LOS TERRIBLES SIMPLIFICADORES 

 

  Artículo de Luis González Seara  en “La Razón” del   29.09.2003

El formateado es mío

Con un muy breve comentario al final:

 ¿CUANDO DESPERTARAN ALGUNOS?.

Luis Bouza-Brey

 

 

El historiador Jacob Burckhardt veía con gran pesimismo el futuro de la «vieja Europa», en virtud de la preponderancia que estaban alcanzando los «terribles simplificadores», un tipo o casta de gobernantes apegados a las fórmulas abstractas, ajenas a la herencia cultural de Occidente y guiados por el más absoluto pragmatismo en la conquista y disfrute del poder. Es el caso del PNV y sus ibarreches, que llevan un cuarto de siglo gobernando en el País Vasco gracias a la Constitución de 1978, elaborada y refrendada por todos los españoles, y que se sirven de tal hecho, único legitimador de sus prolongadas acciones de gobierno, para traicionar su propia legitimidad en nombre de una simplificación grosera de los actuales derechos de los vascos y las vascas, y de la invención de un pasado histórico, que nunca existió pero que, si fuese cierto, privaría a Ibarreche de legitimidad y competencia para proponer su plan soberanista. Esta doble o triple traición que el PNV viene perpetrando contra la democracia española y vasca se sirve estratégicamente de los atentados y la violencia criminal de ETA, que persigue los mismos fines por otros medios, confluyendo todo ello en uno de los episodios más sórdidos y disparatados de la vida política europea de los últimos tiempos. Ante ello, debe advertirse que la simplificación o la inconsciencia, según se mire, también se observa en las respuestas que se han ido dando por buena parte de las fuerzas políticas españolas a tales desafíos de las reglas del juego democrático. No debe perderse el tiempo en lamentar los muchos actos de vileza cometidos por quienes sacuden el árbol de la violencia y por quienes recogen las nueces de la sacudida. Apelando a la serenidad de ánimo del viajero, los versos de Goethe piden que «nadie se lamente/ de lo que es vil,/ pues, por más que se diga,/ lo vil es siempre poderoso». Procede, en cambio, dejar las cosas claras a los protagonistas de la vileza, sin dejarse llevar por otras abstracciones confusas, como las de hablar de federalismos asimétricos y de proyectos oníricos con más «Estatuto» y mucha miel, que se dejan oír en el pastel o panal del PSOE. Ya no caben más circunloquios ni pasteleos. El plan secesionista de Ibarreche está en contradicción flagrante con lo establecido en la Constitución española y en el proyecto de la posible y futura Constitución europea. Sólo podría llevarse adelante, y con varias limitaciones, después de haberse reformado la Constitución de 1978, por el procedimiento que ella misma establece. Cualquier decisión o medida que se adopte por Ibarreche, el PNV o los órganos de la Autonomía vasca, en contra de la legitimidad constitucional, tiene que ser recurrida y anulada por las instituciones pertinentes: Gobierno, Parlamento, Tribunales de Justicia y Tribunal Constitucional. Si se produjera una desobediencia a sus resoluciones, entonces habría que aplicar el artículo 155 de la Constitución, pensado precisamente para que el gobierno legítimo obligue a los infractores autonómicos en rebeldía a que cumplan la ley. Y aquí no cabe diálogo ni componenda alguna. La simplificación ha terminado.

 

Muy breve comentario:

 ¿CUANDO DESPERTARAN ALGUNOS?

L. B.-B. (2-10-03.)

 

González Seara deja las cosas claras ---como tiene que ser--- en este último párrafo de su artículo: que el pueblo y el nacionalismo vasco sepan a qué atenerse si continúan por el camino que van. Pero el PSOE tiene que despertar de una vez: no puede ser que se estén haciendo ofertas de pacto al nacionalismo, que las desprecia olímpicamente porque está caminando en otra dirección, desde el ayuntamiento de San Sebastián o en Vitoria. El PSOE y el PSE están cayendo a un nivel de ridículo indignante. ¿Qué es lo que pretenden? Si se trata de buscarse un espacio propio, éste no puede ser ningún otro que el de la defensa firme del pacto constitucional y estatuyente, sin dejar ningún resquicio a la deriva rupturista. El nacionalismo vasco debe aceptar el ordenamiento constitucional, o perder las elecciones, o romperse. Para los constitucionalistas no hay otras opciones. Y lo que no se puede hacer es dar ni un respiro ni un margen de esperanza a Arzalluz y compañía: que sepan que las nueces se acabaron y que como sigan sacudiendo el árbol los puede aplastar. La democracia española tiene que demostrar su fortaleza y su dignidad, y dejar de retroceder frente a los órdagos del tarugismo nacionalista. El pueblo español está detrás de esta postura, y seguramente la mitad del pueblo vasco también. Y si el PSE sigue con sus ambigüedades se dará un batacazo gigantesco a la primera de cambio. ¡Despierten de una vez, y formulen una alternativa constitucionalista ante el pueblo vasco frente al nacionalismo! El tiempo de la patraña debe terminar: el PNV debe aceptar la Constitución, o perder las elecciones, o romperse. Que así sea.