¿PUEDE
ENLOQUECER CATALUÑA?
Artículo
de Luis Bouza-Brey del 5-11-03.
Resulta
muy arriesgado hacer pronósticos en una situación tan abierta y en la que
confluyen tantos elementos de cambio como los que se producen en la Cataluña de
hoy. Pero la misma incertidumbre de la situación, revelada por las encuestas,
puede hacer emerger corrientes no detectadas de estabilización. Voy a
partir de esa hipótesis a fin de dibujar un escenario postelectoral posible.
En
Euskadi, la violencia ha hecho enloquecer al país, por lo que cualquier delirio
es posible, como vemos al observar el plan Ibarretxe.
Si triunfara llevaría a Vizcaya y Guipúzcoa al limbo internacional y europeo.
De manera que el sueño paradisíaco de la autodenominada “izquierda abertzale”
de una Euskalherría “libre” y poderosa, quedaría
transformado en el esperpento delirante de dos territorios en el limbo, cayendo
en picado hacia el infierno del totalitarismo, la desertización, la
desinversión y la quiebra como sociedades modernas.
En
Cataluña tenemos la suerte de vivir en una sociedad más moderna que la vasca,
pacífica y pragmática, pero en la que se han producido varios factores que
pueden hacer enloquecer y degradarse al país. En primer lugar, Pujol se retira,
y eso producirá movimientos sísmicos todavía insospechados. En segundo lugar,
algunos sectores se han contagiado de la admiración hacia el tarugismo del nacionalismo vasco, abriendo una corriente de
desestabilización imprevisible en su fuerza y orientación. En tercer lugar, la
mayor parte de la élite política catalana se ha lanzado a una carrera de
irresponsabilidades entrecruzadas y autoalimentadas que introduce a Cataluña en
un viaje alocado hacia fórmulas constituyentes sin sentido. Analicemos algo más
en detalle todo ello.
Las
encuestas apuntan a un decrecimiento intenso de CIU, un decrecimiento leve del
PSC, un crecimiento intenso de ERC, medio del PP y leve de IC. Según dichas
encuestas (de “ABC” y “La Razón”), el PSC sería el partido más votado, con
mayoría parlamentaria relativa, que necesitaría contar con uno o dos partidos
más para gobernar con estabilidad.
Esto
es lo que dicen las encuestas, que en sus pronósticos elevan a ERC al centro de
todas las posibles combinaciones que podrían dar el gobierno al PSC o CIU. Y
ante este escenario brota la pregunta que titula este artículo: ¿puede
enloquecer Cataluña? ¿Es propio de la cultura política del país dejar la
orientación de su gobierno en manos de un partido que se declara independentista
en la Europa y la Cataluña del siglo XXI? ¿Tiene sentido el independentismo en
la España democrática y dinámica de hoy? ¿A qué limbo nos puede conducir la
élite política catalana? ¿Está enloqueciendo el país en sus raíces culturales o
todo es un mero paréntesis y desbarajuste superficial en la élite política? ¿Dónde
están las causas del crecimiento potencial del independentismo y de la carrera
constituyente de Cataluña?
La
respuesta fácil y demagógica sería echarle la culpa al nacionalismo español del
PP y a su cerrazón ante las reivindicaciones del pluralismo periférico del
país. Pero caben otras explicaciones: existe un nacionalismo periférico, como
el vasco, que no se ha actualizado desde el siglo XIX, y las concesiones que se
le han hecho para integrarlo no han dado resultado; el vacío vasco contagia y
absorbe a Cataluña y bloquea el desarrollo político español; el nacionalismo
periférico mantiene una concepción confederal del autogobierno que no es
asimilable por la Constitución ni por los partidos no nacionalistas; el PSOE
sigue encerrado en las rutinas de la transición y en la inestabilidad de su
liderazgo, y resulta incapaz de mantener un rumbo firme hacia el desarrollo
político del país; el PSC ha actuado con absoluta frivolidad al abrir la caja
de Pandora de las reformas estatutarias y al aceptar insolidariamente las
reivindicaciones nacionalistas de la asimetría y los privilegios, en lugar de
orientar el rumbo hacia la unidad federal del Estado y la igualdad básica entre
nacionalidades y regiones; el PP no ha sido capaz de mantener una postura
flexible que permitiera un pacto, al menos con el PSOE, para finalizar la
transición hacia el Estado de las autonomías; Pujol, aún
habiendo acertado en muchas cosas, no ha sido capaz de desprenderse totalmente
de su romanticismo nacionalista, por lo que el nacionalismo catalán quedará
cojo de pragmatismo cuando la personalidad del líder haga mutis hacia otras
posiciones e intereses vitales.
Todos
estos factores, y algún otro más que seguro que me saltará a la mente cuando
haya terminado de escribir este artículo, contribuyen a la incertidumbre y el
desconcierto catalanes actuales, impulsando a una radicalización del
nacionalismo y a un declive de CIU; a un ascenso de ERC y a un inicio de
recomposición de equilibrios internos dentro del nacionalismo; a un descenso de
Maragall y el PSC, que tenían en bandeja hace meses la victoria y que ahora
pueden perder debido a que sus electores pro PSOE vuelvan a quedarse en casa
ajenos a tanta leyenda nacionalista…
Pues
bien, a partir de este análisis, intentemos dibujar un escenario postelectoral:
a)
Una primera hipótesis que me parece la más probable es que ante la
incertidumbre los electores corrijan el rumbo de la élite, desmintiendo las
encuestas y produciendo un flujo importante de electores desde CIU y el
PSC hacia el PP, de manera que CIU perdiera muchos más votos de los
previsibles, por lo que Mas y el sector soberanista de CDC se debilitarían,
fortaleciéndose Durán y desencandenando todo este
proceso una nueva crisis en los partidos nacionalistas. Pero este flujo de
electores también reduciría la fuerza de ERC en el conjunto y aumentaría la del
PP como nuevo centro emergente. Ante ello, ERC tendría que abandonar la
ambigüedad y acercarse al PSC sin tantas ínfulas soberanistas.
Pero
también en el PSC tendría que producirse un cambio de orientación, hacia menos
subconsciente nacionalista y más coherencia socialista; menos sectarismo anti
PP y más distancia con el nacionalismo vasco; más proximidad hacia Redondo Terreros
y hacia el pacto global con el PP en el tema autonómico y menos frivolidad o
debilidad pronacionalista; menos política populista e
izquierdista a la “balear” y más orientación hacia el desarrollo coherente y
moderno de la solidaridad socialista y el Estado español; menos propensiones al
privilegio y más hacia la igualdad entre los pueblos de España.
La
incógnita se plantea en el tema de cuánto duraría un posible gobierno
PSC-ERC-IC, que tendría que hacer una política en la dirección apuntada líneas
arriba a fin de evitar destrozar al PSOE en las elecciones generales de marzo.
¿Quizá hasta abril? ¿Habrá elecciones catalanas anticipadas en el segundo
semestre del 2004?
b)
Un segundo escenario postelectoral podría ser el de una victoria de CIU, que tendría
que aliarse con ERC a fin de conseguir la mayoría, y hacer una política
nacionalista radical en coherencia con las propuestas preelectorales y la
orientación de ERC. Probablemente, este gobierno no tendría la mayoría
absoluta, por lo que el papel del PP en su contención, apuntalamiento o derribo
sería decisivo. Pero no parece que fuera a ser un gobierno de larga duración,
dadas las condiciones generales en que tendría que desenvolverse.
Por
todo lo anterior, el desenlace de los dos escenarios posibles nos lleva a
elecciones anticipadas en Cataluña hacia la segunda mitad del 2004 o el primer
semestre del 2005. Para entonces, el equilibrio de fuerzas en las Cortes
Generales estaría más definido y condicionaría o determinaría el desenlace
temporal y estratégico de la situación catalana y de los resultados de las
propias elecciones.
En
fin, ya ven, mucha especulación muy arriesgada por mi parte. Pero creo que hay
que arriesgarse y dibujar escenarios posibles y probables. Sólo así uno cumple
la función de responsabilizarse del país y ganarse el sueldo. Siendo
consciente, por supuesto, de que puedo equivocarme.