PERSPECTIVAS Y MISERIAS ELECTORALES

 

 

 Artículo de Luis González Seara   en “La Razón” del 08/03/2004

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

Pasado el ecuador de la campaña, se acerca el día en que los españoles van a decidir con su voto a quién confían el gobierno de su país durante la próxima legislatura. Una gran parte ya lo tiene decidido. Las encuestas y análisis de opinión dejan pocas dudas sobre quién va a ser el partido más votado: el PP. Hay, sin embargo, un número de indecisos, de abstencionistas o de electores que silencian su opinión, que pueden decidir con su voto que los populares alcancen la mayoría absoluta o queden a las puertas de lograrla. Es comprensible que la olla electoral se vea sometida a grandes presiones, especialmente en los mítines y en los medios de información, y algunos esperan milagros de sus manipulaciones demagógicas. Siempre puede haber algún incauto que pique, y siempre surge algún miserable que puede llevar su comportamiento a cotas máximas de indignidad para intentar influir en los electores. Pero éstos ya tienen experiencia de las andanzas de muchos impostores y, además, no esperan al día de reflexión para tener claro a quién les conviene votar. Por muy poderosa que sea una maquinaria de comunicación puesta al servicio de una causa, con recurso a todos los medios, ardides y demagogias que se puedan imaginar, la experiencia muestra que tal maquinaria fracasa cuando se pretende convencer a los ciudadanos de lo que ellos pueden ver o razonar que es falso. Por eso, los milagros no suelen producirse. Es más fácil desviar la atención de los electores hacia cuestiones menores o ya obsoletas, para que no se repare en lo que es un problema grave, que puede incrementarse en el futuro. En el caso de los comicios españoles de marzo de 2004, es obvio que carece de sentido alguno perder el tiempo hablando del «Prestige» y sus jaleadores totémicos. A menos que se haga para no referirse a la cuestión más inquietante para el futuro inmediato de los españoles: el crecimiento del nacionalismo identitario, separatista y disgregador, que está propiciando lo que Fernando Savater llama un «despedazamiento pluralizante» de España, como vía de incorporación a la UE. El problema principal que tenemos los españoles no está en la economía, que goza de mejor salud que la media de los otros países europeos; ni está en la falta de libertad de expresión, salvo en el País Vasco. El peligro está en la quiebra de la igualdad de trato en los derechos de los españoles y en la solidaridad común entre ellos. Esta cuestión exige una clarificación de los candidatos, en los días que quedan de campaña. Hay que ser muy miserable para ver en la gran actuación de la Guardia Civil deteniendo el último comando de ETA una medida electoralista e, incluso, un montaje político. Pero algunos lo han dicho. Y también anda desbocado, exhibiendo sus rencores, el ex presidente González, negando el pan, la sal y, por supuesto, el vino, a los gobiernos de Aznar, para martirio de Zapatero. Por desgracia para González, la gente tiene memoria.