PESADILLAS ESTIVALES

 

 Artículo de GEES  en “Libertad Digital” del 12/08/2004

 

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

Vivimos en un extraño sueño, para algunos una pesadilla, en el que los deseos de algunos parecen hacerse realidad... hasta que nos despertemos y tengamos que hacer frente a las consecuencias de nuestros irresponsables actos.

 

Hace unos días la Secretaria de Relaciones Internacionales del Partido Socialista, Trinidad Jiménez, manifestaba su contrariedad porque los medios de comunicación plantearan el problema de las concesiones petrolíferas que Marruecos está realizando en aguas que España considera propias. La alta responsable socialista pronunció una frase para no olvidar y estudiar durante años en las escuelas diplomáticas de todo el planeta: “abrir elementos de conflicto o especular sobre determinadas cuestiones no conduce a nada”. Entonces, ¿para que está la diplomacia? Si un país que recientemente ha invadido nuestro territorio concede derechos de exploración en aguas propias está “abriendo elementos de conflicto” y lo menos que podemos hacer es denunciarlo. Si seguimos callados y no tomamos medidas al final nos dejarán, como parece que ocurrirá en breve, con una mano delante y otra detrás, pero eso sí, sonriendo.

 

Más recientemente el Presidente del Gobierno ha afirmado que el uso de la fuerza es inadecuado para combatir el terrorismo y que hay que hacer frente a sus “causas”.

 

No tenemos pruebas de que Rodríguez Zapatero fuera consciente de las implicaciones de lo que decía, pero ha dado un importante giro a la posición de España al proclamar que la Guerra de Afganistán fue un error. En este caso un error legal, porque contaba con la preceptiva resolución del Consejo de Seguridad, pero error al fin y a la postre. Se debía haber continuado dialogando con los talibanes para que entregaran a Osama ben Laden y a los miles de militantes de Al Qaeda que le acompañaban en aquel país. Posiblemente en estas fechas seguiríamos negociando, pero estaríamos en el buen camino.

 

¿Qué decir del problema colombiano? Todos recordamos que el anterior Presidente, Andrés Pastrana, planteó a los dirigentes de las FARC un proceso de paz, retirando al Ejército de las zonas ocupadas por la guerrilla. Todos tenemos en la memoria cómo finalizó aquello: los guerrilleros aprovecharon esos años para fortalecerse y no consideraron seriamente el abandono de las armas ni su reincorporación a la sociedad. El actual Presidente, Álvaro Uribe, ascendió con el compromiso de dar un giro radical a la política de su predecesor y los resultados están a la vista, las FARC están a la defensiva, sus acciones han disminuido drásticamente y la inversión crece como no se conocía en mucho tiempo. No es probable que Rodríguez Zapatero niegue los resultados, pero en su opinión habría que haber continuado dialogando, mientras las FARC consolidaban su control sobre parte del territorio y seguían secuestrando a dignatarios nacionales.

 

El combate contra el terrorismo internacional requiere la actuación conjunta de los servicios de inteligencia, para detectar la presencia de células infiltradas, y de la diplomacia, para animar a los gobiernos afectados a combatirlo. Pero cuando no se encuentra la colaboración esperada o cuando un gobierno apoya clara y decididamente a organizaciones terroristas, el uso de la fuerza militar es imprescindible.

 

Que un gobernante español haga referencia a la necesidad de resolver las “causas” del terrorismo es, como poco, alarmante. Si después de treinta años de combate contra ETA todavía no hemos aprendido que este debate, a más de falso, sólo legitima la acción de los violentos, es que no queremos reconocer la realidad de las cosas.

 

El terrorismo es una forma de usar la fuerza. No es, por lo tanto, una estrategia, sino una táctica. El terrorismo se ha empleado por grupos muy distintos en diferentes momentos de la historia. Los anarquistas de principios de siglo, los distintos movimientos latinoamericanos que han hecho uso de la violencia indiscriminada, Hamas o Al Qaeda tienen en común solamente el uso del terrorismo. Es, por lo tanto, un medio para lograr unos fines políticos. No hay más causa del terrorismo que el que un grupo llegue a la conclusión de que la consecución de sus objetivos se logrará más efectivamente mediante esta forma particular de violencia. De ahí que la primera medida que se debe tomar para combatirlo es dejar muy claro a sus ejecutores que no tienen ninguna posibilidad de triunfar mientras actúen de esa forma. Afirmar que el combate contra el terrorismo exige atajar sus causas no sólo es un error, es además una forma de incentivarlo, de convencerles de que están en el buen camino. Eso hicimos durante años con ETA, eso continuamos haciendo con algunos grupos palestinos y eso hace ahora, irresponsablemente, Rodríguez Zapatero con Al Qaeda.

 

En el poco tiempo que lleva como Presidente del Gobierno ya se ha ganado un puesto en la historia del terrorismo. La retirada de las tropas de Iraq después de los acontecimientos del 11-M, fue un extraordinario éxito para el islamismo radical, como ellos mismos reconocen sin ocultar su entusiasmo. El hecho es más alarmante si tenemos en cuenta que el mismo Gobierno que retiró las tropas aprobó en el Consejo de Seguridad una resolución que consideraba fundamental el envío de contingentes militares a Iraq para derrotar al terrorismo y consolidar el incipiente proceso democratizador. Las nuevas declaraciones son un coherente paso adelante en la política equivocada, en la senda por la que los terroristas quieren que avancemos.

 

Acaso sea un sueño pensar que España merece unos dirigentes capaces de tratar estos temas con un nivel superior al propio de una conversación entre adolescentes.