¿Y
AHORA QUE?
Artículo
de Luis Bouza-Brey del 17-3-04, 19:45
Consumado.
Se confirmaron los peores presagios. Nos va a gobernar un líder
pusilánime, al frente de una mayoría débil, asediado por pirañas insaciables, e
influido por progres obsoletos y sectarios del sesenta y ocho y nacionalistas
catalanes camuflados.
No
es momento aquí de analizar las causas de los resultados electorales, sino de
estudiar qué políticas y alianzas se van a activar a partir de ahora.
Como
Vds. saben, en un Congreso con 350 escaños, el
PSOE ha obtenido 164, el PP 148, CIU 10, ERC 8, PNV 7, IU 5, Coalición Canaria
3 y otros 5 (BNG 2, Chunta 1, EA 1, Na-Bai 1). Por tanto, el PSOE es la minoría mayoritaria, que
se propone formar un gobierno monocolor con apoyos puntuales de otros partidos.
¿Cuáles
son los problemas prioritarios del país? ¿qué
políticas se van a diseñar y aplicar? ¿con qué apoyos?
Terrorismo
A
la vista de los acontecimientos de los últimos tiempos, el problema prioritario
es el del terrorismo, en su vertiente internacional y local. En la primera
vertiente, resulta problemática la definición de una política internacional que
ha de optar entre la continuidad de la alianza estrecha con EEUU en la guerra
contra el terrorismo o por el realineamiento para aproximarse a la política
seguida hasta ahora por Francia y Alemania, o a la que haya de seguir la Unión
Europea a partir de estos momentos.
En
la vertiente local, la política antiterrorista ha de optar entre el manteniniento de la postura firme contra ETA hasta que
abandone las armas, lo que supone la salvaguarda, a su vez, de la alianza con
el PP y el pacto por las libertades y contra el terrorismo, o bien la
ampliación del pacto para conseguir que se incorporen otros partidos, o bien la
modificación del mismo para conseguir este último objetivo. Pero el seguir una
opción u otra está vinculado con la política que se ha de realizar frente a los
nacionalismos periféricos y sus reivindicaciones y objetivos inconstitucionales
y soberanistas o independentistas. Un problema, por tanto, igualmente de
alianzas, hipotecado por el acuerdo firmado en Cataluña entre el PSC y ERC, por
el que se rechaza cualquier pacto con el PP, tanto en lo que se refiere a la
política antiterrorista como a un posible pacto de Estado sobre el modelo de
Estado.
¿Volveremos
a dar vueltas a la noria del “diálogo” con los nacionalistas, para aceptar un
pacto que signifique contraprestaciones políticas para conseguir la paz?
¿Volveremos a ponernos en posición de nogal, para dar oxígeno a ETA, para que
vuelva a sacudirnos, a fin de que los nacionalistas recojan las nueces de sus
reivindicaciones soberanistas o independentistas?¿Volveremos
a dar marcha atrás, hacia la pauta de la transición eterna y la debilidad
endémica de la democracia española?
La
política económica a seguir, por otra parte, plantea dos tipos de problemas y
opciones básicas: la primera es la de de si hay margen ---y hasta dónde--- para
compatibilizar el crecimiento saneado actual con un giro y profundización de
las políticas sociales. La segunda, en relación con los nacionalismos
periféricos, es la de si se va a alterar el modelo de financiación autonómico
en dirección a la insolidaridad y el privilegio. Estas opciones, no obstante,
habrán de definirse, la primera dentro de algún tiempo, y la segunda en función
de la pauta de relación con los nacionalismos y las alianzas a conseguir.
Pero
vayamos por partes, una vez definidos los problemas: terrorismo, política
internacional, nacionalismos periféricos, alianzas de gobierno.
Política
internacional
Parece
increíble que después de la conmoción causada sobre las relaciones
internacionales por los atentados del 11S en NY, el PSOE siga defendiendo la
política exterior española de los años ochenta. Es como si no hubieran tenido
tiempo para pensar en las relaciones internacionales desde la aparición del
terrorismo global, la crisis de las instituciones internacionales y la
parálisis de la Unión Europea. Se han limitado a seguir a Francia en contra de
Estados Unidos y a acusar de seguidismo a Aznar.
Llama
la atención, durante el último año, la falta de creatividad en política
exterior que ha reflejado el PSOE, que al mismo tiempo se ha encerrado en un
idealismo suicida y en las rutinas consolidadas de años anteriores.
No
es el momento de tratar a fondo estos asuntos, ---lo haré estos días--- pero
uno cree necesario formular algunas preguntas:
¿Parece
conveniente para la situación del mundo una multipolaridad sin liderazgo y un
multilateralismo paralítico, como el de tiempos de Bosnia, Milosevic y Kosovo?
Si
tanto se cree en el Derecho Internacional, ¿por qué se apoyó una guerra ilegal
en Kosovo y se mantuvo la pasividad durante un montón de años ante la
inoperancia de las resoluciones de las NNUU en Irak?¿Habría
que firmar un tratado Internacional con Bin Laden? ¿O varios miles, uno para cada una de las células
del terrorismo internacional?
Si
tanta importancia tiene la moral universal en las relaciones internacionales,
¿por qué se da la misma relevancia en las Naciones Unidas a los regímenes que
respetan los derechos humanos y a los que no? Si el principio predominante en
las relaciones internacionales es la paz, ¿es moralmente obligado desarmarse?¿qué se hace cuando a uno lo bombardean?¿poner más torres
gemelas y más estaciones de ferrocarril?¿Debemos esperar rezando con velas
encendidas el próximo atentado?¿O recluirnos en casa sin salir al exterior? ¿o reconvenir a los matarifes por ser malos con nosotros, que
somos pacifistas y sólo nos limitamos a comprar coches, petróleo y productos de
todo el mundo?
¿Quiénes
son nuestros amigos, los terroristas que luchan contra la injusticia matándonos
o los soldados que luchan contra los terroristas para defender la libertad y la
democracia?¿por quién sentimos más afinidad, por ETA y
el delirio totalitario y balcánico, o por quienes se enfrentan a ETA con
valentía? ¿quiénes son nuestros amigos, los que
defienden la democracia a nivel internacional, o los que pretenden instaurar el
integrismo previa paralización y derribo de las democracias? ¿A quién nos
enfrentamos, a las tiranías y los fundamentalismos o a las democracias y los
laicismos?¿con quién nos aliamos, con los EEUU o con
los que pretenden bloquear a EEUU?¿a quién seguimos, a EEUU o a una UE
paralizada que no está a la altura de las necesidades y de los tiempos?
¿Seguiremos
financiando por muchos años desde la Unión Europea a Arafat, para que envíe
fondos a sus cuentas suizas o a las de Hamas? ¿Hay
que seguir negociando eternamente con los grupos terroristas palestinos
mientras siguen realizando atentados?
¿No
es hora ya de que se repiense a fondo la política exterior de la Unión Europea,
y se aplique de una vez su estrategia europea de seguridad?
Finalmente,
y yendo a lo concreto e inmediato, la decisión de retirar las tropas españolas
de Irak constituye una irresponsabilidad total, demuestra una insolvencia
mayúscula en política internacional, y pondrá por los suelos el prestigio del
país.
Esta
es la contradicción más importante del PSOE, consistente en haberse
comprometido a retirar las tropas de Irak si el país no pasaba bajo el control
de la ONU antes del 30 de junio, cuando lo que se va a decidir es que en esa
fecha se traspase la soberanía a los iraquíes.
Resulta
penoso y un motivo de indignidad para España que la demagogia y la estupidez de
esta propuesta haya sido quizá el motivo principal de la victoria del PSOE,
ayudado para ello por los efectos del atentado del 11M.
Nacionalismos
y modelo de Estado
Existe
en nuestro país un problema de consolidación del modelo de Estado definido por
la Constitución de 1978. El problema se deriva de la posición de ETA y los
nacionalismos periféricos de rechazo de la Constitución y defensa de posiciones
independentistas o soberanistas.
Frente
a estas posiciones caben diversas opciones: en primer lugar, la inmovilista,
mantenida en los últimos tiempos por Aznar, caracterizada por el rechazo a
cualquier modificación constitucional o estatutaria por considerarla inoportuna
y peligrosa para la estabilidad del país, dada la existencia de ETA y las
políticas del nacionalismo vasco.
La
segunda opción es la del PSOE, con la defensa de una reforma constitucional y
estatutaria que adapte las instituciones a los cambios producidos desde 1978,
reformando el Senado y dando acceso a las instituciones europeas a las
Comunidades Autónomas junto con los representantes del Estado.
El
problema de esta segunda opción es que se añaden a estas pretensiones otras
diversas, resultantes de los pactos con los nacionalistas, a los que se intenta
satisfacer, tales como las siguientes:
a)
la demanda de
una modificación del modelo de financiación autonómica que puede romper
la solidaridad, al orientarse a aproximar el conjunto del sistema o la
situación catalana a la situación vasca, claramente privilegiada e insolidaria,
y derivada de la historia precontemporánea y de las
concesiones desproporcionadas de la transición.
b)
La ampliación sin
límite del techo de competencias de las CCAA, vaciando al Estado de los
instrumentos y mecanismos para elaborar y aplicar políticas generales y comunes
para el conjunto de España.
c)
La apertura de
mecanismos referendarios que podrían permitir la ruptura de la unidad política
del Estado y el inicio de un proceso de autodeterminación.
En
síntesis, pues, nos encontramos con la opción del PP, la del PSOE y la de los
nacionalistas periféricos, sin que los dos partidos de ámbito estatal hayan
conseguido ponerse de acuerdo para cerrar el modelo de Estado sin sucumbir a
las pretensiones balcanizantes de la periferia.
La
solución equilibrada al problema de la estructura del Estado podría consistir
en que el PP aceptara algún movimiento y el PSOE se definiera de una vez por el
rechazo de las posiciones soberanistas y balcanizantes
en todos sus aspectos, articulando un pacto de Estado para una reforma
definitiva de la Constitución y los Estatutos masivamente apoyada por los
ciudadanos españoles.
El
problema es, nuevamente, la capacidad de bloqueo o de influencia de los
nacionalismos en situaciones de mayoría relativa de uno de los grandes
partidos, que podrían perder el poder por la desafección nacionalista. Por eso
es necesario articular un pacto de Estado que modifique incluso la ley de
régimen electoral, transformando al mismo tiempo al Senado en una Cámara de
representación territorial dotada de amplios poderes, mediante la cual los
gobiernos de las CCAA puedan participar y responsabilizarse de las decisiones
generales.
Pero
nuevamente nos encontramos con la ambigüedad y pusilanimidad del PSOE
periférico, que no es capaz de plantear sus propios proyectos con autonomía y
enfrentarse a la agenda y propuestas de los nacionalismos mayoritarios en
Cataluña y Euskadi. Las alianzas en Cataluña, y la búsqueda de nuevas alianzas
con el PNV en Euskadi bloquean, en la actualidad, un posible pacto de Estado
entre el PSOE y el PP.
Y
a los que piensan ---pensamos--- con esquemas de izquierda y solidarios
les asombra que el PSC crezca a pesar de sus políticas contradictorias y
subordinadas a la alianza con ERC, un partido independentista e insolidario
similar a la Liga Norte italiana que, extrañamente, le come el terreno a los socialistas
y al PP incluso entre sus votantes tradicionales procedentes de la inmigración
del resto del país. La larga hegemonía nacionalista en Cataluña, junto a los
errores energuménicos del PP, además de los atentados
del 11M, pueden constituir la causa de esta paradoja desmoralizante y de suma
gravedad, que ha dado un vuelco a las tendencias descendentes marcadas incluso
en las últimas elecciones autonómicas.
Lo
grave de esta situación, además, es que la política del PSC está secuestrando
la memoria histórica de la izquierda catalana y creando una subcultura
intolerante y agresiva, subordinada al nacionalismo o a la izquierda radical,
muy peligrosa para el futuro de Cataluña.
Políticas
y Alianzas
A
la vista de todos estos aspectos nos encontramos, por consiguiente, en un
umbral diferencial muy peligroso para el país, pues ha sido derrotada la opción
que defendía con claridad la Constitución por un PSOE a la deriva, sin
políticas claras ni liderazgo consistente, que ha vencido con mayoría relativa
por medio de propuestas demagógicas y estúpidas y alianzas “contra natura”, y
que no se sabe por dónde nos va a salir en el futuro. Tenemos un partido
dividido e hipotecado al nacionalismo independentista y un liderazgo
débil cuya única propuesta clara es la del diálogo con todo el mundo sobre no
se sabe qué propuestas de grupos minoritarios, o radicales, o próximos a ETA.
La
única tenue esperanza que uno alberga a estas alturas es que Zapatero sea capaz
de formar un gobierno mínimamente coherente y socialista, que acabe con el
populismo barato y la demagogia de la actual ejecutiva y sea apoyado por el PP
en la articulación de un pacto de Estado que nos aleje del precipicio.
Y
en política internacional sería deseable que suceda algo análogo al viraje
anterior de la historia demagógica del PSOE, cuando aquello de “OTAN no, bases
fuera”, u "OTAN, de entrada no" y el cambio de política
internacional posterior. La política exterior de un Gobierno del PSOE debería
cohonestarse con la estretegia de seguridad de la
Unión Europea formulada recientemente en Bruselas por influencia de Solana.
Postdata
y “escaneado” personal
Permítanme
un pequeño apéndice en el que les ponga de manifiesto un ligero “escaneado” de
vivencias personales, como las que algunas veces dejo traslucir.
Debo
confesarles que esta vez estoy tocado: los resultados de estas elecciones, como
les decía al principio de este artículo y días atrás, han confirmado los peores
presagios. No veo más que tendencias ominosas en la situación del país: siento
impotencia y un profundo rechazo moral, político e intelectual ante el
comportamiento irresponsable, populista y demagógico del PSOE y del PSC durante
los últimos tiempos, y me siento desmoralizado ante la crisis de la izquierda
de mi país, por mucho que haya ganado las elecciones.
Por
todo ello, después de acabar un trabajo sobre la crisis de los paradigmas e
instituciones internacionales, que me había prometido terminar y que les
ofreceré estos días, voy a cerrar temporalmente, durante un mes o dos, este
sitio web y a meditar si debo continuar con él en el futuro o cerrarlo
definitivamente. Comienza a no resultar gratificante desvivirse hasta la
extenuación a cambio de nada más que el fracaso colectivo.