ENTREVISTA A JAIME MAYOR OREJA, PRESIDENTE DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PP VASCO

 

«El oportunismo del PSE en Álava puede costarle muy caro a Zapatero»

Defiende «la firmeza constitucionalista» como «único antídoto frente a la selva de mentiras fabricada» por el nacionalismo vasco

 

ALBERTO SURIO, SAN SEBASTIÁN en “El Correo” del 08.06.2003

 

Jaime Mayor Oreja asegura que es paciente, que sigue creyendo en la necesidad de una mayoría constitucionalista para frenar el 'plan Ibarretxe'. Sin embargo, confiesa su temor a que los socialistas vascos «terminen por heredar el proyecto histórico de la ambigüedad del PNV». Lo que vaya a ocurrir en Álava, asegura, es determinante».

-La Junta de Portavoces del Parlamento vasco ha decidido rechazar la resolución de la Mesa por la que instaba a la disolución del grupo de Sozialista Abertzaleak. ¿Qué opina?

-Es una maniobra más, un escándalo mayúsculo de toda una estrategia de saltarse a la torera las reglas del juego y el Estado de Derecho. Viene a demostrar hasta qué punto el 'plan Ibarretxe', y lo que significa de ruptura y de desafío, tiene democráticamente secuestrado a este Parlamento. No es una exhibición de una pugna entre el Tribunal Supremo y el Legislativo, sino una demostración de la arbitrariedad del nacionalismo vasco. Lo que vuelve a confirmar que aquí no hay un problema con el Estado, hay un problema entre vascos.

-Pero es un nacionalismo que gana las elecciones.

-Las elecciones han vuelto a confirmar en en País Vasco tres grandes bloques políticos. El PNV, que se ha consolidado como el único instrumento de todo un movimiento nacionalista instalado cada vez más en la radicalidad una vez que la desaparición de Batasuna y la crisis de ETA, objetivamente, le dejan más espacio. El proyecto centrado y moderado del PP. Y el Partido Socialista. Las elecciones han confirmado a estos tres bloques y han apuntado una tendencia, y es que el nacionalismo no ha conseguido debilitar a la mayoría constitucionalista en determinadas instituciones. El constitucionalismo ha avanzado en votos.

-Pero no tiene una estrategia común.

-Hombre, la esperanza es lo último que se pierde. La salud en cuanto al número de votos es excelente. La salud del espacio de la firmeza constitucionalista es buena si tenemos en cuenta, por ejemplo, que el PP ha obtenido en el País Vasco el cuarto mejor resultado en toda España después de Asturias y Murcia, empatando con las Baleares. Otra cosa es el diagnóstico que tengamos que hacer de la colaboración entre constitucionalistas, y este aspecto ofrece ya algunos síntomas preocupantes.

-¿Por ejemplo en Álava?

-Por ejemplo, aunque no me gustaría emitir un juicio definitivo porque espero que prime el sentido de la responsabilidad.

-El candidato socialista a la Diputación alavesa, Javier Rojo, insiste en que presentará su candidatura y afirma que en su día pactó con su aspirante del PP a la reelección, Ramón Rabanera, una especie de alternancia. Y que ahora le toca a él y ustedes no son leales.

-La literatura se puede aplicar a la política y no coincidir con la realidad. Y aquí, la realidad es que los socialistas rechazaron antes y después de las elecciones ofertas de colaboración global con el PP, fórmulas que fueron despreciadas en su día... Y lo que tuve que soportar precisamente de Rojo. Ese escenario no fue posible porque el PSE no lo quiso, y nosotros hemos ofrecido un apoyo desde los principios, sin exigir nada a cambio, a los candidatos de las listas constitucionalistas más votadas. Esto se va a visualizar en 25 alcaldías; también en las Juntas Generales de Álava, donde apoyaremos al PSE para la Presidencia. Pero lo que no vale es decir que sólo funciona ese pacto de reparto allá donde el PP vence, pero no donde el PSE gana. Un pacto es fruto de un esfuerzo mutuo, no del oportunismo ni de la frivolidad.



«Victoria pírrica»



-Pues Rojo ya ha dicho que está dispuesto a llegar hasta el final...

-Deberá sin duda una explicación a los alaveses. Está comenzando a ponerse nervioso y a perder los papeles. Yo insisto, el PP va a permitir a los socialistas tener las alcaldías de Andoain, Santurce y Portugalete. Y no pide nada a cambio. Porque otra cosa es que hubiera habido un pacto global, que no ha sido el caso. Sólo los socialistas serán responsables de lo que pueda pasar en Álava. De todas formas, yo le pronostico que si por su actitud, el PNV recupera la Diputación alavesa, al Partido Socialista le costará muy caro, se juega su credibilidad en toda España, iba a quedar muy tocado el liderazgo de Zapatero y el propio espacio del socialismo en el País Vasco. Sería una victoria pírrica detrás de la cual emergería una derrota histórica.

-¿Es posible imaginarse una Diputación presidida al final por un independiente de consenso entre PP y PSE?

-Eso sí que sería el escenario de mayor deslealtad con los votantes.

-Se lo digo porque suena el nombre de Emilio Guevara.

-Me parece descabellado, aunque no entro en valorar ningún nombre. El constitucionalista que ha ganado las elecciones en Álava, en primer lugar, ha sido Ramón Rabanera. En segundo lugar Javier Rojo. Y, en tercera posición, todos los demás. Plantear un orden diferente me parece absolutamente imposible. Más aún, me parecería una sinvergonzonería política total y una deslealtad política infinita. No es serio que vayamos sacando conejos de la chistera con tanta falta de seriedad.

-¿Qué quiere decir?

-Que en política hay que ser serios y no puramente tacticistas. Mire, yo sigo creyendo en la necesidad de una mayoría de la firmeza constitucionalista para que el nacionalismo abandone la ruptura. Entiendo que haya gente que no lo vea así, pero yo me creo los principios, me creo que la Constitución es el antídoto, que las reglas de juego del Estado de Derecho hay que cumplirlas. La política vasca se ha convertido en una gran selva de la mentira. No contribuyamos a esa mentira, a ese maltrato histórico, desde la ambigüedad en función de la coyuntura. Cuando Nicolás Redondo y yo nos dimos la mano en el Kursaal y apostamos por una misma alternativa constitucionalista, lo hacíamos porque teníamos convicciones detrás y no deslealtades. Esos esfuerzos generosos son los que valen. Yo me temo que el socialismo vasco quiere ahora heredar el proyecto histórico de la ambigüedad del PNV una vez que éste ha heredado el proyecto político de ETA.

-¿A usted le plantea algún problema apoyar la reelección de Odón Elorza en San Sebastián?

-A mí ninguno, ni tampoco al PP vasco, aunque pueda ser que a María San Gil o a María José Usandizaga les cueste algún esfuerzo. Pero estas apuestas no se hacen por preferencias personales ni por manías. No se hacen tampoco por gustos ni por modas. Se hacen cuando hay apuestas sólidas y rigurosas.



«Juego macabro»



-¿Cómo valora la victoria de Elorza teniendo en cuenta que ha recibido duras críticas desde el PP?

-Yo me fijo más en el aumento de San Gil, que ha subido un concejal. Pero los donostiarras han dicho que Elorza sea su alcalde. Me gusta además que sea alcalde así, y no por la puerta de atrás de los pactos. Le recuerdo que yo gané hace ocho años a Elorza como lista más votada. Y que en 1991, yo cambié al final una orientación de pactos entre EA y el PP para fraguar una nueva mayoría en San Sebastián entre PP, PSE y PNV. Y que esa nueva mayoría fue la que le permitió ser alcalde. En cualquier caso, insisto, merece ser alcalde de San Sebastián, aunque no coincida en casi nada en lo que son sus aproximaciones a la política en el País Vasco.

-Ni con la posibilidad de que pacte con el PNV...

-Claro, porque el principal problema político que tenemos es la ofensiva brutal del nacionalismo vasco, en un ambiente de falta de libertad, todo un ataque al marco político de convivencia. Pactar con el PNV es pactar con el 'plan Ibarretxe' y pactar con la exclusión. El Pacto Antiterrorista así lo entendía cuando excluía los acuerdos con los partidos implicados en el Pacto de Estella.

-¿No cree que los últimos comunicados de ETA demuestran que no había un pacto entre los terroristas y el nacionalismo gubernamental en torno al 'plan Ibarretxe'?

-No se ha desmentido eso. Una cosa es que no haya un pacto explícito, como el que se produjo en Estella, entre ETA y los nacionalistas. Pero el 'plan Ibarretxe' es un proceso, un proyecto de recorrido y de convergencia entre ETA y los nacionalistas. Si en algún momento ha quedado demostrado eso es cuando después del primer comunicado de ETA, tiene que salir el mismo Xabier Arzalluz en 'Deia' a desmentir la existencia de un acuerdo y, por su parte, los terroristas conceden unas declaraciones a ETB para marcar sus límites. Se trata de un juego macabro establecido ya hace mucho tiempo.

-Tras los incidentes de Pamplona después de la última manifestación de repulsa por los dos policías asesinados en Sangüesa, la oposición acusa al PP de encender el caldo de cultivo de la intolerancia. ¿Qué opina de esta crítica?

-Me recuerda a la frase que pronunció Arzalluz en los funerales del concejal José Luis Caso, asesinado por ETA en diciembre de 1997. Me dijo que los que le habían pitado a él a la entrada los había enviado yo. Pero no es así. Esas pitadas y esos gritos surgen con espontaneidad. Como surgieron con espontaneidad en la manifestación de repulsa tras el asesinato de Buesa, y no estaban manipulados por el Cesid. O como surgieron en los funerales de los militares muertos en el accidente de avión. O las alusiones a Zapatero por las intenciones de pacto de Rojo. La gente es más inteligente que lo que pensamos.