ESPAÑA NO ERA PLURAL

 

 Artículo de EDURNE URIARTE  en  “ABC” del 10/08/04

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 No deja de sorprenderme día tras día la facilidad con la que se ha instalado en la política española la relectura del Estado de las autonomías iniciada por el PSOE en su etapa de oposición. Lo que parecía una construcción propagandística útil para erosionar al PP es ahora el discurso dominante del PSOE a través del protagonismo cedido en este terreno a Pascual Maragall. Es asombrosa la solemnidad con la que este líder crecientemente indistinguible de los nacionalistas anuncia el advenimiento de la nueva España plural y, sobre todo, es inquietante la ausencia de escándalo con la que se recibe en España su manipulación del Estado de las autonomías. Ahora resulta que una de las construcciones políticas más descentralizadoras del mundo no refleja, como pensábamos la mayoría de españoles desde 1978, la España plural.

Y Maragall no es solamente el líder excéntrico y colorista que incluso molesta en ocasiones a los propios socialistas. Maragall es la consecuencia de la irresponsable radicalización socialista del discurso autonómico en los últimos 4 años. Si se coquetea con la tesis nacionalista de que el PP quiere desmantelar el Estado de las autonomías o que la fórmula autonómica de la Constitución es un mal arreglo temporal de centralistas y españolistas, alguien se lo acaba creyendo, o lo acaba utilizando. Y lo que es aún peor, puede haber mucha gente dispuesta a hacer de ello un motor de sus objetivos políticos. Porque el autonomismo-nacionalismo refleja identidad, pero también intereses, y lo segundo es cada vez más importante en nuestro país.

Pascual Maragall dijo el pasado jueves en El Escorial que el socialismo catalán «no piensa cejar hasta conseguir el objetivo de una España plural, reconciliada con su diversidad». Si el comentado canto a la invención y explotación política de las singularidades era ya preocupante en su discurso, esta sugerencia sobre el modelo autonómico construido en la Transición lo es aún más. Porque la Constitución y la construcción autonómica son convertidas en arreglos imperfectos, en etapas de un camino hacia otro lugar, el auténticamente deseable para la democracia española. De ser principios fundadores y auténticas revoluciones de nuestra historia política, pasan a ser objetos de insatisfacción y estaciones de paso.

Es grave la manipulación del significado del Estado de las autonomías. Pero, además, la aceptación de esta interpretación nos coloca ante un proceso de reforma de estatutos y constitucional que va mucho más allá de los retoques técnicos o de la adaptación de algunos aspectos desfasados. Porque si no hemos logrado resolver los aspectos esenciales de la pluralidad y de la diversidad, es que tendremos que abordar transformaciones de fondo y no cambios complementarios.

Éste es el discurso dominante en los prolegómenos de la reforma constitucional prometida por el Gobierno mientras un PSOE silencioso y un presidente complaciente contribuyen a alimentar la tesis maragalliana de que la España autonómica no es la España plural.