GRIETAS EN EL TRIPARTITO

Editorial de "El Mundo" del 23-9-02

El silencio clamoroso que siguió ayer a la ausencia de Egibar en un relevante acto del partido y el hecho de que fueran altos dirigentes del PNV quienes filtraran a EL MUNDO que se debía a su disconformidad con las actuaciones de la Ertzaintza contra Batasuna indican que la tensión larvada puede estar a punto de explotar.

La actuación de Egibar y el sector guipuzcoano o talibán es una de las claves de las aparatosas decisiones de interponer una querella contra el juez Garzón y rehusar obedecer el mandamiento de disolución del grupo Batasuna en el Parlamento vasco.

Así como Arzalluz fue implacable en el acoso y derribo de los llamados michelines del partido con la expulsión de Emilio Guevara, no parece que ahora vaya a actuar con igual contundencia con quien siempre ha sido considerado como su delfín favorito aunque Egibar llegue a explicitar su disidencia. Entre otras cosas porque en la misma actitud está la poderosa central ELA-STV, de inspiración cristiana, vinculada con el PNV cuyo líder, Josu Elorrieta, pidió en público la dimisión de Balza por la actuación de la Ertzaintza en la manifestación de Bilbao. «Tenemos a una ELA enloquecida y a un Egibar batasunizado», declaró el sábado en EL MUNDO un miembro del EBB.

Mientras en EA también hay división de opiniones entre los que desean seguir con una estrecha colaboración con el PNV y quienes creen que puede llegar su oportunidad de ocupar gran parte del espacio de Batasuna, en IU-EB los fuertes desencuentros respecto a la dirección de la coalición en Madrid han desembocado en la decisión de no respaldar ni la querella contra el juez que pretende votar el Parlamento vasco ni la ya avanzada por el Gobierno tripartito del que forma parte.

Todas estas tensiones ponen de relieve cómo los partidos del tripartito están atrapados entre dos fuegos. Tendrán que optar por uno de los dos bandos si no quieren quedar desgarrados por ambos.

Si dentro del PNV el debate está planteado sobre si la Ertzaintza está haciendo demasiado contra Batasuna, desde una perspectiva democrática resulta intolerable que en Mondragón, con un alcalde de Batasuna, puedan desplegarse pancartas con una clara apología de los asesinatos de ETA y que permanezcan así horas sin que la Policía autonómica haga nada para retirarlas.