en los desarrollos estatutarios y constitucional que se avecinan, sino también la posibilidad de influir en un proceso cuyo gran riesgo es el radicalismo nacionalista.