HIPOTESIS SOBRE IRAK

Artículo de Luis Bouza-Brey del 3-10-04, 19:00

Hoy, Ignatius, Friedman y Rassan me sirven para estimularme a formular hipótesis. Uno siempre debe prevenir a los lectores de que soy un espectador lejano y ajeno, aunque implicado hasta el fondo en Irak, por lo que mis afirmaciones deben tomarse con cautela: quienes mejor pueden opinar sobre Irak son los iraquíes, así como los periodistas y expertos que actúan sobre el terreno. No obstante, quizá la distancia permita visualizar mejor el proceso globalmente y más a largo plazo.

En fin, siempre que me propongo formular hipótesis arriesgadas hago esta especie de preámbulos para prevenir a los lectores de que creo en lo que digo, pero sólo como hipótesis que todavía no se apoyan en el nivel de certidumbre más firme del respaldo de las opiniones de los que trabajan sobre el terreno. Además de que, puesto que se trata de pronosticar y prevenir, diseñando en función de ello opciones y cursos de acción, hay que relativizar mucho incluso la mínima certidumbre que se alcanza sobre lo que se opina.

PLAN A: OBJETIVOS E INTERROGANTES

Ignatius plantea perfectamente los interrogantes: ¿cómo ganar? ¿cómo salir de allí?

Pero previamente es necesario precisar en qué consiste ganar, pues es lo que hizo a los aliados meterse allí: A mi juicio, de las múltiples razones que se dieron para intervenir en Irak, las más valiosas desde el punto de la justificación política y moral eran las de que se hacía preciso terminar con un régimen tiránico, dañino para su pueblo, que constituía uno de los obstáculos para el desarrollo del Oriente Próximo y podía plantear una amenaza ---actual y/o potencial--- para el mundo occidental y sus aliados.

Si esta era la razón de la intervención, el objetivo a conseguir era democratizar Irak a fin de acabar con una situación anómala e impulsar la modernización y el desarrollo político general de todo Oriente Próximo. Pero, desde el primer momento, se preveían dificultades para la consecución de este objetivo, dada la complejidad de la sociedad iraquí y las resistencia internas y externas que este objetivo de democratización habría de provocar.

 Está por ver, todavía, si Irak se puede estabilizar democráticamente, y  qué grado de estabilidad y democracia se puede alcanzar. Pero la evolución de la situación parece indicar fuerzas suficientes y favorables para ello entre chiítas y kurdos, aunque con el grave lastre de la sociedad sunní y el terrorismo global.

Dados estos factores, al día de hoy la situación deseable sería poder realizar las elecciones previstas para enero ---al menos en territorio chií y kurdo--- e intentar derrotar a los rebeldes de la zona sunní, que con sus focos de poder pueden impedir las elecciones en su zona y desestabilizar las otras dos. Pero aún derrotándolos, desmantelando sus instrumentos de poder territorial en algunas de las ciudades sunníes, la situación no se va a estabilizar de todo. Por ello, habrá que ver en qué medida se pueden realizar las elecciones en dicho territorio sunní y qué equilibrio de fuerzas va a resultar de las mismas. Pero hay que llegar a enero, y tomar los resultados de las elecciones como punto de partida para iniciar un nuevo estadio del proceso. A Kerry habría que decirle que sí, que es necesario "más de lo mismo".

Resulta muy difícil prever cómo va a ser el Irak posterior a las elecciones, pero una cosa parece evidente, y es que la transición tiene que dirigirse con firmeza y contundencia, intentando desarticular a los grupos terroristas que pretenden hacerla descarrilar, y reduciendo sus esperanzas de victoria, derivadas de sus éxitos parciales, y de su concepción de la democracia y el mundo occidental como un  sistema débil y fácil de vencer.

PLAN B: REBAJAR OBJETIVOS, ESTABILIZAR Y SALIR

Si las cosas salen bien, las elecciones se realizan con un mínimo de seguridad y limpieza y de ellas emerge un gobierno legítimo que pide que continúe la asistencia de la ONU y la coalición multinacional para desarticular los grupos terroristas, estabilizar el país y reconstruirlo, es previsible que la intervención exterior en Irak tenga que continuar algunos años más.

Aunque, abriendo un inciso, no parece probable que la ayuda de otros países a la ONU, la coalición multinacional e Irak vaya a incrementarse mucho. No obstante,  si Bush vence en las elecciones y cambian la mayoría en Alemania y el liderazgo en Francia, las cosas pueden mejorar. En España...ya veremos.

Por otra parte, las cosas pueden salir mal por varias razones: que no se puedan realizar elecciones en amplias zonas del país; que resulte elegida una mayoría hostil y antidemocrática que pretenda anular la Constitución o la estructura federal del Estado; que en la zona sunní triunfen los Baazistas y no sea posible llegar a un acuerdo con ellos para mantener el régimen constitucional; que los rebeldes no acepten los resultados electorales ni el gobierno que surja de ellos y el terrorismo aumente...

Si se dan alguna o varias de estas circunstancias  desfavorables que hacen fracasar el proceso, habrá que rebajar los objetivos iniciales de estabilización democrática y buscar una salida basada en una solución de fuerza apoyada en chiíes, kurdos y sectores sunníes, que estabilicen el país durante un tiempo mediante un régimen de excepción, que permita ir eliminando los focos terroristas con mayor parsimonia que la actual.

Lo que constituiría un error trágico  sería que la ONU y la coalición multinacional dejaran el país a su suerte: en ese caso, no tardaría en producirse una guerra civil dominada por tendencias secesionistas, que crearían en la zona una situación de crisis permanente, de larga duración y que acarrearía inestabilidad entre todos los países vecinos. Esa sería la peor salida de la situación.

En fin, termino este artículo manifestando mi alegría por que Friedman esté de vuelta en los medios: siempre constituye una ayuda certera en el análisis de la política internacional.