RECETAS PUTIN
Artículo de Luis GONZÁLEZ SEARA
en “La Razón” del 06/09/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
El mundo asiste en directo a la sucesión de tragedias terroríficas que tratan de
emular en el Cáucaso lo que es cotidiano en el Oriente Medio. El tremendo
desenlace del infame secuestro de centenares de niños y adultos por un comando
checheno en una escuela de Osetia, seguido por la liberación de los rehenes «a
la manera de Putin», con más de trescientos muertos, obliga a reflexionar,
especialmente entre los europeos, sobre la nueva dimensión del terrorismo y la
violencia nihilista.
Después de la barbarie que suponen los atentados del 11-S en Nueva York o del
11-M en Madrid, no hay límite alguno para la aniquilación asesina. Clausewitz,
el gran pensador y teórico de la guerra, estimaba que, una vez derribados los
límites de la destrucción y la violencia, resulta muy difícil volver a
levantarlos. Después de que Napoleón hubiera desarrollado la estrategia de las
grandes batallas de aniquilamiento, con centenares de miles de muertos, quedaba
abierto el camino para las guerras totales del siglo XX, con decenas de millones
de víctimas y la destrucción y arrasamiento de ciudades y países enteros. Una
vez que el terrorismo islámico llevó sus prácticas suicidas a la barbarie de
secuestrar y lanzar aviones civiles llenos de pasajeros contra las Torres
Gemelas en Nueva York, nada puede ya limitarlo. Da igual que sean centenares de
niños de un colegio o de enfermos de un hospital, como decenas de miles de
espectadores de un estadio.
El terror y el miedo que han perseguido siempre a la especie humana dan
cuenta de la persistencia de la violencia y del mal a lo largo de la historia.
Precisamente fue en el Cáucaso el lugar en que los dioses encadenaron a Prometeo
a una roca, donde el águila le devoraba el hígado de forma permanente, en
castigo por haberles revelado a los hombres los secretos del fuego, el
conocimiento y la técnica.
Ahora son los nuevos dioses de los fundamentalismos y nacionalismos
nihilistas los que quieren ofrecernos el espectáculo del horror y la destrucción
a través de los artefactos del conocimiento y la tecnología de la globalización.
Tal vez en esta nueva escenificación de la tragedia terrorista sea preciso
mirar abiertamente, con sangre fría, la nueva malevolencia de los dioses
nihilistas, procurando su destrucción, como postula Putin, por cierto con la
«comprensión» colaboracionista de Europa. Pero los desastres sucesivos
ocasionados por intervenciones liberadoras de los rehenes, ya sea en el
hospital, el teatro o al escuela, así como el fracaso rotundo de la política
seguida en Chechenia, indican que las recetas de Putin y la «comprensión» de
Europa deben ser revisadas.
Lo cual no invalida la necesidad de que el viejo continente revise, a su vez,
su desorientada política antiterrorista y su ceguera histórica actual para
distinguir con nitidez entre la civilización y la barbarie cultural, el nuevo
fantasma que recorre Europa.