LA ALEGRÍA DE ROSA REGÁS 

 

 Artículo de Iñaki Ezkerra  en “La Razón” del 07/09/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 
De Rosa Regás yo siempre he tenido la impresión de que era una mala impostora, una torpe infiltrada en la izquierda. La he visto hacer tantos esfuerzos para que se la tomara por roja que siempre me ha parecido que trataba de ocultar algo, de borrar pistas… Por eso no seré yo quien la llame estalinista ni procastrista. Hay en determinadas personas estalinismos y procastrismos que detesto pero que me los creo. Los de Rosa Regás no me los he creído jamás. Nunca he conocido a un estalinista ni a un procastrista tan ingenuo, tan naïf, tan obvio, tan arbitrario, tan ruidoso… Y esas declaraciones suyas de que se alegró más de la derrota de Aznar que de la muerte de Franco la han delatado. Por fin ha dicho la verdad. A algunos no hay como darles cuerda para que se ahorquen ellos solitos.
   Fíjense lo que significa esa frase en una mujer que tiene setenta y dos años, en alguien que vio a los seis cómo acababa la Guerra Civil. Para Rosa Regás el millón de muertos de aquella guerra; los fusilados, los exiliados y los represaliados de la posguerra; los socialistas, comunistas, anarquistas y republicanos que cayeron mientras construían el Valle de los Caídos, los campos de concentración que hubo en España hasta los mismos años sesenta, los encarcelados por su filiación política que siguió habiendo hasta 1975 no fueron nada al lado de «los crímenes de Aznar». Leyendo esas declaraciones he entendido por qué esta mujer dice siempre que se lo pasó tan bien en los años de la «gauche divine». Sencillamente no se enteró de en qué España estaba. Cuando pienso en la «gauche divine» barcelonesa me viene a la cabeza Jaime Gil de Biedma y sus poemas amargos de aquel tiempo, poemas de un hombre consciente de en qué país y en qué momento le ha tocado vivir. No le veo a Gil de Biedma diciendo que se lo pasó «chupi» en aquellos años. Veo diciendo esas cosas a gente que dice haber tenido con Gil de Biedma «una gran amistad».
   Quien la tiene pillada a Rosa Regás es mi admirado Tomás Cuesta, que en un artículo publicado no hace mucho en este diario señalaba esa misma impostura con la única observación que Caperucita Roja le podría hacer a la directora de la Biblioteca Nacional: «Abuelita, qué dientes más largos tienes». Me he acordado de esos dientes pensando en la alegría que sintió Rosa Regás tres días después de que mataran a doscientos españoles. Me he acordado de la «dictadura de Aznar» y de la de Franco y de unos versos que Gil de Biedma tituló «Noche triste de octubre, 1959» en la época en la que la Regás se lo pasaba «pipa»: «Y he pensado en los miles de seres humanos,/ hombres y mujeres que en este mismo instante,/ con el primer escalofrío,/ han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,/ por su fatiga anticipada,/ por su ansiedad en este invierno,/ mientras que afuera llueve./ Por todo el litoral de Cataluña llueve…»