EL ESTADO DEL PSOE

 

  Artículo de FEDERICO JIMENEZ LOSANTOS en “El Mundo” del 30.06.2003

 

El último debate de Aznar sobre el estado de la Nación puede ser también el último de Zapatero. Lo será, en cualquier caso, como líder de la oposición. Si, por esas volteretas que da la política, llegara a La Moncloa tras las elecciones, afrontaría el próximo debate desde la púrpura presidencial y supongo que lo haría con tal alivio que, más que discutir, rugiría de gozo. Pero si llega a las elecciones y pierde, supongo que el primer helado de turrón, allá por el mes de junio, se lo comerá otro líder del PSOE, al que quizás invite a comer el turrón blandito en La Moncloa el nuevo presidente del Gobierno y del PP, sucesor de Aznar. Lo malo de la situación de Zapatero es que no es solamente personal.Desde hace varios años, no menos de seis, en vísperas de este hipertrofiado debate hablamos normalmente del estado del PSOE, que es lo que suele estar peor de la Nación. Este año no han cambiado las cosas. El PSOE está peor que nunca y el liderazgo de Zapatero es tan débil que constituye una golosina para el PP, que Aznar paladea como helado de café.

Que las miserias del PSOE coincidan con los años de Aznar en la Presidencia del Gobierno podría achacarse a la perfidia del líder popular y a su artera utilización de los resortes del poder para maniatar a la oposición. Pero si observamos más de cerca el fenómeno veremos que, al contrario, es el desprecio y el odio de la progresía contra la derecha lo que la ha reducido al PSOE a su estado actual: un partido que ya no es un partido y una alternativa que sigue sin ser alternativa. Sin la soberbia de González y sin el sectarismo tronitonante del imperio de Polanco, el PSOE habría tenido tiempo para reconstruirse y para hallar un liderazgo razonable capaz de heredar La Moncloa tras los ocho años de buen Gobierno del PP. Pero el imperio polanquista (incrementado con la gran división periodística que ya perdió la guerra de Irak pero que por lo visto no ha aprendido la lección) se ha convertido en una escayola que protege de cualquier daño la frágil osamenta del PSOE, pero también le impide fortalecerla, ejercitarse al aire libre y andar por su propio pie. Como la derecha política bajo Franco, la izquierda yace hoy escayolada bajo Polanco y ésa es en el fondo su enfermedad. Sin autonomía, sin libertad y, además, con limitado talento, el PSOE es rehén de la aplastante superioridad mediática de la izquierda. Sus intervenciones son sólo ecos de titulares, rebotes de tertulia. La única ocasión en que se ha visto realmente en La Moncloa fue durante la guerra, cuando la hipertrofia de legitimidad de la izquierda y el afán liberticida de muchos medios casi se cargan el sistema político con tal de echar al PP del poder. Fracasaron, para su sorpresa.Y en ese estado han dejado al PSOE: fracasado y atónito.