DOS CAMINOS TIENE EL PSOE
Artículo de Federico Jiménez Losantos en “Libertad Digital” del 07.07.2003
Zapatero y la dirección actual del PSOE tienen ante sí
una disyuntiva dramática, tanto para su futuro como para el futuro de la nación,
y deben afrontarla en estos últimos días de curso político, antes de la diáspora
veraniega. En principio, parecen dispuestos a mantener su estrategia de
enfrentamiento radical contra el PP, apoyándose en comunistas y nacionalistas y
apostando por un desplome súbito del partido de Aznar y por la deslegitimación
del Gobierno de la derecha. Es la estrategia de desgaste suicida programada por
Rencor González y los almuecines de Prisa, que ha tenido en el Chapapote, la
guerra de Irak y el Esperpento de Madrid su Trilogía de la Ruina, certificada en
el último Debate sobre el Estado de la Nación.
Las revelaciones del propio Zapatero sobre lo que el ex-presidente del Gobierno
le había aconsejado para ese Debate (en la víspera, darle duro a Aznar; después,
felicitaciones por darle tan duro) no dejan lugar a dudas sobre la tutela
efectiva de la dirección actual por la de siempre, la que en realidad nunca ha
dejado de mandar en el partido, es decir, la de Felipe González. El balance de
esa política está tan a la vista como la obstinación de Mister X en mantenerla.
González es como los vampiros: cuando no encuentra víctimas fuera, las busca en
casa, para alimentar su insaciable sed de venganza. Así está quedándose
Zapatero: como las novias de Drácula.
Lo asombroso es que mientras Zapatero se estrella una y otra vez contra el muro
del sentido común, que la secta prisaica se empeña en limitar a la Derecha
política, sus enterradores y posibles sustitutos están haciendo ya el discurso
contrario al que ahora mantiene el PSOE. Bono no puede ser más claro ni poner
más en evidencia esos errores: defensa de la nación, depuración interna en vez
de querellas judiciales para solventar la crisis de Madrid y consenso con el PP
en todos los grandes asuntos, e incluso en los pequeños. En rigor, se trata del
mismo discurso del primer Zapatero, el sagastino, que le labró reputación de
moderado y buen español pese a los apoyos políticos que le llevaron a la
Secretaría General y que iban desde González y Maragall hasta... Balbás y
Tamayo. Pero desde que se rindió a Prisa y a González, sacrificando a Redondo
Terreros en prueba de sumisión, la deriva socialista hacia el radicalismo ha
barrido hasta los últimos recuerdos de aquel centro-izquierda nacional que
tantas expectativas suscitó en la ciudadanía. Las mismas que ahora empieza a
suscitar Bono. Y por las mismas razones.
El respaldo al Gobierno en el escándalo del Tour permiten abrigar una ligera
esperanza de cambio en el PSOE, aunque nada autorice a esperar el cambio
sustancial que tantos descalabros aconsejarían. Pero pronto saldremos de dudas:
Zapatero tiene una semana para cambiar el guión del esperpento de Madrid y la
partitura política para el Festival Político de Otoño. Si se mantiene en la
barricada de los bermejos y villarejos, adiós Zapatero y adiós PSOE, quizás por
bastante tiempo. ¡Qué mérito el de Don Jesús!