ENTREVISTA A CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÁN, PORTAVOZ DE BASTA YA

«El plan de Ibarretxe es un proyecto étnico a la yugoslava»

«En el régimen del lehendakari, la oposición está condenada a desaparecer por asesinato, expulsión o desistimiento», vaticina el portavoz de Basta Ya

Olatz Barriuso en "El Correo" del 17-10-02

El pasado 27 de septiembre se despejaron todas las dudas en Basta Ya. Tras escuchar el plan del lehendakari para dotar a Euskadi de un estatus de libre asociación con España, los integrantes del colectivo supieron que habían dado en el blanco al organizar una manifestación «contra el nacionalismo obligatorio». El lema de la marcha que discurrirá el sábado por las calles de San Sebastián, objeto de debate interno en Basta Ya, cobra ahora pleno sentido, explica su portavoz, el profesor universitario Carlos Martínez Gorriarán. Porque, según su análisis, en el modelo soberanista de Ibarretxe sólo caben «sus partidarios». «Su plan es un proyecto étnico a la yugoslava en el que la oposición está condenada a desaparecer», alerta.

-La idea de manifestarse contra el 'nacionalismo obligatorio' les rondaba desde hace tiempo. ¿Ha confirmado el plan de Ibarretxe sus peores temores?


-Sí. Empezamos a darle vueltas hace unos nueve meses, al ver que la evolución política de PNV y EA apuntaba hacia el nacionalismo étnico. Decidimos llamarlo 'nacionalismo obligatorio', que significa que o eres nacionalista o te callas o te marchas. Es posible defender un proyecto político independentista, faltaría más. Lo que de ninguna manera se puede pretender es que quien esté en contra de esas ideas es un enemigo de la paz, o no es vasco, o es extranjero, como los alemanes en Mallorca de Arzalluz. En ésas estábamos cuando salió Ibarretxe con su célebre alternativa y nos convenció de nuestro acierto. Siempre solemos acertar.

-¿Por ejemplo?

-En febrero de 2000 convocamos nuestra primera manifestación con el lema 'ETA no'. Nos pusieron verdes: que era demasiado radical, que era mejor 'ETA para' Pero cuando asesinaron a Fernando Buesa, el lehendakari tuvo que salir con una pancarta que decía 'ETA ez'. Hoy a nadie se le ocurre que se pueda decir menos que eso. Lo mismo ocurrió con la defensa de la Constitución y el Estatuto. Ahora estamos convencidos de que, en pocos meses, el término 'nacionalismo obligatorio' formará parte del lenguaje político habitual.

-¿Ven alguna alternativa a ese modelo dentro del propio PNV?

-Hay nacionalistas perfectamente decentes y demócratas, aunque no son los que nos gobiernan. La alternativa es un nacionalismo constitucional, que acepte que hay unas reglas de juego, que acepte que su proyecto es uno entre varios, que sabe que tiene derecho a defenderlo pero no a imponerlo. Es importante subrayarlo porque la crítica más extendida contra nosotros es que estamos en contra del nacionalismo en general. No, mire. Estamos en contra de los proyectos étnicos a la yugoslava y el de Ibarretxe, desde luego, lo es.

-¿Significa eso que pretende eliminar a los no nacionalistas?

-Los pasos que quiere dar el lehendakari son pasos hacia el abismo. Pretende instaurar un régimen que no es democrático. Tendría cierto barniz democrático porque se convocan elecciones, pero hay que tener en cuenta que Euskadi es el único lugar de Europa occidental donde existe un grupo terrorista que sólo asesina a la oposición. Esto significa que en este régimen la oposición está condenada a desaparecer, bien por asesinato, bien por expulsión -porque a la gente se le obliga a marcharse-, o bien por desistimiento, porque al final tiren la toalla.

-¿Y la pretensión de celebrar una consulta popular?

-En una sociedad donde la mitad de la población no puede expresarse porque si se expresa se convierte en objetivo de ETA, proponer un plan que pasa por consultar a toda la población o es una farsa gigantesca o es de un cinismo incalificable. En este país debería haber un plazo de, digamos, cinco años sin un solo acto de violencia por razones políticas para que fuera decente, y digo decente, poner sobre la mesa debates como éste.

-Habla de imposición nacionalista. ¿En qué se palpa eso en el día a día?

-Por ejemplo, en su reacción a la Ley de Partidos. Se nos dice que si uno se mete con Batasuna rompe la sociedad vasca y trae no se qué terribles problemas. En el País Vasco hay una corriente de opinión ultrasensible a los problemas que puedan afectar a algunos nacionalistas y absolutamente indiferente y ciega a la situación que viven los que no lo son. Habría que poner cada día un anuncio en los periódicos para recordar que en este país hay 1.800 personas que llevan escolta y muchas más que deberían llevarla y no la tienen por falta de medios. Y lo más grave es que, con este panorama, los nacionalistas nos digan: 'lo suyo es muy grave y lo sentimos muchísimo, pero no podemos hacer nada'. Porque, para ellos, sus propios problemas son una tragedia y los nuestros, anécdotas. Los sentimientos de ETA y Batasuna son intocables y los nuestros, una basura.

-¿Qué le diría a un ciudadano vasco para convencerle de que no se quede en su casa el sábado?

-Que hay mucho en juego. Que la sociedad vasca es plural y es importante que así lo manifieste, que aquellos que no comulgamos con los planes del lehendakari debemos expresarlo pacíficamente en la calle. Hay que tener muy presente que en el mundo de Ibarretxe sólo se puede ser nacionalista y eso es terrible. Que se den cuenta de que, sólo por su propia satisfacción, los nacionalistas están dispuestos a provocar algo que puede ser gravísimo. En el caso más leve, de ahí saldría una sociedad hundida, envejecida y sin futuro, una especie de asilo de rentistas. En el peor de los casos, sería el preámbulo de un enfrentamiento civil.

-¿Podría argumentarlo?

-Vamos a ver. Estamos hablando de un país en el que si yo soy, pongamos, un empresario crítico con el nacionalismo es muy posible que me quede sin contratos públicos. Las empresas, los grupos culturales y sociales, las iniciativas que se salen de la órbita nacionalista están condenadas al ostracismo. Es erróneo pensar que el bienestar económico y la educación media de la sociedad nos protegen de catástrofes como las de otros países. En el siglo XX se ha demostrado que sociedades cultas y prósperas como la alemana han acabado como el rosario de la aurora. Un nivel de renta alto no nos libra en absoluto de vernos en situaciones como la de Yugoslavia.

-¿Les ha invitado Ibarretxe a su ronda?

-Pues no. Jamás nos ha llamado y ahora tampoco. Pero yo creo que iríamos para decirle que no estamos de acuerdo y pedirle que por responsabilidad retirara su plan.