ENTREVISTA
A MANUEL MARÍN, SECRETARIO DE POLÍTICA INTERNACIONAL DEL PSOE,
en "El País" del 31-1-03
"España empieza a parecer un
puro instrumento de EE UU"
PERU EGURBIDE - Madrid
Con un breve comentario al final (L.
B.-B.)
A Manuel Marín, nacido en 1949, ex secretario de Estado para
Europa, miembro de la Comisión Europea durante 14 años (algunos como
vicepresidente) y ahora secretario de Política Internacional del PSOE, en
sustitución de Trinidad Jiménez, dos cosas le preocupan sobre todo en el
desarrollo de la crisis con Irak: el empeño de José María Aznar en romper un
consenso histórico sobre política exterior y la imagen que se está generando de
una España subordinada a Estados Unidos.
Pregunta. Hace dos semanas, usted advirtió en el Congreso de los
Diputados que el Gobierno está rompiendo un consenso de política exterior
española tan antiguo como la transición. ¿Sigue manteniendo esa denuncia?
Respuesta.
Sí. Rotundamente, sí. El Reino de España nunca ha participado en una guerra
unilateral, y hay dos casos en los que se solicitó al Reino de España que
participara en decisiones unilaterales que conllevaban episodios de guerra -el
bombardeo de Libia y la invasión de Panamá-, protagonizados por Estados Unidos,
con los británicos en el caso de Libia, y España dijo que no participaba. Si el
actual Gobierno tomara la decisión de participar en una guerra unilateral, sin
cobertura de Naciones Unidas, y además activara los mecanismos del acuerdo
bilateral con Estados Unidos, nosotros entenderíamos que el Gobierno ha roto
una zona de consenso y, desde luego, iríamos a la confrontación.
P. El Gobierno sostiene que el ataque nunca sería unilateral,
porque EE UU ya ha dicho que cuenta con 12 aliados.
R.
Eso no puede ser argumento. EE UU quiere realizar un ataque unilateral,
efectivamente, con países que se apuntan a la guerra, sin cobertura
internacional, sin resolución de Naciones Unidas. Ya sabemos que esto puede
producirse, pero no es el caso del Reino de España, no puede serlo. Nosotros
tenemos una visión, que hay que respetar, de nuestra política exterior, y si el
Gobierno la quiere romper, el Gobierno tendrá que asumir su responsabilidad. La
legalidad de un conflicto armado se encuentra en el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas. No se encuentra ni el el Pentágono
ni el Departamento de Estado.
P. Para dar legalidad internacional a una intervención en Irak, ¿no
sería suficiente, como en el caso de Kosovo, la cobertura de la OTAN, que EE UU
ha puesto ya en marcha?
R.
La operación de Kosovo se basó en un consenso dentro del teatro regional
europeo donde efectivamente hubo una posición común de la Unión Europea y una
posición de la OTAN. Nosotros pensamos que estamos en un escenario radicalmente
diferente.
P. El Gobierno sostiene que, en cualquier caso, la resolución 1.441
garantiza ya la cobertura por la ONU de una eventual intervención.
R.
Nosotros pensamos que no. El argumento jurídico que está utilizando el Gobierno
español es el calco del que emplea el Gobierno estadounidense. Y el propio
Gobierno español se está colocando en una situación muy delicada. Ayer mismo,
el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, abrió la posibilidad de una segunda resolución,
que sería deseable pero no necesaria. Cuando la ministra Ana Palacio vino a la
Comisión de Asuntos Exteriores, todos los grupos de la oposición le hicimos
preguntas muy precisas, como, por favor, sitúese usted a favor de la prórroga.
No hubo manera de obtener una respuesta. Pero la ministra se va a Washington,
se entrevista con Colin Powell y anuncia en
Washington que España está a favor de la prórroga. La Casa Blanca acaba de
anunciar, ayer, que una segunda resolución es deseable, y el Gobierno español
se apunta a la idea, que negaba al principio, de que es deseable. La opinión
pública española tiene que estar bastante perpleja de ver que, hasta el
momento, todas las decisiones que ha tomado el Gobierno español se han dado
siempre después de que EE UU haya emitido su opinión. Washington emite su
opinión, la Casa Blanca emite su opinión, y La Moncloa se apunta.
P. Pero ¿cuál es la posición del PSOE? ¿Apoyaría un ataque con
cobertura de la ONU o está totalmente en contra de la guerra?
R.
Haré la siguiente precisión para evitar todo tipo de malos entendidos. El PSOE
está a favor de que el Consejo de Seguridad sea un instrumento de paz; que se
dé a los inspectores la prórroga que necesiten, y no la que necesite el
despliegue militar de EE UU; que los inspectores hagan su trabajo, y, cuando
los inspectores hayan hecho su trabajo, que el Consejo de Seguridad, y
solamente él, determine si Sadam Husein ha cumplido o
no las condiciones del desarme. Ésa es la posición del PSOE.
P. ¿Pero llegaría a apoyar la guerra?
R.
Luego, en función de lo que ocurra en el Consejo de Seguridad, nos plantearemos
la situación. No queremos avanzar tampoco una situación que es muy fluida. Lo
que queremos es seguir presionando al Gobierno para que se ajuste en todo caso
a lo que es un eje director de la política exterior española.
P. Esta posición final no es mucho más clara que la del Gobierno,
cuya ambigüedad ustedes critican. ¿Por qué está siendo imposible el consenso?
¿No hubo margen de diálogo en el encuentro que usted tuvo con el secretario de
Estado de Exteriores, Ramón Gil-Casares?
R.
Fue una entrevista amable, muy corta, que yo creo que el Gobierno celebra
simplemente para quitar presión y dar figura de que está informando a los
grupos parlamentarios. Pero ya le hice ver muy amablemente al secretario de
Estado que yo acudía a la entrevista, pero que esto no significaba que la
entrevista pudiera ser sustitutiva de la presencia del presidente del Gobierno
en el Congreso.
P. Aznar comparecerá finalmente ante el pleno de las Cortes el
próximo miércoles. ¿Esto arregla las cosas?
R.
Yo no estoy en condiciones de anticipar ese debate, pero lo que me preocupa en
este momento es que esta inclinación tan excesiva del Gobierno, del presidente
Aznar, hacia las tesis estadounidenses nos está creando ya serios problemas de
comprensión, sobre todo en aquellas partes del mundo en las que el Reino de
España tiene un cierto grado de influencia. Me estoy refiriendo, en primer
lugar, al mundo árabe. Muchas embajadas nos han hecho saber ya que no entienden
al Gobierno español. Muchas embajadas latinoamericanas nos han hecho ver que
están asombradas de que España pierda sus perfiles tradicionales de política
exterior y el grado de autonomía que en ciertos momentos hemos mantenido.
También en el ámbito mediterráneo se está empezando a considerar la política
del actual Gobierno como puramente instrumental con respecto a la de EE UU.
Nuestra posición no es antiamericana, en el PSOE somos conscientes de la
importancia de la relación con EE UU y yo, personalmente, tengo una profunda
admiración por la sociedad estadounidense y sus valores. Pero no se trata de
crear los maniqueos habituales que crea el presidente Aznar a la opinión
pública: o se está con Bush, o se está con Sadam
Husein. Es una manera muy torpe y chata de presentar la realidad. Se trata de
que a veces EE UU lleva razón y a veces no, y cuando
pasa esto último hay que decírselo y no pasa nada.
P. El Gobierno razona: el terrorismo es la principal amenaza, el
riesgo de que lleguen a sus manos armas de destrucción masiva desde países como
Irak es real y, por tanto, hay que estar codo a codo con EE UU, porque lo que
es bueno para ellos en esta guerra es bueno para España. ¿Dónde falla el
argumento?
R.
La cooperación para luchar contra el terrorismo internacional es una necesidad
que nadie niega. Que hay que cooperar con EE UU -como con el resto de los
países de la UE, árabes, asiáticos-, para que la información circule y de esa
manera estemos más seguros, todos estamos de acuerdo. Lo que no puede hacer el
Gobierno es pretender significar que la eventual cooperación internacional
contra el terrorismo proveniente de EE UU depende de que nos apuntemos o no a
una guerra.
P. ¿Pero hay o no riesgo de tráfico de armas de destrucción masiva
a partir de Irak?
R.
Si eso fuera así, conviene demostrarlo y que la información sea muy fiable. Yo
nunca había oído, hasta hace poco, que Irak tiene una conexión con Al Quaeda. Quien lo sostenga, tendrá que demostrarlo. Y si el
problema para el mundo es el riesgo que hay de transmitir armas de destrucción
masiva a grupos terroristas, tendremos que empezar a disciplinar no solamente a
Irak, sino a muchos otros países que tienen armas nucleares y armas químicas,
como Corea del Norte, Pakistán, India, Irán e Israel.
P. Cree usted que Washington coopera eficazmente en la lucha contra
ETA?
R.
Es una materia delicada. Yo no tengo información especial, pero creo que si
Washington coopera con Madrid en la lucha contra ETA es la obligación de
Washington hacerlo. No puede ser moneda de cambio que para que esta cooperación
continúe y se aumente tengamos que apuntarnos a la tesis de Washington,
quebrando nuestra política exterior. Además, creo que la insistencia del
Gobierno en que EE UU es básico y decisivo en la cooperación contra el
terrorismo de ETA es algo que está empezando a irritar profundamente a nuestro
vecino del norte, Francia, que sí que está cooperando de verdad.
P. ¿Por qué cree, en definitiva, que Aznar se alinea con Washington
de este modo?
R.
Sinceramente, no termino de adivinar cuál es el retorno de esta operación. Cuando
tú te planteas una posición en política exterior tan fuerte como la que está
manteniendo el Gobierno, normalmente es porque hay un retorno tan suculento que
corres el riesgo de tomar esta posición. Para mí, es un misterio por qué el
Gobierno pretende correr el riesgo de romper el consenso en política exterior,
salvo que sea un elemento más de estrategia política de consumo interno a corto
plazo donde se quiere introducir este discurso totalizador sobre el terrorismo,
la seguridad y la inmigración. Pudiera ser que se quisiera convencer a los
españoles de que el Canal de Isabel II es objetivo de armas químicas y
bacteriológicas. Es la estrategia que utilizó el Partido Republicano en EE UU:
patria, seguridad, terrorismo, enemigo exterior, y sobre eso construyeron su
discurso. ¿Va a hacer Aznar lo mismo en España? No lo sé.
P. Esa estrategia es peligrosa para un político que ha sugerido que
su ambición está en Europa.
R.
Yo soy firme partidario, y lo he dicho en mi partido, de que si José María
Aznar tuviera opciones de ser presidente del Consejo Europeo [tras la reforma
de las instituciones comunes], el partido socialista le debe apoyar, porque
creo que siempre que exista la posibilidad de que un español tenga un puesto de
representatividad en el exterior es un objetivo de política de Estado. Eso lo
tenemos muy claro. Pero, particularmente, pienso que la actitud que está
tomando Aznar demuestra que nunca se ha planteado ser presidente del Consejo
Europeo, ya que su actitud está alarmando, en primer lugar, a los países
neutrales, y también a algunos países muy importantes que hacen que la
candidatura de José María Aznar pueda progresar o no. Si de verdad hubiera
querido hacer campaña electoral para ser presidente del Consejo Europeo, no
habría adoptado esta actitud, porque él sabe a ciencia cierta que el próximo
presidente del Consejo Europeo, sobre todo, tiene que ser una persona de
equilibrios y, en este momento, la posición de Aznar y su Gobierno es para
muchos europeos una posición de desequilibrios.
BREVE COMENTARIO
Luis Bouza-Brey (31-1-03 )
El PSOE está derrapando, está perdiendo
totalmente la dirección y el control de la situación y va culeando en
todas las direcciones, sin ser capaz de fijar un rumbo coherente.
El desnortamiento
se deriva de una falta de percepción de los peligros: Irak es un régimen
tiránico, bloqueado por la política demencial de sus dirigentes, y al que no se
puede dejar pudrir por doce años más; el terrorismo global es un peligro real y
creciente al que es preciso afrontar con urgencia y firmeza; las armas químicas
y biológicas de destrucción masiva se encuentran en poder de dementes malignos
en Irak; el mundo árabe constituye en la actualidad un problema mundial ante el
cual hay que impulsar políticas activas de desarrollo, modernización y secularización
cultural; el petróleo es un bien imprescindible para que la civilización siga
funcionando, al menos de momento; la UE debe participar activamente en política
internacional, pero junto a EEUU, y sin sobreestimar sus débiles posibilidades
actuales, ni mucho menos pretender definir el rumbo destruyendo el liderazgo de
EEUU o bloqueando su política en el momento menos oportuno; Europa no se
construye en oposición a los EEUU, ni dejándose llevar por ínfulas de grandeza
de unos o imprudencias electoreras y fundamentalismos pacifistas de otros. La
paz y la libertad hay que defenderlas por la fuerza, cuando es necesario e
inevitable, frente a los locos y fanáticos.
En fin, que da la impresión de que en
Europa nos estamos guiando por percepciones erróneas, o frivolidades e
incoherencias de líderes que no son capaces de orientar a la opinión pública, y
se dejan llevar por ella y por los intereses más inmediatos.
La consecuencia para las relaciones
internacionales de la frivolidad europea que estamos padeciendo sería el
fracaso de la construcción de la UE por muchos años, el debilitamiento del
mundo libre y la civilización árabe frente al fundamentalismo, la destrucción
de las Naciones Unidas y la propensión definitiva al unilateralismo por
parte de EEUU, transformado definitivamente en una potencia imperial.
La consecuencia de un debilitamiento
del mundo libre en estos momentos, en términos empíricos perceptibles,
podría ser transformar a Hussein en un héroe para el mundo árabe, estabilizando
su régimen definitivamente, incrementar la violencia fundamentalista islámica
en Israel, y sufrir un gran atentado de Al Quaeda en
Europa o EEUU.
¿QUÉ HABRÍA QUE HACER?
Apoyar la política norteamericana,
dejándose de jugar con vetos y demás frivolidades en el Consejo de Seguridad;
acabar de una vez con el régimen tiránico de Saddam Hussein mediante un mandato
internacional claro y definitivo de derrocamiento y desarme por parte del
Consejo de Seguridad, e iniciar una política firme y decidida de resolución del
conflicto palestino-israelí y de modernización y
secularización del mundo árabe e islámico.
Los dirigentes del PSOE deben ser
conscientes de que esta no es una política de derechas ni de izquierdas, sino
la necesaria en estos momentos. No parece que Chirac haya evolucionado a la
izquierda repentinamente, que sepamos. Y resulta algo incoherente protestar
porque EEUU no se enfrentó al franquismo en otros tiempos y pedirle que haga lo
mismo ahora con Hussein.
Me temo que como el PSOE, y en general
la Internacional Socialista, no se clarifiquen, van a quedarse aislados a
medida que la opinión pública vaya percibiendo más correctamente la situación.
En España, sería una pena que el PSOE eche a perder sus avances recientes en la
opinión pública por esta cuestión.