LA «ALTERNATIVA» DE PATXI LÓPEZ

 

 

 Artículo de Iñaki Ezkerra  en “La Razón” del 08/09/2004

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)


La oferta electoral que el PSE-EE va a presentar a los vascos en los próximos comicios autonómicos es algo que comenzó a formularse al día siguiente de la consulta del 13 de mayo de 2001 y con el famoso «artículo-regañina» de Cebrián al «constitucionalismo fuerte» encarnado por Mayor Oreja y Redondo Terreros. Fue exactamente en aquel sombrío «día después» cuando los sectores del PSOE y del PSE-EE que pronto terminarían imponiéndose en el socialismo vasco se vieron obligados a empezar a especificar qué tipo de táctica era «la buena» para hacer frente al nacionalismo. De este modo, puede decirse que su principal argumento se dibujaba más en oposición a la tentativa constitucionalista que a favor de la tentativa que por fin ahora, cuatro años después, va a tener lugar: «Por ese camino frentista nunca desbancaremos al PNV», «de esa forma asustamos al electorado más inseguro del PNV, que es al único que podemos atraer», «así jamás rascaremos los votos que necesitamos del PNV», etc. De este modo, puede decirse también que, si el PNV hace la trampa de intentar sustraer el Plan Ibarretxe del debate puramente político al presentarlo –por encima de todo razonamiento o discusión– como la gran solución al terrorismo de ETA, el PSOE peca de lo mismo pues también trata –mediante una trampa paralela– de sustraer del debate político su táctica contemporizadora con los nacionalistas al evitar discutirla en sí misma –esto es políticamente– y al presentarla como la única forma posible de esquivar la derrota electoral.
   Así las cosas, lo que se va a escenificar en las próximas autonómicas vascas con la intentona que encabezará Patxi López es el cumplimiento de un deseo largamente acariciado como un sueño o una fatalidad trágica. Y, en este sentido, incluso a quienes no compartimos y tememos esa táctica declaradamente electoralista nos entran ciertas ganas –creo yo– de decir «adelante», «que se cumpla de una vez ese sino», «que por fin se demuestre de una maldita o santa vez por todas cuántos votos se obtienen por ese dichoso camino oblicuo que rehúsa la confrontación». Cada idea, cada oferta, cada opción políticas tienen alguna vez su hora y deben aprovecharla. La «alternativa Patxi López» o «alternativa Zapatero», que viene a ser en realidad la «alternativa Felipe González» o la «alternativa Juan Luis Cebrián», va a tener muy pronto su hora. El problema es que en la política no sólo es importante ganar sino cómo ganar. Porque el medio lleva intrínseca la capacidad de preservar o modificar los mismos fines. Si se sacrifican los principios en los medios se están sacrificando también las metas. Si no se cuida el «cómo ganar» por el camino se acaba perdiendo también el «para qué ganar». La gran contradicción de la alternativa vasca que prepara hoy el PSE-EE es que no es una alternativa. Los que la avalan nos dicen que por otros caminos no se llega al poder, pero a la vez renuncian a ese poder por su propio camino al presentar el socialismo como sucedáneo del nacionalismo, al prometer un vago programa de graves concesiones del que sólo han adelantado –a modo de globo sonda– la ruptura de la caja única de la Seguridad Social –mediante una «caja vasca libre asociada»– y al perpetrar una plataforma ciudadana encabezada por los nacionalistas que siguieron al PNV hasta el Plan Ardanza inclusive: Emilio Guevara, Joseba Arregi, Imanol Zubero… La pregunta que cabe hacerse es para qué va a ganar el PSE-EE. ¿Para hacerle el trabajo sucio al PNV y cumplir el programa que el PNV se atrevía a explicitar antes de Lizarra y el Plan Ibarretxe?
   Pero la contradicción del PSE-EE, su renuncia a ser una verdadera alternativa en Euskadi no sólo es ideológica, sino también estratégica. No ha sido diseñada para ganar unas elecciones sino para volver al Gobierno de Vitoria, que es otra cosa diferente. De lo que trata Patxi López ni más ni menos es de reeditar la etapa Jáuregui pero yendo más lejos de lo que Jáuregui se había atrevido a ir en su día con su modelo de «constitucionalismo blando». De lo que se trata, en fin y por fin, es de ofrecer la «alternativa más blandengue posible» aunque sea a costa del mismo constitucionalismo así como de la misma posibilidad de la alternancia, que se quedaría, de esta guisa, en mera redundancia de la antigua coparticipación del poder. Para conseguir exactamente lo mismo que se consiguió en la década de los noventa habría que pagar el precio de asumir la terminología de Elkarri con sus metáforas ingenieriles y ferroviarias (construir puentes, evitar el choque de trenes…) igual que el propio reformismo estatutario y constitucional largamente reivindicado por los nacionalistas desde la misma fecha en que se aprobó el Estatuto de Gernika hasta la actual formulación de ese deseo de sacrificarlo que constituye el Plan de Libre Asociación. En sus campañas electorales Ramón Jáuregui –espoleado por el sector más intelectual de Euskadiko Ezkerra– llegó a hablar de «postnacionalismo», pero en la campaña que encabezará Patxi López en las autonómicas que se nos vienen encima hay que hablar ya de «filonacionalismo» o «cuasinacionalismo» por no utilizar la expresión «nacionalismo light» que Antonio Basagoiti ponía en circulación en una reciente entrevista.
   Dan ganas de decirle «adelante», «a ver qué votos sacas», a ese PSE-EE que es hoy más PSOE que nunca ya que Patxi López llegó por una imposición de Ferraz mientras María San Gil ha llegado por una rebelión ante las disposiciones de Génova. Y dan ganas asimismo –siguiendo con los paralelismos entre el PNV y el PSOE– de preguntarle a Patxi López y a José Luis Rodríguez Zapatero –o a Felipe y a Cebrián– lo que Emilio Guevara le preguntó en cierta ocasión a Josu Jon Imaz con motivo del propio Plan Ibarretxe: «¿Ésta es ya la última o después de ésta va a haber todavía más?»   
   
   Iñaki Ezkerra es escritor y   autor de «Sabino Arana   o la sentimentalidad  totalitaria»